Rupert Abbott, investigador de Amnistía Internacional sobre Camboya, narra la reciente puesta en libertad con fianza de la presa de conciencia Yorm Bopha, transmite su mensaje de agradecimiento a la membresía de Amnistía Internacional y dice que es el momento de continuar con la presión sobre las autoridades para que retiren los cargos en su contra.
Cuando llegué al Tribunal Supremo de Camboya la mañana del 22 de noviembre de 2013, cientos de personas se habían congregado ya en el exterior del edificio. Como yo, habían ido a apoyar a la activista del derecho a la vivienda y presa de conciencia Yorm Bopha, que debía comparecer ante los cinco jueces que resolverían su apelación.
Yorm Bopha tiene 30 años, es madre de un hijo y una apasionada defensora de su comunidad en la zona del antiguo lago Boeung Kak, en Phnom Penh, donde miles de personas han sido objeto de desalojo forzoso desde 2007.
Rupert Abbott con activistas que pedían la liberación de Yorm Bopha, Phnom Penh (Camboya), 23 de noviembre de 2013. © Amnesty International
Tambores y cánticos
La vista judicial comenzó con retraso. El sonido de los tambores y los cánticos de los simpatizantes de Bopha en la calle –en ocasiones unas 400 personas, entre las que había monjes, miembros de la comunidad y otros activistas– podía oírse con claridad en la sala, que estaba llena de observadores de ONG locales, de la comunidad diplomática, de la ONU y de medios de comunicación.
La vista duró unas dos horas y, después, los jueces se retiraron a deliberar sobre la sentencia. Al cabo de unos 30 minutos regresaron y anunciaron su fallo: la causa se devolvería al Tribunal de Apelación para ser juzgada de nuevo y Yorm Bopha quedaría en libertad con fianza.
Bopha se sintió decepcionada por la decisión de los jueces: para ella el único resultado justo habría sido la absolución.
Yorm Bopha fue detenida en septiembre de 2012 y condenada en diciembre siguiente a tres años de prisión y una cuantiosa multa. Fue acusada de planear un ataque contra dos hombres y declarada culpable de “actos deliberados de violencia con agravantes”, a pesar de no haber ninguna prueba en su contra y de las incoherencias observadas en las declaraciones de los testigos.
Amnistía Internacional, entre otros, consideró que los cargos presentados en su contra eran falsos y que su detención y enjuiciamiento se debían a su activismo. Sin embargo, a pesar de la falta de pruebas, en junio de 2013 el Tribunal de Apelación de Camboya confirmó la sentencia condenatoria de tres años de cárcel aunque suspendió el cumplimiento de un año. La vista ante el Tribunal Supremo era su última oportunidad de obtener justicia.
“Por favor, sigan apoyándome”, fue el mensaje de Yorm Bopha a los activistas mientras celebraba su puesta en libertad con fianza. “¡El mayor éxito se consigue cuando todos trabajamos juntos!”. © Amnesty International
Celebración con familiares y amigos
En el exterior del tribunal, ofrecí la opinión de Amnistía Internacional sobre el fallo a periodistas de medios locales e internacionales, felices por la liberación de Yorm Bopha, pero decepcionados por que su liberación no fuera sin condiciones y por que la causa no se hubiese cerrado.
Yorm Bopha fue llevada de nuevo a la prisión de la Policía Judicial (Prison Judiciaire) donde estaba encarcelada. Unos 100 simpatizantes de su comunidad la siguieron en tuk-tuk para esperar a que los trámites administrativos terminasen y poder darle la bienvenida a la salida de la cárcel. Esperaron bajo la lluvia hasta aproximadamente las 5.45 de la tarde, cuando Bopha salió de la prisión y se reunió con su hijo pequeño y su familia.
Bopha dijo a los periodistas que la esperaban que se sentía decepcionada por que no se hubieran retirado los cargos en su contra, y después se marchó con quienes la esperaban para celebrar su liberación bajo la lluvia torrencial en Boeung Kak.
Yorm Bopha reinició de inmediato su activismo en defensa de los derechos humanos. El día siguiente, 23 de noviembre, se unió a activistas para ayudar a otra comunidad a la que las autoridades intentaban trasladar por la fuerza de un edificio abandonado. Ha participado en otras protestas desde entonces, y se unirá a una serie de marchas antes del 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos.
Un mensaje de agradecimiento
Cuando me reuní de nuevo brevemente con Bopha, el 26 de noviembre, me pidió que transmitiera este mensaje: “Gracias a los simpatizantes de Amnistía Internacional: ¡su campaña ha tenido éxito, tal y como demuestra el hecho de que esté en libertad! Pero mi causa aún no ha acabado. Sigan presionando al gobierno camboyano para que deje de actuar contra mí. Y, por favor, sigan apoyándonos a mí, a mi comunidad y a otras personas en Camboya. ¡El mayor éxito se consigue cuando todos trabajamos juntos!”.
Parece ser que las incesantes acciones de campaña de la comunidad de Boeung Kak, un día tras otro, dieron como resultado la liberación –aunque temporal– de Yorm Bopha. Las autoridades camboyanas se vieron obligadas a escuchar, sobre todo cuando activistas internacionales, incluidos los miembros de Amnistía Internacional, secundaron la petición de justicia.
Ahora, el objetivo es que Yorm Bopha sea absuelta, que se retiren todos los cargos en su contra y que su liberación sea sin condiciones cuando el Tribunal de Apelación celebre un nuevo juicio (para el que no se ha fijado fecha todavía; podría ser dentro de varios meses). Sólo así se pondrá fin a la incertidumbre y a la preocupación de que Bopha pueda ser devuelta de nuevo a la cárcel.
Muchas gracias por las acciones que han emprendido hasta ahora: es indudable que han marcado la diferencia. Ahora es el momento de continuar con la presión. ¡Digan a las autoridades camboyanas que retiren todos los cargos contra Yorm Bopha y que su libertad debe ser sin condiciones!
Yorm Bopha es una de las 12 personas y comunidades incluidas en el proyecto bandera anual de Amnistía Internacional, Escribe por los Derechos, el mayor evento de derechos humanos del mundo. Este año se celebra hasta el 17 de diciembre, y se espera reunir más de dos millones de acciones individuales en todo el mundo.