Yo fui torturado. Sé lo importante que es garantizar que la CIA rinda cuentas.

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De Juan E. Méndez 

Juan E. Méndez es el relator especial de la ONU sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Encontrarán el texto íntegro del artículo (en inglés) en Politico.

Más de una vez, rogué a mis torturadores que me mataran. Años más tarde lo recuerdo, y me pregunto si realmente lo deseaba. En aquel momento, creo que sí.

Me tenían atado, desnudo y con los ojos vendados, y me aplicaban descargas eléctricas con una picana por todo el cuerpo. En dos ocasiones, simularon que me ejecutaban poniéndome una pistola en la sien o en la boca, y apretando el gatillo.

Para los autores de estos abusos, que interrumpían la tortura con interminables preguntas, se trataba, simplemente, de una técnica de interrogatorio «mejorada».

Esto ocurrió, hace varios decenios, en Argentina. Sin embargo, también hoy día, ciertas personalidades políticas estadounidenses, como el candidato a presidente Rick Perry, utilizan este mismo eufemismo para referirse a las torturas y los malos tratos infligidos por la CIA durante sus operaciones de detención secreta, de 2002 a 2008. Este mismo mes, el programa «Last Week Tonight», presentado por John Oliver en la cadena HBO, comunicó que sólo 4 de los 14 candidatos y candidatas a la presidencia de Estados Unidos tenían previsto mantener en vigor la orden ejecutiva firmada por Obama durante sus primeros días como presidente, cuya finalidad es garantizar que Estados Unidos no cometa actos de tortura.

Cuando los medios de comunicación y las personalidades políticas de Estados Unidos hablan eufemísticamente de técnicas de interrogatorio «mejoradas», lo que hacen es reestructurar el debate de tal forma que quitan, de hecho, importancia al dolor y a la crueldad de la tortura. Así, la tortura pasa a ser un tema más sobre el que se pueden tomar fríamente decisiones y cuya legalidad o ilegalidad se puede regular.

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