Personal de investigación de Amnistía Internacional en Ucrania oriental ha reunido pruebas horripilantes de muertes y lesiones a civiles causadas en los últimos días por ambos bandos del sangriento conflicto en las localidades de Donestk y Debaltseve.
Las pruebas se recogieron en el sitio de un bombardeo que acababa de producirse, e incluyen entrevistas con testigos presenciales y víctimas hospitalizadas.
Entre las violaciones de derechos humanos documentadas están un ataque contra una fila de personas que aguardaban para recibir ayuda humanitaria, otro contra un mercado de Donestk y el bombardeo indiscriminado de edificios y calles en Debaltseve.
“Estas pruebas revelan el horror del derramamiento de sangre de civiles, que están muriendo o resultando heridos porque ambos bandos disparan cohetes y proyectiles de mortero no guiados hacia zonas densamente pobladas. Tales ataques vulneran el derecho internacional humanitario y pueden ser constitutivos de crímenes de guerra”, ha dicho John Dalhuisen, director del Programa de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central.
La grave reactivación de los enfrentamientos armados observada recientemente en varias zonas del este de Ucrania, entre ellas Donetsk, en poder de los rebeldes, y Debaltseve, en poder del gobierno, se ha cobrado un precio muy alto entre la población civil. Más de 25 civiles han perdido la vida en Ucrania oriental desde el jueves.
Atrocidades cometidas en Donetsk
Seis personas perdieron la vida el 30 de enero en Donetsk cuando un proyectil de mortero impactó en una fila de personas que aguardaban su turno para recibir ayuda humanitaria. Cinco murieron en el acto y otra posteriormente en el hospital, y muchas más resultaron heridas.
Un testigo contó a Amnistía Internacional que la explosión tuvo lugar sin previo aviso. Unas doscientas personas, según cálculos, habían acudido a un punto de distribución para recibir ayuda alimentaria. Algunas víctimas quedaron mutiladas por efecto de la explosión, y fragmentos de carne humana salieron despedidos y terminaron colgando de la instalación de alumbrado a unos 15 metros de altura.
Personal de investigación de Amnistía Internacional visitó el lugar del ataque y entrevistó a dos civiles que habían sufrido heridas de gravedad.
Valentina Tsygankova, viuda de 82 años, resultó gravemente herida en la explosión. Fue lanzada violentamente contra el suelo y alcanzada por metralla en la espalda y la mano derecha. Viuda y con una pensión muy reducida, había abandonado momentáneamente su trabajo de barrendera para recoger una ayuda humanitaria muy necesaria.
Sergei Maydan, de 42 años, perdió mucha sangre por las heridas sufridas en el ataque. La metralla lo alcanzó en el rostro, destrozándole media dentadura, y en el brazo izquierdo. “Por suerte me había salido de la fila, si no estaría muerto”, contó a Amnistía Internacional.
El equipo de seguimiento de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que visitó el lugar poco después del ataque, señaló que la explosión había sido causada con toda probabilidad por una granada de artillería de 122 mm disparada desde el noroeste; es decir, desde posiciones de las fuerzas gubernamentales ucranianas.
Sobre las 8:45 de la mañana del 29 de enero, dos personas murieron y siete resultaron heridas en otro incidente investigado por Amnistía Internacional, ocurrido en el mercado de Aquilon, situado en el distrito de Kuibyshevski, en Donetsk. Sergei Fiodorov, de 38 años, resultó gravemente herido en el ataque; según él, hubo dos explosiones.
Contó lo siguiente a Amnistía Internacional: “Tras la primera explosión, al fondo de la calle, oí a gente gritar: ‘¡heridos!’ Fui corriendo para ayudar, y entonces me alcanzó la segunda explosión. Me tiró con fuerza al suelo, y noté que me sangraba la mejilla”. Fiodorov tenía lesiones en la cara, la mano izquierda y el muslo izquierdo.
Amnistía Internacional habló asimismo con otras dos mujeres, de 64 y 77 años, que habían resultado gravemente heridas cuando sus hogares fueron alcanzados por armamento explosivo el 30 de enero. Ambas, que vivían en los distritos de Kuibyshevski y Leninski, respectivamente, estaban en su casa a última hora de la tarde, cuando tuvieron lugar los ataques.
“Una bola de fuego entró por la ventana –explicó la mujer de 77 años–. Me rompió el brazo derecho y me destrozó la mano.” Personal de investigación de Amnistía Internacional que visitó la casa al día siguiente comprobó que los vecinos habían tapado todas las ventanas rotas con tableros de contrachapado.
Civiles atrapados bajo el fuego de artillería en Debaltseve
Hay miles de civiles atrapados en Debaltseve, estratégico nudo ferroviario y plaza fuerte de las fuerzas ucranianas, donde están sometidos al bombardeo incesante de los separatistas prorrusos que intentan tomar el control. Esta localidad ha sufrido algunos de los bombardeos más intensos en las últimas dos semanas.
Su población ha descendido de 25.000 a unos 7.000 habitantes, según pudo saber Amnistía Internacional de fuentes sobre el terreno. Las fuerzas ucranianas aseguran que han evacuado a más de 2.000 personas desde el 28 de enero y a 269 personas el 1 de febrero. Mientras evacuaban a un grupo de 26 personas, 8 resultaron heridas, entre ellas 5 civiles y 2 miembros de los equipos de rescate.
La única carretera para salir de la localidad sufre constantes bombardeos, por lo que la huida de los ciudadanos que quedan en ella es, si cabe, más peligrosa. Según informes, separatistas infiltrados han destruido deliberadamente uno de los dos puentes, y el precario puente instalado temporalmente está ralentizando la salida de los habitantes y exponiéndolos a un peligro mayor.
“Todo el que intente salir [de Debaltseve], al cabo de dos o tres horas estará bajo el fuego de nuestra artillería”, afirmó el líder separatista Aleksandr Zakharchenko en una entrevista ofrecida a la televisión estatal rusa desde Vuhlehirsk, localidad cercana que los separatistas prorrusos arrebataron a las fuerzas ucranianas la semana pasada.
Según el jefe de la policía regional, 12 civiles resultaron muertos el 31 de enero en Debaltseve en ataques con cohetes de efectos indiscriminados, y 7 más sufrieron heridas mortales en diversos accidentes causados por fuego de artillería el 1 de febrero.
Estos episodios reproducen un patrón observado por Amnistía Internacional en Debaltseve en septiembre de 2014, cuando murieron personas en sus casas por ataques aleatorios con cohetes o alcanzadas en la calle mientras intentaban aprovisionarse de agua o alimentos.
Decenas de personas continúan atrapadas en la estación de tren de la localidad, donde tienen un refugio subterráneo pero llevan dos semanas sin acceso a agua corriente ni electricidad.
Grave situación humanitaria y perspectivas de paz
La violencia está empeorando una situación humanitaria ya grave en la región. Muchos residentes de las zonas atacadas, buscando un mínimo de protección frente a los incesantes bombardeos y ataques con cohetes, pasan la noche en el sótano de sus casas o en refugios subterráneos para ese fin que están atestados de gente. Algunos carecen de servicios básicos, como agua corriente, y no hay provisiones médicas y alimentarias suficientes.
Según cálculos de la ONU, el conflicto en Ucrania oriental se ha cobrado más de 5.100 vidas y ha causado el desplazamiento de más de 900.000 personas desde su estallido en abril de 2014. Los enfrentamientos actuales son el peor repunte de la violencia desde que hace cinco meses se firmó una endeble tregua.
Mientras, el intento de reanudar las conversaciones de paz en la vecina Bielorrusia parece haberse frustrado, en vista de que no han acudido los principales líderes separatistas y del cruce de acusaciones entre los negociadores de ambas partes.
“La ausencia de medidas básicas para proteger a los civiles en el este de Ucrania es un escándalo. Ambos bandos del conflicto deben poner fin urgentemente a los disparos desde zonas civiles y a los bombardeos contra estas zonas, y la comunidad internacional debe intensificar la presión sobre ambos en este sentido”, ha dicho John Dalhuisen.