Barco de refugiados en aguas turcas. © Particular
En los desesperados intentos de los líderes europeos por convertir a Turquía en el guardián de la entrada a Europa se está haciendo caso omiso de la manifiesta falta de respeto de las autoridades turcas hacia los derechos de las personas refugiadas y migrantes. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional hoy, en vísperas de la visita, mañana, de la canciller alemana Angela Merkel a Estambul.
Está previsto que las conversaciones que el domingo mantendrán Angela Merkel y sus homólogos turcos –el primer ministro Ahmet Davutoglu y el presidente Recep Tayyip Erdogan– incluyan, entre otras cuestiones, la crisis de refugiados.
“Las conversaciones entre la UE y Turquía sobre la ‘gestión de la migración’ amenazan con situar los derechos de las personas refugiadas en un distante segundo lugar, por detrás de las medidas de control de fronteras concebidas para impedir que los refugiados lleguen a la UE”, ha manifestado Andrew Gardner, investigador de Amnistía Internacional sobre Turquía.
“Está claro que la UE debería estar haciendo más por ayudar a Turquía a hacer frente a los problemas de acoger a más de dos millones de refugiados, y la reciente noticia sobre una oferta de tres mil millones de euros es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, un acuerdo que se base en mantener a las personas refugiadas en Turquía supone ignorar de manera fundamental tanto las dificultades a las que se enfrentan allí como la evidente necesidad de que la UE brinde protección a una proporción mayor de la creciente población refugiada del mundo.”
La reunión vino precedida por la publicación, el 6 de octubre, de un borrador de Plan de Acción entre la UE y Turquía cuyo objetivo es impulsar el apoyo de la UE a las personas refugiadas que viven en Turquía, y conseguir la ayuda turca para combatir la migración irregular de Turquía a la UE.
Cientos de miles de personas refugiadas y solicitantes de asilo, no sólo sirias, luchan por sobrevivir. Los refugiados no sirios, en particular, se encuentran con grandes obstáculos para acceder al asilo y ganarse la vida. A los refugiados yazidíes que huyen del grupo armado autodenominado Estado Islámico en Irak se les ha pedido que esperen más de cinco años sólo para inscribirse como solicitantes de asilo.
La UE debería estar buscando maneras de proporcionar rutas seguras y legales a las personas refugiadas para que lleguen a Europa; sin embargo, el plan actual no ofrece ninguna garantía concreta para impulsar el número de plazas de reasentamiento para los refugiados más necesitados en Turquía.
Los planes de la UE que empujan a Turquía a reforzar sus fronteras están también plagados de riesgos. Amnistía Internacional ha documentado varios casos recientes de personas refugiadas que han sido devueltas a Siria e Iraktras haber sido interceptadas por guardias fronterizos turcos cuando trataban de llegar a la UE. Otras han sido detenidas arbitrariamente, sin acceso a abogados.
Mientras la UE conversa con Turquía, más de un centenar de refugiados sirios permanecen recluidos en tan sólo uno de los centros de devoluciones en la ciudad oriental de Erzurum, donde viven con el temor a ser devueltos al otro lado de la frontera.
“En las semanas previas a las negociaciones con la UE, hemos visto cómo se detenía arbitrariamente a personas refugiadas, e incluso se las devolvía a los países de los que habían huido para intentar llegar a la UE. Eso supone una violación flagrante del derecho internacional. Angela Merkel debe insistir en que Turquía se enmiende antes de tratar a ese país como un socio fiable en la gestión de fronteras de la UE”, ha manifestado Andrew Gardner
Amnistía Internacional ha advertido también de que toda sugerencia de designa
r a Turquía como “país de origen seguro” sería errónea en principio, y sentaría un peligroso precedente. Las cifras de la Comisión Europea muestran que uno de cada cuatro solicitantes de asilo procedentes de Turquía ha recibido la condición de refugiado en la UE: un claro indicio de que el país no es seguro.
“Sería cruel, y de una insinceridad absoluta, describir a Turquía como un lugar seguro. Ha habido una escalada de violencia entre el PKK y el ejército y la policía, así como un deterioro general de la situación de los derechos humanos dentro de sus fronteras. Hemos visto oleadas de detenciones de activistas políticos basadas en vagas leyes antiterroristas, y nuevos ataques a la libertad de expresión, así como un aumento del número de casos de malos tratos a detenidos”, ha manifestado Andrew Gardner.
“Está claro que Turquía, como condición para cooperar en la gestión de fronteras, quiere ser reconocido como país seguro, pero sería una cobardía por parte de la UE ceder a esa pretensión. En sus conversaciones con el gobierno turco, Angela Merkel debe poner los principios por delante de la política.”