Posted on 14 julio 2014
Por Milena Buyum, adjunta de investigación y acción sobre Turquía de Amnistía Internacional
El 2 de junio del año pasado, Özge Ünlütezcan, estudiante de arte dramático de 24 años, tomó su móvil y envió una serie de tuits. Poco después se quedó estupefacta al recibir una llamada de la policía y tener que presentarse en una comisaría, donde la interrogaron y la tuvieron 18 horas detenida. Cuando hablo con ella, afirma que no hizo más que ejercer su derecho a difundir información sobre las protestas iniciadas días antes en el parque Gezi, que se estaban extendiendo rápidamente por el país.
No fue la única que tuvo esa respuesta. Durante las protestas de ese verano, más de 10 millones de usuarios de Twitter en Turquía hicieron hervir Internet con millones de tuits en los que describían lo que estaba ocurriendo. ¿Por qué, entonces, se enfrentan ahora Özge y 28 jóvenes más a tres años de prisión?
La única explicación posible es que se trata de una medida política, con la que las autoridades turcas intentan reprimir las redes sociales: el típico puñetazo en la mesa. En mis seis años de investigación y acción sobre Turquía he hablado con mucha gente corriente que se ha visto atrapada por un sistema de justicia que, de cuando en cuando, hace presa en ella por el simple hecho de ejercer sus derechos. Sin embargo, el juicio de Twitter de Esmirna, como se conoce el procesamiento de Özge y las otras 28 personas, demuestra a qué absurdos extremos va a llegar Turquía para reprimir la libertad de expresión.
Huelga decir que la arbitrariedad con que se aplican leyes de por sí injustas es también uno de los puntales del sistema de justicia, que exime de responsabilidad a los funcionarios públicos que cometen abusos contra los derechos humanos.
En el año transcurrido desde que Özge y los demás acusados enviaron sus tuits, activistas de Amnistía Internacional de todo el mundo han emprendido en Twitter una campaña, centrada en el primer ministro turco -a quien se califica de “víctima” en la causa contra los 29 jóvenes-, para pedir que se retiren todos los cargos. Este lunes, 14 de julio, los acusados comparecerán de nuevo ante el tribunal, así que se nos presenta otra oportunidad decisiva para enviar tuits al primer ministro turco para defender el derecho de Özge a expresar pacíficamente sus opiniones.
Özge está al tanto de la campaña de Amnistía Internacional y ha expresado su agradecimiento a todas las personas que han alzado la voz en su favor. “He hablado con mi abogado, que cree que hacer mucho ruido en torno a nuestro caso es lo mejor que podemos hacer y que la atención de Amnistía por nuestro juicio es muy importante”, afirma. Le pregunto si sigue tuiteando. “Aunque no he hecho nada malo, ahora tengo cuidado con lo que tuiteo”, explica, añadiendo que el juicio y Twitter han unido a todos los acusados, que antes eran unos desconocidos para ella.
El lunes 14 de julio podría quedar cerrada su causa. Le pregunto cómo se siente. “Me preocupa lo que pueda ocurrir si me declaran culpable. Me preocupa cómo puede afectar a mi futuro”, responde.
Ayuda a impedir esta manifiesta injusticia. Envía en seguida un tuit al primer ministro turco para preguntarle de qué manera fue “víctima” de los tuits.
@RT_Erdogan#IzmirTwitterCasele califica de “víctima”. ¿Qué me dice del procesamiento de @tiyatorasin haber cometido ningún delito? #dropthecharges
.@RT_ErdoganAvisar en tuits de la violencia policial no puede ser delito. @tiyatoray las otras 28 personas deben ser absueltas #IzmirTwitterCase
Presta tu apoyo a Özge y las otras 28 personas acusadas retuiteando simbólicamente su tuit: