Tras casi 40 años de exilio en un suburbio de Londres, Leopoldo García, es el primer chileno sobreviviente de tortura en ganar un proceso judicial histórico. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha decidido que Chile debe encontrar a los responsables de sus abusos y brindarle indemnización. Aquí, su historia de abusos, sobrevivencia y lucha.
Para Leopoldo García, quien ahora tiene 80 años, olvidar al menos por un día la tortura que sufrió bajo el régimen de Pinochet hace 40 años es una tarea imposible.
Es que cada vez que mira al espejo, puede ver las marcas y cicatrices.
“Perdí los dientes, con la culata de una metralleta, tengo el brazo quebrado, la columna mal… un desastre. Actualmente sigo con lo que me pasó en aquellas fechas… y voy a morir con esto”, explica.
Antes del golpe de estado de Pinochet el 11 de septiembre de 1973, Leopoldo trabajaba como jefe del departamento de apuestas del hipódromo de Santiago de Chile y era militante del Partido Socialista. Su pesadilla comenzó pocos días después del golpe militar, cuando fue detenido por la policía, el 16 de septiembre de 1973.
Leopoldo fue trasladado a la Primera Comisaría de Carabineros de Santiago de Chile donde lo mantuvieron incomunicado y sin cargos. Allí fue torturado para que confesara el paradero de otros compañeros vinculados al Partido Socialista. Cada dos o tres horas, la policía le ataba las manos y pies y le vendaba los ojos, golpeándole la cabeza y sumergiéndolo en agua.
De allí, lo trasladaron al Estadio Nacional donde la tortura continúo y se intensificó por tres meses. El siguiente año y medio lo pasó en los campos de detención de Chacabuco, Ritoque y Tres Álamos. Su familia pudo visitarlo en muy pocas ocasiones mientras estuvo detenido.
“Lo que pasaba por mi cabeza [cuando me estaban torturando] es que mi gente estaba ya toda muerta y que faltaba que me mataran a mi no más. Uno ve lo peor”, dijo.
Pero un día, casi sin aviso, las autoridades le comunicaron que sería liberado, aunque bajo la condición que debería dejar el país.
“Me enteré que íbamos a ser expulsados. En parte pensé que podía ser mi salvación y pensando que la cosa iba a tener solución rápida”, recuerda Leopoldo.
El 12 de julio de 1975, Leopoldo y parte de su familia abandonaron Chile rumbo a Londres, sin hablar inglés y casi con lo puesto.
Lo que pensaron como una salvación, pronto se convirtió en el nuevo capítulo de una difícil y larga lucha.
Sobreviviendo lejos de casa
Leopoldo es una de cientos de miles de personas que fueron expulsadas de Chile por el régimen de Augusto Pinochet.
Adaptarse a su nuevo hogar fue un proceso lento y difícil.
La tortura le produjo una discapacidad permanente que le ha impedido trabajar o aprender inglés.
“Pensaba que iba a estar dos años [en Londres] pero llevo casi 40 años aquí. Esto es chocante. He perdido mis amistades, he perdido a todo el mundo, incluso no puedo trabajar, no puedo hacer nada de lo que yo hacía en Chile. Estoy encajonado”.
Tras un largo proceso de solicitudes, Leopoldo pudo obtener algunos beneficios económicos previstos en Chile por su condición de exonerado político. Sin embargo, por no estar viviendo en su país, no tiene acceso a otras medidas de reparación en el ámbito de salud para víctimas de tortura, sumamente necesarias en su caso.
El exilio de Leopoldo, agravado por la tortura y la denegación de justicia, ha sido duro también para su familia. Su mujer, María Elena Otilia García no tuvo otra opción que dejar su trabajo en Chile y dedicarse al cuidado de su marido. Sus tres hijas – menores de edad cuando llegaron a Londres — tuvieron que enfrentarse a un nuevo escenario académico sin hablar el idioma y en un contexto cultural completamente distinto al de su país natal.
La familia también perdió todas sus posesiones y ahorros que tenían en Chile.
Leopoldo y su familia están muy agradecidos al Reino Unido pero todavía recuerdan lo difícil que fue comenzar una nueva vida en un país diferente hace casi 40 años.
“A nuestras tres hijas les afectó mucho el exilio. Al final pudieron adaptarse al país, pero les tomó tiempo por el idioma. La más pequeña, que tenía cuatro años y medio en ese momento tuvo que ir a una escuela para niños con capacidades diferentes y hacer terapia del habla. No fueron a la universidad a pesar de que la mayor tenía muy buenas notas en Chile y quería ser arquitecta”, dijo María Elena.
“También sufrimos discriminación. Cuando nos mudamos a nuestro primer departamento los vecinos no nos querían. Nos tiraban botellas de leche y huevos en nuestra casa, dejaban bolsas de basura en nuestra puerta… era terrible.”
Tras haber pasado más de la mitad de sus vidas en Londres, dicen que ahora es muy difícil volver a vivir en Chile.
El largo camino hacia la justicia y la reparación
Las cosas comenzaron a cambiar para Leopoldo y su familia cuando, en abril de 1994, decidieron tocar la puerta de REDRESS, una organización con sede en Londres de ayuda a víctimas de tortura.
Con su asesoramiento, en mayo de 2002, la familia García se embarcó en una denuncia ante el sistema interamericano contra el Estado chileno en reclamo por la falta de justicia y reparaciones.
Más de dos años después, en octubre de 2005, el caso fue admitido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que en 2011 lo remitió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Los abogados de REDRESS argumentaron que ni Leopoldo ni su familia han tenido acceso a justicia ni a reparaciones adecuadas. Han hecho un llamado a Chile para que remueva todos los obstáculos que previenen su acceso a la justicia, como la Ley de Amnistía. Además, argumentaron que la pensión que recibe como exonerado político se reajuste para tener en cuenta el mayor costo de vida en Londres y por la restitución de los ahorros que tenía en Chile.
La Corte Inter Americana de Derechos Humanos falló que Chile debe finalizar, lo antes posible, una investigación sobre los abusos sufridos por Leopoldo y llevar a los responsables a la justicia. La Corte, además, dijo que Leopoldo debería recibir una indemnización.
“Este fallo es positivo. El estado Chile ahora debe asegurar que aquellos que torturaron al señor García enfrenten la justicia”, dijo Guadalupe Marengo, directora adjunta del Programa Regional para América de Amnistía Internacional.
Este es el primer caso de un sobreviviente de tortura en Chile de la época de Pinochet que llega a esta instancia internacional. Leopoldo tiene claro que es Chile quien tiene que asumir la responsabilidad de lo que le ocurrió 40 años atrás y de las consecuencias que tuvo para él y su familia el exilio.
“Estoy muy agradecido de los ingleses por darme su acogida. Voy a morir aquí, pero es Chile quien tiene que asumir su responsabilidad. Yo no soy de aquí, soy de Chile”, insiste Leopoldo.