Por Alex Neve, secretario general de Amnistía Internacional Canadá, actualmente en Goz Beida, este de Chad.
“Ahora mismo estamos a salvo aquí, en el campo de refugiados. Pero también creíamos que lo estábamos cada vez que nos hemos trasladado a otro pueblo u otro campo [para personas desplazadas internamente]. Siempre pasa algo que hace que tengamos que huir de nuevo.”
– Refugiado de Darfur, campo de refugiados de Goz Amir, este de Chad, 10 de noviembre de 2013
Llevamos dos días entrevistando a refugiados darfuríes que han huido de Sudán al este de Chad este año. La mayoría llegaron en abril, tras intensificarse los combates y los abusos graves contra los derechos humanos en el estado de Darfur Central, donde se produjeron algunos de los peores actos de violencia cometidos en la región en años. Al menos 50.000 refugiados han llegado este año a Chad, donde se han sumado a otros 250.000 que llevan ya diez años aquí. Es el mayor éxodo de refugiados de Darfur desde 2006.
En los próximos días recogeremos más datos sobre el motivo de este desesperante empeoramiento de la situación en Darfur. Es evidente ya que los combates han adquirido una complejidad muy preocupante. Dos tribus árabes, en especial, los Salamat y los Misseriya, que eran aliados anteriormente, parecen ahora enemigos acérrimos. Esta circunstancia añade una dimensión especialmente inestable al conflicto, que era ya una situación muy fragmentada e imprevisible.
Este año se cumplen ya 10 desde que comenzó la terrible tragedia de derechos humanos y humanitaria de Darfur. Es por ello muy preocupante no sólo que la comunidad internacional siga sin acertar a encontrar soluciones duraderas a la crisis para la población de Darfur, sino, lo que es aún peor, que se esté escribiendo un nuevo capítulo de homicidios, violaciones y desplazamiento en gran escala.
Al entrevistar a decenas de refugiados en el campo de Goz Amir han surgido numerosos temas comunes. En especial hemos documentado testimonios directos de supervivientes de un ataque armado masivo lanzado contra la localidad de Aby Yeradil y varios pueblos circundantes a principios de abril. En conjunto, describen una situación de tremendo caos y violencia indiscriminada.
Pero particularmente inquietante es la frecuencia con que los refugiados nos cuentan largas historias personales y familiares de desplazamiento incesante a lo largo de los últimos 10 años. Bastante doloroso era ya tener que soportar el miedo y las dificultades de huir de sus hogares en abril. Pero casi para cada uno de ellos no ha sido más que un ejemplo más de una larga sucesión de huidas y escapadas iniciada años atrás.
Para numerosas personas, la historia comienza en 2003 o 2004, con un pueblo que los combatientes yanyawid atacan y destruyen. Muchas perdieron a seres queridos entonces. Les quemaron las viviendas y se quedaron sin nada. Algunas huyeron a otras ciudades y pueblos, pero para ser atacadas de nuevo semanas o meses más tarde. Muchos de los refugiados entrevistados llegaron a Abu Yeradil tras llevar años intentado encontrar seguridad y haber pasado por otros tres o cuatro pueblos más.
Algunos, en especial los hombres jóvenes, llegaron incluso a Jartum y otras grandes ciudades, donde los aprehendieron en detenciones masivas de darfuríes sospechosos de vinculación con grupos armados de oposición. Una vez en libertad, se pusieron de nuevo en movimiento.
Por supuesto, gran número de ellos buscaron refugio en la gran red de campos para personas internamente desplazadas de Darfur, donde las condiciones eran precarias y peligrosas, particularmente para las mujeres que tenían que salir del campo para ir a buscar leña. Es por ello que algunos dejaron los campos en busca de un lugar más seguro.
Muchos han cruzado a menudo las fronteras en una zona donde se concentra la turbulencia de Darfur, la República Centroafricana y Chad. Hay darfuríes que han huido a la República Centroafricana y regresado luego a Darfur al estallar allí el caos y una situación de violencia inimaginable. Hay chadianos que han huido a Darfur y regresado luego a Chad. También han cruzado ambas fronteras centroafricanos que huían de la escalada de la violencia en su país.
He entrevistado a un refugiado darfurí que huyó primeramente a la República Centroafricana, regresó luego a Darfur y se encuentra ahora en Chad. Ha contado: “Dejé el infierno atrás cuando huí de Darfur la primer vez. Luego el infierno me encontró en África central. Pero en Darfur había todavía un infierno. ¿Qué va a ser de mí ahora en Chad? ¿También esto será un infierno?”.
Un hombre ha explicado, llorando, cuán duramente trabajó a fin de dar una buena vida a su familia, sólo para que todo quedara totalmente destruido en un ataque de los yanyawid en 2004 y se viera obligado a huir, primeramente a un campo para personas desplazadas internamente y, al final, a Abu Yeradil. Aquí, su hermano y él trabajaron de nuevo mucho, hasta poder abrir una tiendecita con que mantener a sus grandes familias, sólo para ver cómo se esfumaba todo al ser atacada la localidad y quedar casi todos los edificios destruidos por el fuego en abril de este año. Cuenta lo siguiente: “Ni siquiera robaban nada; lo quemaban todo. Era evidente que intentaban destruir nuestras vidas, no llevarse nuestras cosas.”
Una mujer ha hablado de su hijo, a quien dice que sólo ve una vez cada dos años aproximadamente, porque está huyendo de un lugar a otro. Le preocupa la generación más joven, porque “no saben lo que es tener un lugar que sea tu hogar”.
Tan acostumbrados están los refugiados darfuríes a este desplazamiento incesante, que muchos han expresado sus dudas de que la situación siga siendo segura para ellos en el campo de refugiados. Un hombre me ha dicho: “Siempre pasa algo que hace que tengamos que huir de nuevo”.
Es intolerable que esta crisis de abusos contra los derechos humanos, desplazamiento forzado y conflicto se haya prolongado durante 10 años. Es imposible ya quedarse de manos cruzadas viendo cómo empeora. Debemos aumentar la presión para que se ponga realmente solución a la crisis de Darfur.
Más información:
Why monitoring human rights in Sudan still matters (blog, 9 de septiembre de 2013)