Ali Aarrass fue torturado en una prisión secreta marroquí antes de ser encarcelado 12 años por terrorismo. Su hermana Farida nos cuenta lo mucho que representa el apoyo internacional para la lucha por la justicia de su familia.
Las personas tienen una enorme capacidad de sufrimiento; no lo sabes hasta que te pasa algo así.
Es muy difícil vivir sin saber nada de tu hermano, sospechando que ha sido torturado, sabiendo que está mal. La detención en régimen de incomunicación [cuando se niega a los detenidos el contacto con cualquier persona del exterior de la prisión] es mortal: es cuando ocurre todo [la tortura]. No supimos nada de mi hermano durante meses.
Ali corre todos los días el riesgo de que las cosas empeoren, de ser maltratado otra vez. Cuando hace acusaciones, cuando denuncia. Me llama de vez en cuando, si no ha tenido problemas. Ha tratado de escribirnos cartas, pero no salen de la prisión.
Adquiere fuerza gracias a las personas que lo apoyan y le mantienen en marcha. Escribió: “Lo peor que le puede pasar a un preso es que la gente se olvide de él”.
El apoyo nos da fuerza
Dedico todo mi tiempo a obtener justicia para mi hermano. Al principio pensaba que las autoridades se darían cuenta de que había sido un error. Pero pronto supe que era un caso muy grave. He asumido la responsabilidad para que ésta no recaiga sobre mis padres.
Esto nos afecta profundamente. Mi padre tiene 84 años y está enfermo de cáncer. No quiere morir sin ver a su hijo en libertad. Mi madre tiene 73 años y una fuerza increíble. Dice que llorar no sirve de nada, que lo importante es luchar por la justicia.
Poco a poco he ido conociendo cada vez a más personas que han dicho que me ayudarían. A medida que iban conociendo mejor el caso de Ali, menos miedo tenían. Hay muchas más personas —políticos, abogados, activistas— que se han ido interesando por la historia de mi hermano. Ven que este es realmente un caso muy grave de injusticia.
La gente que nos apoya es la parte más maravillosa de esta lucha. El ánimo que nos infunden, es como dar agua a una persona sedienta que está atravesando el Sáhara. Ellos —ustedes— son el agua que necesitamos para vivir, el aire que necesitamos para respirar. De allí es de donde obtengo mi fuerza.
No nos sentimos solos
Ali es realista. Sabe que le quedan seis años de prisión, pero también es optimista. Aunque está encerrado, saber que la ONU o Amnistía están trabajando en su caso le da una enorme satisfacción.
Se siente bien respaldado y sabe que no vamos a detenernos, que está con nosotros cada día. Dice que su caso debe utilizarse para asegurar que no hay más extradiciones, no más torturas. “Quiero que la mía sea la última de esas injusticias”, me dice.
Me hace muy feliz ver que ustedes trabajan por mi hermano y contra la tortura. No se detengan, su labor es fundamental. Sigan luchando, porque las vidas de muchas personas detenidas injustamente dependen de ello. No nos sentimos solos. Estamos muy agradecidos.
Actúa
Hoy es el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura. Puedes apoyar a Ali y a otras personas como él firmando nuestras peticiones.