Un escalofriante nuevo informe de Amnistía Internacional denuncia la calculada campaña del gobierno sirio de ejecuciones extrajudiciales mediante ahorcamientos masivos en la prisión de Saydnaya. Entre 2011 y 2015, todas las semanas, y a menudo dos veces a la semana, se sacó de sus celdas a grupos de hasta 50 personas para ahorcarlas. En cinco años fueron ahorcadas en secreto en esta prisión hasta 13.000 personas, en su mayoría civiles presuntamente contrarios al gobierno.
El informe Human slaughterhouse: Mass hangings and extermination at Saydnaya prison, Syria (“Matadero humano: Ahorcamientos masivos y exterminio en la prisión siria de Saydnaya”) muestra asimismo que el gobierno impone deliberadamente condiciones inhumanas a los presos de Saydnaya mediante torturas reiteradas y la privación sistemática de alimentos, agua, medicinas y atención médica. El informe documenta que estas políticas de exterminio han matado a un número enorme de reclusos.
Estas prácticas, que constituyen crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, son autorizadas por las máximas instancias del gobierno sirio.
“Los horrores expuestos en este informe revelan una campaña oculta y monstruosa autorizada por las máximas instancias del gobierno sirio, encaminada a aplastar cualquier forma de disidencia en la población siria”, ha declarado Lynn Maalouf, directora adjunta de investigación en la oficina regional de Beirut de Amnistía Internacional.
“Exigimos a las autoridades sirias que cesen inmediatamente las ejecuciones extrajudiciales y la tortura y los tratos inhumanos en la prisión de Saydnaya y en todos las demás prisiones del gobierno que hay en Siria. Rusia e Irán, los mayores aliados del gobierno, deben presionar para que se ponga fin a estas políticas homicidas de reclusión.
“Las conversaciones de paz sobre Siria que se celebrarán próximamente en Ginebra no pueden ignorar estos hallazgos. Hay que incluir en el orden del día que se acabe con estas atrocidades en las prisiones del gobierno sirio. La ONU debe realizar inmediatamente una investigación independiente sobre los crímenes que se están cometiendo en Saydnaya y exigir el acceso de observadores independientes a todos los centros de reclusión.”
El informe revela que entre 2011 y 2015 existió una rutina de ejecuciones extrajudiciales masivas mediante ahorcamiento dentro de la prisión de Saydnaya. Todas las semanas —y a menudo dos veces a la semana— se ahorcaba a las víctimas en grupos de 50, de madrugada y en total secreto. Hay razones de peso para creer que esta rutina sigue existiendo actualmente. Por otra parte, un gran número de reclusos ha muerto como consecuencia de las políticas de exterminio de las autoridades, que incluyen torturas reiteradas y la privación sistemática de alimentos, agua, medicinas y atención médica. Además, los presos de Saydnaya deben obedecer una serie de normas sádicas y deshumanizadoras.
Las conclusiones del informe se basan en una investigación intensiva realizada a lo largo de un año, desde diciembre de 2015 hasta diciembre de 2016, en la que se hicieron entrevistas directas a 84 testigos, entre los que había ex guardias y funcionarios de Saydnaya, reclusos, jueces y abogados, así como expertos nacionales e internacionales en la privación de libertad en Siria.
En un informe anterior de Amnistía Internacional publicado en agosto de 2016, que incluía una reconstrucción de la prisión de Saydnaya realizada mediante técnicas de arquitectura forense, se calculaba que desde que comenzó la crisis siria en 2011 habían muerto en las prisiones de Siria más de 17.000 personas como consecuencia de las condiciones inhumanas y la tortura. Esta cifra no incluye las aproximadamente 13.000 muertes adicionales consecuencia de las ejecuciones extrajudiciales que se denuncian en este informe.
El papel del Tribunal Militar de Campaña
Ni uno solo de los reclusos condenados a la horca en la prisión de Saydnaya es sometido a nada que se parezca a un juicio. Antes de ser ahorcadas, las víctimas son sometidas a un trámite superficial de uno o dos minutos en lo que se conoce como Tribunal Militar de Campaña. Estas actuaciones son tan sumarias y arbitrarias que no pueden considerarse un procedimiento judicial. Los testimonios de ex funcionarios del Estado, guardias, jueces y reclusos ayudaron a Amnistía Internacional a reconstruir con detalle las ridículas actuaciones que desembocan en el ahorcamiento.
Un ex juez de un tribunal militar sirio contó a Amnistía Internacional que el “tribunal” actúa fuera del marco judicial sirio. “El juez preguntará al detenido su nombre y si ha cometido el delito. Sea cual sea la respuesta, será declarado culpable […] Este tribunal no tiene nada que ver con el Estado de derecho. Esto no es un tribunal”, dijo.
Las sentencias condenatorias dictadas por este presunto tribunal se basan en confesiones falsas obtenidas mediante tortura. Los detenidos no tienen acceso a un abogado ni reciben una oportunidad para defenderse; en su mayoría han sido sometidos a desaparición forzada y están recluidos en secreto y aislados del mundo exterior. Los condenados a muerte no conocen su condena hasta minutos antes de ser ahorcados.
Ahorcamientos masivos
Los ahorcamientos en Saydnaya se llevan a cabo una o dos veces a la semana, normalmente los lunes y los miércoles, de madrugada. A los reclusos cuyos nombres figuran en la lista se les dice que van a trasladarlos a prisiones civiles de Siria. En realidad, se los lleva a una celda en el sótano de la prisión, donde se les propina una brutal paliza. Luego los trasladan a otro edificio del recinto de Saydnaya, donde son ahorcados. Durante todo este proceso, las víctimas tienen los ojos vendados y no saben cómo ni cuándo van a morir hasta que se les pasa la soga alrededor del cuello.
“Los tienen [colgados] allí 10 o 15 minutos. Algunos no morían porque pesaban poco. En el caso de los jóvenes, su peso no los mataba. Los ayudantes de los funcionarios los bajaban y les rompían el cuello”, dijo un ex juez que presenció los ahorcamientos.
Las personas que se encuentran recluidas en las plantas situadas encima de la “sala de ejecución” dijeron que a veces oían los ahorcamientos.
“Si ponías la oreja en el suelo, podías oír una especie de borboteo. Esto duraba unos 10 minutos […] Nosotros dormíamos encima de esas personas, oyendo cómo se asfixiaban hasta morir. Esto era lo normal para mí entonces”, dijo “Hamid”, ex oficial del ejército que fue detenido en 2011.
En una sola noche pueden ser ahorcadas hasta 50 personas. Sus cadáveres se sacan en camiones para ser enterrados en secreto en fosas comunes. No se informa a sus familias sobre la suerte que han corrido.
Una política de exterminio
Los sobrevivientes de Saydnaya también ofrecieron testimonios escalofriantes y terribles sobre la vida dentro de la prisión, describiendo un mundo cuidadosamente diseñado para humillar, degradar, enfermar, matar de hambre y causar en última instancia la muerte a quienes estaban atrapados en su interior.
Estos espeluznantes relatos llevan a Amnistía Internacional a concluir que el sufrimiento y las terribles condiciones de Saydnaya se infligen deliberadamente a los reclusos como una política de exterminio.
Muchos de los presos dijeron que habían sido violados y, en algunos casos, obligados a violar a otros reclusos. La tortura y las palizas se emplean habitualmente como una forma de castigo y de degradación, y a menudo causan lesiones permanentes, incapacidad e incluso la muerte. El suelo de las celdas está cubierto de sangre y pus de las heridas de los presos. Los guardias de la prisión recogen los cuerpos de los reclusos muertos cada mañana, hacia las 9.
“Todos los días había uno o dos muertos en nuestro pabellón […] Recuerdo que el guardia nos preguntaba cuántos teníamos. Decía: ‘sala número uno, ¿cuántos? Sala número dos, ¿cuántos?’ y así sucesivamente […] En una ocasión […] llegaron los guardias, sala por sala, y nos pegaron en la cabeza, el pecho y el cuello. Ese día murieron 13 personas en nuestro pabellón”, dijo “Nader”, ex recluso de Saydnaya.
El suministro de alimentos y agua se interrumpe regularmente. Cuando llevan la comida, los guardias suelen esparcirla en el suelo de la celda, donde se mezcla con la sangre y la tierra. Los escasos reclusos que salen de Saydnaya suelen pesar la mitad de lo que pesaban al llegar.
Saydnaya tiene además su propio conjunto de “normas especiales”. No se permite a los presos hacer ningún ruido, hablar o siquiera susurrar. Se los obliga a adoptar ciertas posturas cuando los guardias entran en las celdas y sólo mirar a los guardias puede castigarse con la muerte.
La comunidad internacional, y especialmente el Consejo de Seguridad de la ONU, debe adoptar medidas inmediatas y urgentes para poner fin a este sufrimiento.
“El Consejo de Seguridad de la ONU debe tomar una firme decisión. No puede mirar hacia otro lado ante estos terribles crímenes; debe aprobar una resolución que exija que el gobierno sirio abra sus prisiones a los observadores internacionales. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU debe abrir inmediatamente una investigación independiente sobre estas violaciones graves del derecho internacional”, concluyó Lynn Maalouf.
“No se puede permitir que continúen el homicidio a sangre fría de miles de presos indefensos, junto con los programas cuidadosamente diseñados y sistemáticos de tortura psicológica y física que se aplican en la prisión de Saydnaya. Es preciso llevar ante la justicia a los responsables de estos crímenes horrendos.”