Siria: Indicios de nuevo crimen de guerra: ataque con gas de cloro mata a toda una familia

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Testigos presenciales de un supuesto ataque con gas de cloro perpetrado la pasada noche en Idlib, en el norte de Siria, han contado a Amnistía Internacional la terrible muerte que sufrió toda una familia, incluidos tres niños menores de tres años.

Decenas de civiles más fueron expuestos al tóxico gas de cloro en dos aparentes ataques con armas químicas supuestamente realizados por fuerzas gubernamentales en y alrededor de la ciudad de Sarmin (Idlib), la pasada noche, según testigos presenciales.

“Estos terribles ataques, que han causado una muerte atroz a civiles, incluidos niños pequeños, son otro indicio más de que las fuerzas del gobierno sirio están cometiendo crímenes de guerra con impunidad. La situación en Siria debe ser remitida a la Corte Penal Internacional con urgencia”, declaró Philip Luther, director del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.

En total, unas 100 personas estuvieron expuestas a niveles tóxicos de cloro después de que helicópteros de las fuerzas armadas sirias lanzaran cuatro barriles que contenían el gas en dos ataques contra Sarmin y la localidad vecina de Qmainass producidos entre las 9:15 y las 11 de la noche del 16 de marzo, según testigos presenciales. Entre los heridos hay un pequeño número de combatientes del grupo armado Ejército Sirio Libre, pero la inmensa mayoría son civiles.

Un portavoz del ejército sirio negó la responsabilidad de este sobre los ataques.

Un médico y un trabajador de la defensa civil dijeron a Amnistía Internacional que los afectados por el ataque no tenían lesiones asociadas a armas explosivas, sino que mostraban síntomas característicos de un ataque con armas químicas, como ojos enrojecidos, falta de aliento, tos continua, dificultades para respirar, vómitos y babeo.

Un miembro de la defensa civil que acudió a una vivienda próxima al lugar del ataque en Sarmin dijo a Amnistía Internacional:
“El olor era horrible. Evacuamos a la gente. Nos dijeron que una familia vivía en el sótano. Tres de nosotros bajamos las escaleras. Inspiré una vez y luego, al inspirar por segunda vez, me quemé la garganta y me empezaron a arder los ojos. No teníamos máscaras. No tenemos ropa especial. No pude seguir. Contuve la respiración, pero no pude contenerla más. Vi a una mujer en las escaleras. Estaba azul y no respiraba. La evacuamos y un minuto después entró el siguiente equipo y evacuó a la otra familia. Llevaban máscaras y por eso pudieron bajar. Evacuaron al padre, a la madre y a tres bebés. Todos murieron.”

Los nombres de los miembros de la familia que perdieron la vida son Warf Mohammad Taleb, su madre Ayoush Hassan Qaq, su esposa Ala al Jati y sus tres hijos: Sara, Aisha y Mohamad Taleb.

Un activista local publicó unas imágenes de vídeo grabadas en un hospital después de los ataques, en las que se ve a un bebé agonizante desnudo sobre una mesa y cómo colocan los cuerpos lacios y desnudos de los otros dos niños Taleb sobre el cadáver de su madre, en una cama del hospital.
En septiembre de 2013, tras la muerte de cientos de personas en presuntos ataques con gas sarín en Ghouta, en las afueras de Damasco, el presidente sirio Bashar al Assad se adhirió a la Convención sobre las Armas Químicas y se comprometió a destruir el arsenal de agentes químicos prohibidos del país.

Sin embargo, un año después, en septiembre de 2014, una misión de investigación de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas halló “una confirmación convincente” de que a principios de año se había usado un agente químico tóxico de forma “sistemática y reiterada” como arma en pueblos del norte de Siria.

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