Yulia Berezovskaja, directora general de Grani.ru, medio de comunicación online independiente prohibido en Rusia
En Rusia hemos pagado caro, muy caro, el usar las palabras: penas de prisión con trabajos forzados bajo el régimen de los zares por distribuir folletos subversivos y años de manicomios y campos de trabajo soviéticos por emplear el sistema clandestino de samizdat para pasar documentos entre lectores o por contar chistes políticos.
Hoy en día hay en este país personas en el poder que forjaron sus carreras en el KGB reprimiendo brutalmente la libertad de expresión y de pensamiento. Implicadas a fondo ahora en la guerra de Ucrania, sus acciones son cada vez más descaradas y crueles.
Hoy, por criticar al Kremlin, apoyar a Ucrania o usar símbolos mal vistos, las personas reciben palizas, son asesinadas, transportadas en furgones policiales o condenadas a detención administrativa o a sanciones penales. Asistimos a represalias brutales contra periodistas, bloqueos de sitios web e intentos de ejercer un control total sobre los medios sociales.
Mientras los canales de televisión controlados por el Estado se afanan en incitar al odio, las críticas independientes no deseadas y las verdades incómodas se tildan de “apología del odio” y en ocasiones son punibles por ley.
Las autoridades aluden con hipocresía a los intereses de la infancia, que necesita ser protegida de la información peligrosa: con este pretexto se puede prohibir absolutamente todo, desde dibujos animados muy conocidos considerados “propaganda” hasta artículos de la Wikipedia.
El Kremlin juega la carta del separatismo en el este de Ucrania, pero reacciona con gran nerviosismo ante cualquier intento de debatir los derechos de las regiones rusas. Se ha promulgado una ley especial que establece responsabilidad penal por hacer “llamamientos al separatismo”. El intento de un pequeño grupo de activistas de realizar una “marcha por la federalización de Siberia” se saldó con una censura masiva de sitios web. Una activista acabó en prisión por una iniciativa semejante en la región de Kubán.
El publicista Boris Stomakhin cumple su segunda condena en un campo penitenciario por publicar artículos en Internet en los que criticaba lo que él ha llamado las políticas imperiales de Putin. Ha sido declarado culpable de incitación al terrorismo.
Se ha tipificado como delito punible desviarse de la interpretación oficial de la historia de la Segunda Guerra Mundial.
La asamblea legislativa lleva tiempo aprobando una tras otra leyes a cada cual más dementes, mientras la actividad febril de la policía, los fiscales y otros agentes ha alcanzado cotas vertiginosas de absurdez. Se ha aprobado una ley imposible de aplicar sobre el registro estatal de blogueros populares, y se ejerce una presión constante sobre los simples internautas. Puede citarse a personas para interrogarlas por comentarios que han hecho o por replicar o incluso etiquetar vídeos.
Algunos proyectos periodísticos se están trasladando al extranjero: el editor jefe de Lenta.ru, al que despidieron, ha lanzado un sitio web de noticias en Riga, la capital letona, para público ruso. Por su parte, los usuarios aprenden a restaurar el acceso a contenido bloqueado (entre otros, a nuestro sitio web, Grani.ru), y están surgiendo ejemplos asombrosos de arte político y arte activista.
Grani.ru ya ha estado bloqueado durante seis meses en Rusia por “llamamientos a la participación en actos multitudinarios no autorizados”: así es como la fiscalía califica nuestros informes sobre concentraciones callejeras de apoyo a presos políticos.
Continuamos publicando material al mismo ritmo, lanzando constantemente nuevos sitios web replicados y ampliando nuestra presencia en los medios sociales.
La respuesta del Roscomnadzor, el regulador ruso de medios de comunicación, ha consistido en incluir en una lista negra más de 40 de nuestros sitios web replicados. Y aunque hemos perdido todos nuestros procesos judiciales sobre bloqueo de sitios web en Rusia, no hemos perdido a nuestro público. Seguimos resistiendo y sacando a la luz nuestro trabajo. Para nosotros es importante preservar Grani como plataforma de debate libre y como símbolo de resistencia civil. Nuestra experiencia en sortear la censura también será útil para otros proyectos de Internet que han sido bloqueados.
Haremos todo lo que esté en nuestras manos para lograr que se sigan escuchando las voces de la Rusia libre.
Pese a que el margen para la libertad de expresión mengua a pasos agigantados, muchas personas en Rusia expresan sus opiniones públicamente. Entre el 6 y el 12 de octubre, activistas de Amnistía Internacional mostrarán su solidaridad con ellas en una semana de acción destinada a hacer saber a los dirigentes rusos que el resto del mundo no se va a callar.
Actúa y obtén más información en www.amnesty.org/Speak-Out-Russia