Solomon Ebhogadhe explica a Amnistía Internacional que espera que algún día se revoque la condena a muerte de su padre, y salga de la cárcel.
El 16 de junio de 2013, ThankGod Ebhos fue conducido a rastras hasta la horca en la prisión de Benin (Nigeria). Allí lo obligaron a ver cómo ahorcaban a cuatro hombres.
Si logró salvar la vida en el último momento fue sólo porque las autoridades penitenciarias se dieron cuenta de que para ejecutar su condena a muerte se necesitaba un pelotón de fusilamiento, que no habían preparado.
Este carpintero nigeriano lleva 17 años condenado a muerte, desde que fuera declarado culpable de robo a mano armada por un tribunal especial en 1995. El gobierno militar de la época le negó el derecho de apelación, y en la actualidad está recurriendo la condena, para lo que alega, entre otras cosas, que su confesión fue obtenida mediante tortura y que su abogado se retiró durante el transcurso del juicio, con lo que lo dejó sin representación legal ante el tribunal.
Su hijo, Solomon Ebhogadhe, se enteró de que estaba a punto de ser ejecutado porque leyó en un periódico local que habían ahorcado a cuatro hombres.
“A la mañana siguiente de las cuatro ejecuciones supe que estaba expuesto a ser ejecutado –contó Solomon a Amnistía Internacional el año pasado–. “El artículo decía que había aún otra persona pendiente de ejecución y supe que era él. Mis dos hermanas mayores fueron a la prisión a averiguar qué pasaba.”
Una esperanza incierta
Un año después, ThankGod sigue en prisión, pero la situación parece mejor. En palabras dirigidas a Amnistía Internacional en marzo de 2014, Solomon comunicó que su padre –al que había visto por última vez en diciembre de 2013– se encontraba bien. Asimismo, afirmó que la desesperación que ambos sentían antes había dado paso a una incierta esperanza con respecto al futuro.
“Cuando lo veo,” declaró Solomon, “ambos compartimos nuestros deseos: verlo algún día fuera de ese lugar, y que el gobierno lo indulte y le dé una nueva oportunidad para actuar correctamente en la sociedad.”
Los últimos acontecimientos parecen indicar que esa posibilidad existe. En febrero de 2014, el Tribunal de Justicia de la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental) ordenó a los gobiernos del estado de Edo y de Nigeria que eliminaran el nombre de ThankGod de la lista de condenados a muerte. El gobierno federal nigeriano ha afirmado ya que respetará la orden del tribunal de detener las ejecuciones. Al menos parece que, de momento, ThankGod se ha librado de una ejecución inminente.
Miles de condenados a muerte
En Nigeria hay más de 1.000 personas condenadas a muerte. Tras siete años, el país llevó a cabo la primera ejecución judicial en junio de 2013, cuando ahorcó a cuatro hombres, convirtiéndose así en uno de los cinco únicos países del África subsahariana que consumaron ejecuciones ese año. Estas ejecuciones sorprendieron a muchas personas, habida cuenta del secretismo que las envolvió.
Para Solomon, cuya vida se ha visto tan profundamente afectada por la pena de muerte, ésta es un castigo inaceptable. “No es cuestión de ‘ojo por ojo y diente por diente’”, explica. “No se puede decir: ‘éste es el que debe morir, y tú eres el que lo va a matar’. Esto de la pena de muerte… no es algo razonable, no es algo moral, no es algo que deba decidir una persona que tampoco es perfecta.”
Petición de compasión
Hoy día, Solomon tiene la esperanza de ver algún día a su padre en libertad. “El objetivo es que liberen a mi padre, no sólo que no lo ejecuten,” aclara Solomon. “Sé que mi padre es un hombre con un gran potencial. Saldrá de prisión y será un activo para nuestro país.”
En parte, atribuye esta nueva actitud esperanzada al apoyo de Amnistía a la causa de su padre. “Amnistía ha hecho mucho por mí y por mi familia”, prosigue. “[Nuestro mensaje] ha llegado lejos; nosotros no tenemos medios económicos para hacer llegar tan lejos el mensaje. No habríamos podido hablar y conseguir que el gobierno nos escuchara. Estoy muy agradecido a Amnistía.”
En un emotivo llamamiento al gobierno nigeriano, ha expresado su esperanza de que den a su padre una segunda oportunidad. “A mi gobierno, al presidente, les pido que muestren compasión hacia mi padre”, ha dicho. “Que tengan piedad, que tengan compasión. Quiero que se convenzan de que ese hombre puede ser, de nuevo, una persona mejor en sociedad. Que me ayuden para que mi padre pueda ser libre. Para que, al igual que ellos son padres de sus hijos, yo también tenga un padre. Por favor.”
Amnistía Internacional sigue haciendo campaña por la abolición de la pena de muerte y por una reforma de la justicia penal que garantice juicios justos en Nigeria.
Pueden encontrar más información sobre el trabajo de Amnistía Internacional en la revista WIRE.