Estas tres semanas que llevo en la calle con mis compañeros manifestantes están siendo una experiencia intensa. Muchos nos hemos hecho muy amigos y nos preocupamos realmente de la seguridad de cada uno de nosotros. También he visto una gran autodisciplina por parte de los estudiantes y los jóvenes. Han dirigido el reciclado de materiales y recursos en los lugares de las protestas, y algunos también han limpiado las calles como voluntarios.
Nadie está dirigiendo estas actividades, sino que hay voluntarios que asumen tareas espontáneamente. Por ejemplo, mis compañeros de clase en la universidad vienen cada mañana y se organizan por turnos. He visto también a jóvenes en bicicleta llevando comida a quienes no han comido. Por estos actos de conciencia cívica nos han llamado “los manifestantes más educados”. Creo que aquí se han forjado muchos lazos fuertes que durarán largo tiempo.
Sé que quienes nos critican dicen que las manifestaciones han causado pérdidas económicas y molestias a la gente. Lo reconocemos en parte y hemos pedido disculpas con frecuencia a las personas afectadas, como los trabajadores que han tenido que salir de casa antes por las interrupciones de tráfico. A veces también hemos tratado de negociar con los manifestantes que ocupaban carreteras para que pudieran pasar los vehículos, pero también respetamos las decisiones de los manifestantes si insisten en quedarse en las carreteras. La gente que está en la calle se considera una moneda de cambio que puede ayudarnos a negociar con el gobierno.
Qué quieren los jóvenes
Luchamos por una democracia real, pero el aumento de la desigualdad es otra razón por la que han aparecido tantos jóvenes. Creemos que la movilidad social está disminuyendo y nos cuesta mucho ascender en la escala social.
A mis padres les preocupa mucho mi seguridad, pero también comprenden y comparten mis creencias políticas. Me llaman cada día para asegurarse de que estoy bien y también han tratado de convencerme para que me retire. Llevo tres semanas faltando a clase y, como los demás, estoy impaciente por ver una resolución. El próximo diálogo con el gobierno es, sin duda, un paso positivo, pero no estoy en condiciones de predecir qué saldrá de allí. Salvo que haya algún avance real hacia un auténtico sufragio universal, no vamos a ceder.