15 diciembre 2013
Miriam López fue secuestrada a la entrada de una escuela por hombres con pasamontañas, torturada y recluida durante meses. ¿Cómo pudo ocurrir esto? Aquí encontrarás información sobre la realidad de la tortura en México.
Miriam Isaura López Vargas tardó un tiempo en entender lo que le había sucedido.
El 2 de febrero de 2011, esta madre de 30 años acababa de dejar a tres de sus cuatro hijos en una escuela de Ensenada, ciudad situada en el norte de México. De repente aparecieron dos hombres con el rostro cubierto por pasamontañas que la obligaron a subir a una furgoneta blanca y se la llevaron.
“No sabía quiénes eran y, cuando les pregunté, me apuntaron con una pistola a la cabeza y me dijeron que me callase o que me volarían los sesos”, contó Miriam posteriormente. Los hombres resultaron ser soldados vestidos de civil. Llevaron a Miriam a un cuartel militar situado en una ciudad cercana, Tijuana. Miriam describió lo que pasó a continuación como los siete peores días de su vida.
“Me torturaron: me ponían una y otra vez paños mojados en la cara y me echaban agua para que no pudiera respirar”, nos explicó. “Me aplicaron descargas eléctricas.”
Profundamente traumatizada, Miriam logró después encontrar el valor para contar a su pareja que los soldados también la habían violado repetidamente.
Los soldados intentaban obligar a Miriam a «confesar» que traficaba con drogas a través de un puesto de control militar. Miriam mantiene su inocencia y alega que simplemente recorría el trayecto habitual para visitar a su madre, que vive a 45 km.
Tras una semana de tortura, Miriam fue trasladada a un centro de detención de Ciudad de México. Pasó allí 80 días antes de que se presentaran contra ella cargos de narcotráfico y la transfirieran a una prisión de Ensenada. Quedó por fin en libertad el 2 de septiembre de 2011, después de que su caso fuese desestimado por falta de pruebas.
Uso de la tortura para combatir la delincuencia
La tortura sigue siendo el método elegido por la policía en todo México para investigar delitos.
A menudo se tortura o se infligen otros malos tratos a las personas para obligarlas a firmar declaraciones que las implican falsamente a ellas o a terceros en un delito. A continuación, estas declaraciones se usan como pruebas acusatorias. Las autoridades tienden a pasar por alto estas prácticas porque la tortura identifica a supuestos «delincuentes» y da a entender que la policía está combatiendo la delincuencia eficazmente.
De este modo se deja a muchos inocentes entre rejas, a delincuentes en la calle, a víctimas de delitos sin acceso a una justicia real y a la población en general expuesta a sufrir más delincuencia y violencia.
La fiscalía se valió del testimonio de Miriam para implicar a terceros, y no sólo a ella, en delitos de narcotráfico. La acusación tan sólo necesitaba a alguien que colmase la falta de pruebas necesarias para presentar cargos.
Miriam es una entre miles
Hace unos años, México empezó a combatir los cárteles de la droga y la delincuencia organizada recurriendo a decenas de miles de soldados y marinos para dirigir las operaciones. Desde entonces han aumentado las denuncias de tortura y otros malos tratos cometidos por las fuerzas armadas y la policía. Esta situación ha dejado a la población mexicana mucho más expuesta a ser torturada al azar.
La gente corriente como Miriam, con pocos medios y un acceso limitado a asistencia letrada independiente, es especialmente vulnerable.
Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, sólo las denuncias de tortura y otros malos tratos aumentaron un 500 por ciento entre 2006 y 2012. La Comisión también está investigando unas 2.400 desapariciones en las que hay funcionarios públicos implicados.
Abandonada por sistema
Sucesivos gobiernos mexicanos han declarado en repetidas ocasiones que prevendrían y castigarían la tortura. Sin embargo, hasta ahora no han investigado plenamente ninguna denuncia y apenas han llevado a nadie ante la justicia. Las autoridades, incluidos los jueces, también están incumpliendo su obligación jurídica de impedir que se usen como prueba en los juicios los testimonios extraídos bajo tortura.
En 2012, Miriam fue examinada por funcionarios de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que confirmaron que su relato coincidía con las señales que presentaba de haber sido sufrido tortura, incluida violencia sexual. Sin embargo, la Procuraduría General de la República solicitó un segundo examen, que esta vez sería efectuado por sus propios forenses.
Este examen no se realizó hasta mayo de 2013, a pesar de que Miriam había presentado la denuncia de tortura en diciembre de 2011. En el momento en que WIRE iba a imprenta, todavía no se había informado a Miriam ni a su abogada de los resultados del examen.
Dile a Miriam que no está sola
El 15 de diciembre de 2013 se cumplirán dos años desde que Miriam interpuso la denuncia ante la Procuraduría General de la República por las violaciones de derechos humanos que sufrió.
La investigación apenas ha avanzado desde entonces. Pese a los convincentes indicios médicos y a que Miriam ha identificado a algunos de los agresores, nadie ha sido interrogado oficialmente.
En México, la mayoría de las víctimas de tortura están demasiado asustadas para denunciar. Muchas mujeres que han sufrido agresión sexual temen ser estigmatizadas si hablan abiertamente. Miriam decidió dar un paso al frente porque está resuelta a que se le haga justicia y a proteger a otras personas de sufrir aquello por lo que ella pasó.
Necesita tu apoyo. Su domicilio en Ensenada, estado de Baja California, se encuentra a 2.000 km de la capital, Ciudad de México, donde se está tramitando su caso. Miriam se mantiene en contacto periódico con su abogada, con una ONG nacional que le presta apoyo y con Amnistía Internacional. Pese a ello, mantener la lucha es un desafío constante.
“Intento vivir con normalidad», nos contó, «pero siempre tengo miedo, por mí, por mi familia; temo que algo pueda ocurrirles». Para proteger a su familia, Miriam nos ha pedido que no se publique ninguna imagen que la identifique.