14 diciembre de 2013
Una activista de Amnistía Internacional en el sudeste asiático explicó recientemente cómo la pasión por Myanmar la indujo a colaborar con la organización y por qué el Dr. Tun Aung necesita tu ayuda.
Siento un gran interés por los derechos civiles y políticos desde que era una adolescente en Irlanda. Mi padre ha sido miembro de Amnistía Internacional toda su vida, por lo que conocía la organización. En la universidad, me centré en las causas subyacentes de las tensiones comunitarias entre las comunidades india y birmana en Rangún en la década de 1930 para mi investigación de postgrado. También he viajado allí. Fue una combinación de estos factores lo que me llevó a trabajar sobre Myanmar para Amnistía Internacional.
La situación política en Myanmar ha sido bastante inestable en los últimos años. Según el gobierno, más de 28.000 presos han quedado en libertad en virtud de amnistías desde que llegó al poder en marzo de 2011. Entre ellos había cientos de presos de conciencia, pero cientos de personas han sido detenidas o continúan recluidas por ejercer su derecho a la libertad de expresión, de reunión pacífica y de asociación.
Los activistas de Amnistía Internacional pueden desempeñar un papel importante para mantener la presión sobre el gobierno de Myanmar para que ponga fin a tales abusos. En Escribe por los Derechos 2010, miembros de 33 países llevaron a cabo más de 45.000 acciones para pedir la libertad de una activista política pacífica, Su Su Nway. Estoy convencida de que esta acción fue una de las razones por las que el nuevo gobierno la incluyó en la primera gran amnistía para presos.
Tengo la esperanza de que esto pueda repetirse este año con el Dr. Tun Aung (cuya imagen aparece en el sello de arriba), de cuyo caso tuve la primera noticia unas semanas después de su detención en junio de 2012.
Según la opinión general, es un hombre de familia –padre y abuelo– que ha promovido activamente la tolerancia entre los grupos étnicos y religiosos en el estado de Rajine. Las autoridades locales lo consideraban un aliado que podía ayudar a suavizar las relaciones entre comunidades si surgían tensiones.
En junio, un viernes por la tarde, las autoridades pidieron al Dr. Tun Aung que calmara a una multitud de hombres que estaban en el exterior de una mezquita en Maungdaw, en el oeste de Myanmar. Los hombres estaban furiosos por la matanza de 10 musulmanes una semana antes a manos de una muchedumbre de budistas que buscaban venganza por la presunta violación y asesinato de una mujer budista.
El Dr. Tun Aung hizo cuanto pudo para restablecer la calma, pero la multitud no le prestó atención. Fue detenido varios días después y cumple una condena de 17 años de prisión tras ser declarado culpable de múltiples delitos, entre ellos incitación a causar disturbios. El Dr. Tun Aung, que tiene 66 años, padece un tumor en la glándula pituitaria y necesita atención médica.
Para nosotros es realmente importante que el caso del Dr. Tun Aung sea visible para una audiencia amplia, y por eso es uno de los casos de apelación de Escribe por los Derechos 2013. De ese modo, permanecerá en la mente de las autoridades de Myanmar cuando tomen decisiones sobre su próxima amnistía de presos, como sucedió con Su Su Nway.
El Dr. Tun Aung debe ser liberado de inmediato para que pueda volver a ser un hombre familiar, líder comunitario y médico. Creo firmemente que la membresía de Amnistía Internacional en todo el mundo desempeñará un papel fundamental para conseguir su libertad.