Durante 19 años, ThankGod Ebhos apenas durmió una noche completa.
Noche tras noche, cuando se acostaba sobre una manta en una pequeña celda de la cárcel de Benin, localidad del sur de Nigeria, tenía una inquietante pesadilla recurrente: un guardia de la prisión llamaba a la puerta de su celda y lo conducía, aún medio dormido, a la horca, le colocaba una soga al cuello y lo colgaba.
En junio de 2013, la pesadilla estuvo muy cerca de hacerse realidad.
ThankGod Ebhos se despertó con el ruido aterrador de la puerta de la sala de ejecuciones al abrirse y el olor estremecedor del aceite utilizado para lubricar la horca. Sabía que su vida iba a llegar repentinamente a su fin y pensó en sus hijos.
Miembros del personal penitenciario llegaron a su celda y, sin pronunciar una sola palabra, lo obligaron, junto con otros cuatro hombres, a dirigirse a la sala de ejecuciones, donde se había preparado la horca.
Explica así lo que ocurrió a continuación:
“Sabíamos que íbamos a morir, no era necesario que nadie nos dijera nada. Cuando llegamos a la horca, cerraron la puerta. La sala estaba preparada. La soga estaba lista y el saco de arena en su sitio. El alguacil, el verdugo y otros miembros del personal de la prisión esperaban de pie junto a la horca, y un sacerdote pidió a Dios que perdonara nuestros pescados. Tras la oración, nos leyeron las órdenes de ejecución”.
Luego, preguntaron a ThankGod qué quería que hicieran con sus pertenencias. Les dijo que debían dárselo todo a su hijo Solomon.
Unos momentos después, cual una coreografía perversa, dieron comienzo las ejecuciones. ThankGod vio cómo colocaban la soga al cuello de cada uno de los cuatro hombres, los suspendían y, tras algunos jadeos, les arrebataban la vida.
“Colgaron al primero de ellos, con la cara tapada con un saco negro. Yo no podía dejar de pensar en cómo iba a morirme. Luego se sucedieron la segunda, la tercera y la cuarta ejecución, hasta que me llegó el turno.”
ThankGod Ebhos.
Pero cuando ThankGod estaba en esa “sala de la muerte”, con la soga al cuello y el corazón latiendo desbocado, sucedió lo inimaginable.
Los acontecimientos dieron un giro sorprendente y, al volver a leer su orden de ejecución, el alguacil dijo que había sido condenado a muerte por fusilamiento, no por ahorcamiento. Un detalle técnico que haría ilegal la ejecución por ahorcamiento.
Comenzaron a discutir, mientras ThankGod continuaba con la soga al cuello.
El personal penitenciario efectuó una breve llamada a la jefatura de Abuya, la capital de Nigeria. Querían obtener la confirmación de que podían llevar a cabo la ejecución con independencia de lo que decía la orden.
Algunos de los funcionarios de la prisión sostenían con vehemencia que ninguna persona que entraba en la horca para ser ejecutada debía salir con vida.
Finalmente, el alguacil insistió en que la ejecución no debía llevarse a cabo mediante ahorcamiento. Ordenó abrir la puerta y ThankGod fue reconducido a su celda.
“Cuando llegué a mi celda, cogí el teléfono de inmediato y llamé a Kola Ogunbiyi, representante de la ONG francesa Avocats Sans Frontières en Nigeria. Se sorprendió al oír mi voz y se preguntó por qué no había sido ejecutado. Me dijo que iba a llamar a Amnistía Internacional para atraer la atención del mundo sobre mi caso”, contó ThankGod.
Posteriormente, Avocats Sans Frontières en Nigeria interpuso una querella ante el Tribunal de Justicia de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (CEDEAO) en Abuya.
En enero de 2014, el Tribunal de Justicia de la CEDEAO dictó un mandamiento judicial que prohibía al gobierno ejecutar a ThankGod Ebhos. El 10 de junio de 2014, el Tribunal dictó sentencia firme que ordenaba eliminar el nombre de ThankGod de la lista de personas condenadas a muerte.
ThankGod fue puesto en libertad el 28 de octubre de 2014, después de que el gobernador del estado de Kaduna, Mukhtar Yaro, ordenara su liberación ejerciendo su prerrogativa de gracia.
“Me dieron tres minutos para recoger mis pertenencias y abandonar la prisión. Pensé que era un sueño y le pedí a Dios que no me dejara despertar. Aún hoy sigo preguntándome si es un sueño, porque nunca pensé que podría estar vivo.”
“Estado de terror constante”
ThankGod Ebhos fue condenado a muerte en 1995 por un robo a mano armada que había tenido lugar en 1988. Ha estado en prisión desde que lo detuvieron ese año.
Ha admitido la responsabilidad por el delito y ha estado 19 años condenado a muerte, preguntándose día tras día si ése sería el último.
Describe la vida en la cárcel como un «estado de terror constante».
“Nunca estaba tranquilo. Cada vez que oía llamar a mi puerta pensaba que venían a buscarme para ejecutarme. Tenía la sensación constante de que iba a morir en cualquier momento», contó.
ThankGod Ebhos.
Sin embargo, nunca perdió la esperanza. Durante el tiempo que estuvo en la cárcel, aprendió a leer y escribir, y a tocar la guitarra y el piano.
ThankGod es uno de los afortunados.
Hoy, Amnistía Internacional publica su último informe sobre el uso de pena de muerte en el mundo.
Al menos 1.588 personas se consumen en espera de ejecución en Nigeria, 659 de las cuales han sido condenadas a muerte el año pasado.
“La naturaleza cruel e irreversible de la pena de muerte la convierte en un castigo completamente inadecuado en el siglo XXI. El castigo es una violación del derecho a la vida. Nigeria debe seguir la tendencia mundial contra esta práctica inhumana aboliendo la pena de muerte por completo”, afirmó Oluwatosin Popoola, asesor sobre la pena de muerte de Amnistía Internacional.