Por Por Chiara Liguori, investigadora de Amnistía Internacional sobre el Caribe
Esta semana, cuando los representantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos visiten la República Dominicana para analizar la creciente discriminación que sufre la población dominicana de ascendencia extranjera, a Solange Pierre le será imposible no pensar en su madre, Sonia; estos días se cumple el segundo aniversario de su muerte, a los 48 años, y, sin lugar a dudas, ella sería una de las primeras en hablar con ellos.
Como directora ejecutiva del Movimiento de Mujeres Dominico-Haitianas, que contribuyó a fundar, Sonia dedicó su vida a defender la igualdad de derechos y el respeto por la población dominicana de ascendencia haitiana y los migrantes procedentes de Haití.
Pasó la mayor parte de los últimos años de su vida luchando contra los intentos de las autoridades de retirar la nacionalidad a los dominicanos de ascendencia haitiana, como ella misma.
Desde pequeña, Solange veía a su madre trabajando, luchando por lo que consideraba justo. Han sufrido continuamente amenazas, acoso y campañas de difamación.
Tras ver a su madre hablar en público sobre los derechos humanos y defender a las personas más marginadas, Solange se animó a asumir el legado de Sonia.
Ahora trabaja en la organización fundada por su madre y será una de las activistas que hablen con los expertos internacionales de visita en el país.
“Toda mi vida he luchado codo con codo con mi madre. Ser activista de derechos humanos exige dedicación y entusiasmo. Supone que tienes que vivir para los demás. Ser defensora de los derechos humanos forma parte de lo que soy, algo que llevo en mi interior, es mi identidad”, ha afirmado.
“Cuando recuerdo el trabajo de mi madre, me doy cuenta de que, sin sus esfuerzos, no podríamos hablar en la República Dominicana ni al mundo entero sobre la privación masiva de nacionalidad que sufren las personas dominicanas de ascendencia extranjera en este país.”
Dos años después de la muerte de Sonia, los problemas contra los que luchó toda su vida siguen siendo tan urgentes como antes. El 23 de septiembre de 2013, el Tribunal Constitucional de la República Dominicana dictó un fallo que recibió duras críticas y que, en la práctica, retira la nacionalidad dominicana a las personas de ascendencia extranjera, convirtiéndolas en apátridas. La inmensa mayoría de las personas afectadas por el fallo son de ascendencia haitiana.
El fallo es un duro golpe para las esperanzas de miles de dominicanos de ascendencia haitiana a quienes han retirado sus documentos de identidad en los últimos 10 años. Sin ellos no pueden acceder a servicios de salud y educación, conseguir un trabajo, votar o contraer matrimonio. La realidad es que su vida ha quedado en suspenso.
El fallo del Tribunal Constitucional ha dejado consternadas a miles de personas en la República Dominicana. Muchas han dicho que se trata de una “muerte civil”.
Y está propiciando un aumento de la xenofobia. El 4 de noviembre, Día de la Constitución, cientos de personas que participaban en una manifestación nacionalista en Santo Domingo gritaron “muerte a los traidores”.
La decisión también ha provocado una increíble oleada de solidaridad por parte de organizaciones internacionales, gobiernos extranjeros y activistas de derechos humanos de todo el mundo.
Según Solange, gran parte de la atención suscitada se debe a la incansable labor de su madre, que estaba decidida a mejorar la situación de las personas más marginadas en la República Dominicana.
Gracias a ella, miles de personas afectadas por estos abusos tienen ahora la fuerza y confianza necesarias para defenderse y expresar su indignación.
“Quisiera decir a las personas dominicanas de ascendencia haitiana, y a la población dominicana en general, que tenemos que luchar y resistir, porque los derechos humanos no se imploran: se exigen”, ha afirmado Solange.