La ciencia de la tortura

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25 junio 2014

Aviso: Esta historia contiene descripciones gráficas de tortura.

El hedor de la carne en descomposición procedente de aquella celda diminuta y abarrotada le cortó la respiración. Era el olor de la tortura.

En cuanto puso el pie en el interior de la pequeña habitación de aquel centro de detención policial de la capital de Nigeria, Abuja, el Dr. Duarte Vieira, médico forense, se quedó helado. Nunca había visto nada tan espantoso… y eso que había visto de todo.

Entre los 45 hombres, mujeres y niños recluidos en un espacio construido originalmente para seis personas, vio a un hombre con una herida de bala pudriéndosele en un pie. Y luego a otro. Y a un tercero.

La herida que un cuarto hombre tenía en el tobillo llevaba tanto tiempo sin tratar que el pie se le estaba descomponiendo, literalmente: estaba unido a la pierna por un hilo de piel.

El Dr. Vieira se dio cuenta de inmediato de que aquello era una forma de tortura utilizada para castigar a los presos.

“Jamás pensé que vería algo así en un ser humano vivo. A la gente le disparaban en los pies antes de interrogarla para mostrarles qué podían esperar a continuación”, dijo el doctor a Amnistía Internacional.

¿Tortura?

El Dr. Duarte Vieira, nacido en Portugal y uno de los expertos en medicina forense más destacados del mundo, estaba documentando los informes de tortura en centros de detención de Nigeria como parte de una misión realizada en 2007 por el entonces relator especial de la ONU sobre la cuestión de la tortura, Manfred Nowak.

Desde entonces, ha visitado centros de detención de todo el mundo, documentando el uso que se hace de la tortura y otros malos tratos por una diversidad de motivos, entre ellos como forma de castigo o para obtener “confesiones”.

Sus conclusiones se utilizan como prueba en tribunales, en solicitudes de asilo y en informes oficiales de la ONU.

“Utilizamos técnicas médicas para tratar de que se haga justicia. Interpretamos los indicios e intentamos establecer todos los hechos. El experto actúa como las gafas del juez, y le ayuda a tomar una decisión basada en la versión más clara posible de la realidad”, explica el Dr. Vieira.

Durante las visitas, el doctor examina a las personas detenidas y las entrevista sobre su traumática experiencia.

“En ocasiones, los detenidos no dicen nada porque tienen miedo, pero la mayoría de las veces no tengo más que mirarlos para saber que ha sucedido algo: lo veo en las marcas que tienen en el cuerpo, en su forma de actuar e incluso en su forma de hablar.”

El Dr. Vieira documenta el tamaño, el color, la profundidad y la orientación de las heridas para determinar si han sido causadas por un accidente, si son resultado de un tratamiento médico, si son la consecuencia de una enfermedad o si se trata de una herida infligida por otra persona. Se deja constancia detallada de todo.

Una entrevista en privado con el detenido suele ayudar a llenar las lagunas.

“Tengo que interpretar los indicios y evaluar todas las causas posibles. Cuando ves una quemadura o una cicatriz, por ejemplo, no significa que esa persona haya sido torturada. Podría ser la marca de un accidente, o de una herida antigua, o podría ser autoinfligida, así que tengo que evaluar si lo que dice el detenido coincide con lo que muestra. Si alguien dice, por ejemplo, que le hirieron hace 15 días, pero yo veo que esa cicatriz tiene siete meses, entonces no concuerda. O si un guardia de prisión me dice que el preso se cayó por las escaleras y yo veo que las heridas no son típicas de una caída así.”

“Si veo que un detenido tiene una marca de quemadura y me dice que se la hicieron con una plancha caliente para hacerle confesar, y sólo veo a un detenido con ese tipo de marca, no puedo asegurar que haya sido torturado. Puedo decir que es posible, pero no puedo excluir que se quemara por accidente. Sin embargo, si veo el mismo tipo de quemadura en varios detenidos, entonces puedo decir que es improbable que todos los detenidos se quemaran la espalda accidentalmente; ese patrón me muestra que hay bastantes probabilidades de que hayan sido torturados.”

La ciencia de la justicia

Igual que el Dr. Vieira, otros expertos en medicina de todo el mundo realizan la difícil labor de determinar si una persona ha sido sometida a tortura u otros malos tratos o no. Los informes médicos, cuando existen, normalmente constituyen una parte importante de una causa judicial contra un gobierno específico, o son factores cruciales cuando una persona solicita asilo en otro país.

Los expertos tienen años de formación en ciencias forenses, una rama de la medicina que, entre otras cosas, se encarga de identificar señales de abusos en personas y en restos humanos.

No obstante, las lesiones físicas sólo son la mitad de la historia. A medida que las técnicas de tortura se van haciendo más sofisticadas en todo el mundo, los torturadores intentan dejar pocas marcas, o incluso ninguna, en los detenidos, y a menudo utilizan la tortura psicológica en lugar de la física.

Las técnicas utilizadas incluyen con frecuencia la privación del sueño, la humillación, los simulacros de ejecución, las amenazas de abusos y la privación sensorial, entre muchas otras. Su uso es difícil de demostrar.

La Dra. Juliet Cohen es la directora de Doctors at Freedom from Torture, organización con sede en Reino Unido que se centra en el tratamiento y la rehabilitación de los supervivientes de tortura.

Según dice, el evaluar si alguien ha sufrido tortura psicológica suele ser sumamente difícil.

“Evaluamos la manera en la que se comportan las personas, su conducta, cómo hablan, qué cambia en el transcurso del reconocimiento. La información que dan, las cosas de las que les cuesta hablar, el impacto que la tortura ha tenido en ellas. Hago muchas preguntas sobre cómo es su día, y las preguntas que pueden ser especialmente reveladoras son las que se refieren a cómo duermen, qué sucede durante la noche. La tortura puede no dejar marcas físicas, y es posible que las personas no entren en categorías claras de diagnóstico; por eso es muy importante obtener una imagen muy detallada de qué sucedió y cómo les ha afectado”, explica la Dra. Cohen.

Una de las herramientas que utilizan los médicos forenses es el Manual para la Investigación y Documentación Eficaces de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, conocido como Protocolo de Estambul.

Este protocolo, publicado en 1999, contiene normas y procedimientos detallados sobre cómo pueden los profesionales de la salud reconocer y documentar los síntomas de tortura y otros malos tratos, de manera que sus conclusiones puedan utilizarse como prueba ante un tribunal.

El Dr. Vieira está de acuerdo en que las técnicas de tortura han evolucionado para hacerse más sofisticadas, pero afirma que los expertos siguen teniendo maneras de determinar si una persona ha sido torturada.

“La mayoría de las formas de tortura están concebidas para no dejar ninguna marca en el cuerpo, pero siempre hay maneras de saber si alguien ha sido torturado. Quienes sobreviven a la tortura suelen describir experiencias específicas: la habitación en la que les torturaron, el color de las paredes, la luz, la ropa del torturador… Además, cuando varias personas describen lo mismo aparece un patrón que me muestra que se trata de una situación que se repite, y que esa práctica está teniendo lugar.”

El Dr. Vieira contempla el futuro con esperanza. Cree que los avances en medicina forense son fundamentales para que se haga justicia, que es para lo que él trabaja a diario.

“Nunca erradicaremos la tortura, pero al menos confío en que los responsables se enfrenten a la justicia. La situación hoy es mucho mejor que hace 20 años, y confío en que sea mucho peor que la de dentro de 20 años.”

 

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