Casi dos decenios después de que miles de mujeres y niñas fueran violadas sistemáticamente en Kosovo durante el conflicto armado de 1998-1999, las sobrevivientes están a punto de recibir el reconocimiento y la indemnización largamente esperados por la violación y la tortura que soportaron. Sin embargo, sólo unos cuantos de los autores de estos delitos han sido condenados por ellos, y las sobrevivientes siguen luchando por la justicia. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional en un nuevo informe.
“Wounds that burn our souls”: Compensation for wartime rape survivors, but still no justice revela las devastadoras consecuencias físicas y psicológicas de la violencia sexual sufrida por las sobrevivientes, quienes, hasta ahora, han sido marginadas por la sociedad y no han recibido apoyo del gobierno.
“Las sobrevivientes de la atroz violencia sexual han sido abandonadas durante años tanto por la comunidad internacional como por los gobiernos sucesivos”, ha manifestado Gauri van Gulik, directora adjunta de Amnistía Internacional para Europa.
“Los responsables de estos actos han eludido el procesamiento, mientras que las sobrevivientes han sido marginadas y olvidadas y han visto negado su acceso a la justicia. Esto está empezando a cambiar, pero aún queda un largo camino por recorrer.”
La violación y otras formas de violencia sexual fueron generalizadas durante la guerra de Kosovo, mientras la policía serbia, los paramilitares y el Ejército Yugoslavo emprendían una campaña de persecución y violencia contra la población albanesa de Kosovo. Las mujeres y niñas albanesas fueron sometidas a violación y a otras formas de violencia sexual que constituyen tortura. Después del alto el fuego, también se violó a mujeres y niñas de las comunidades serbia y romaní, en ataques lanzados como venganza por miembros del Ejército de Liberación de Kosovo.
Cuatro de los dirigentes políticos y militares serbios de Yugoslavia fueron condenados por violencia sexual como crimen de lesa humanidad por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia. Sólo un responsable de estos hechos, un kosovar, ha sido condenado en un tribunal serbio, y ninguno lo ha sido en los tribunales de Kosovo, donde, después de la guerra, las Naciones Unidas y, desde diciembre de 2008, policías y fiscales de la Unión Europea se encargaron de investigar estos crímenes. Sin embargo, las investigaciones internacionales a menudo dejaron pistas sin seguir o no registraron diligentemente las pruebas.
Esto constituye un enorme problema para los fiscales encargados de los crímenes de guerra cometidos en Kosovo, que ahora toman el relevo a los órganos internacionales. Sin fondos, recursos ni apoyo político, lucharán con una carga de un millar de casos no resueltos de crímenes de guerra, entre los que se encuentran casos de violencia sexual.
Muchas sobrevivientes conocían por su nombre a quienes cometieron los crímenes. Una de ellas incluso entregó a los investigadores de la ONU un carnet de identidad que se le había caído del bolsillo a un soldado mientras la violaba, pero aun así su caso no llegó a los tribunales.
“No confiamos en obtener justicia”, dijo una mujer a Amnistía Internacional. “Tenía 30 años cuando sucedió; ahora tengo casi 50. Para cuando lo resuelvan, quizá esté muerta.”
Sin una perspectiva real de justicia para la mayoría, las reparaciones son aún más importantes. Tal como dijo una mujer a Amnistía Internacional: “La violación es una herida que te quema el alma día a día. Hace que te avergüences ante tu familia, ante tu comunidad. La llevas contigo toda tu vida”.
Otra sobreviviente dijo a Amnistía Internacional: “Durante 18 años, hemos vivido con heridas ocultas que no se pueden curar, pero una pensión nos ayudará a sobrevivir. Nos ayudará con la medicación y con la crianza de los hijos, y al menos nos ayudará a vivir la vida con un cierto respeto”.
Tras unas reformas jurídicas introducidas en 2014, ahora está en marcha un proceso para que las sobrevivientes pidan apoyo. Desde enero de 2018 tendrán derecho a recibir un pago mensual de 230 euros como indemnización por las secuelas físicas, psicológicas, económicas y sociales que la violencia sexual relacionada con el conflicto ha dejado en sus vidas.
“La indemnización que pronto se ofrecerá a las sobrevivientes de violencia sexual es importante tanto económica como simbólicamente pero, para muchas, será demasiado escasa y llegará demasiado tarde”, ha manifestado Gauri van Gulik.
“Los responsables de estos delitos deben comparecer ante la justicia, y las autoridades deben proporcionar a las sobrevivientes la atención médica y el apoyo psicosocial adecuados que tan desesperadamente necesitan para superar el trauma y rehacer sus vidas.”
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