Los limitados recursos destinados por la Unión Europea a las operaciones de búsqueda y rescate contribuyeron a la escalofriante cifra de víctimas mortales cuando cuatro lanchas neumáticas con cientos de migrantes a bordo enviaron un S.O.S. durante una tormenta en el sur del Mediterráneo la semana pasada; así lo ha afirmado hoy Amnistía Internacional tras una visita a Lampedusa.
Después de la tragedia, que se cobró la vida de más de 300 personas,un equipo de investigación de Amnistía Internacional entrevistó a sobrevivientes, miembros de la guardia costera italiana y autoridades localesen Roma y Lampedusa.
Cuando se hizo la llamada de socorro el domingo, 8 de febrero, el barco principal utilizado en la operación paneuropea de control de las fronteras, Operación Tritón, estaba fondeado a cientos de kilómetros, en Malta, para fines de mantenimiento. Los grandes buques militares empleados en la ya extinta operación italiana de búsqueda y rescate Mare Nostrum también estaban fuera de servicio y atracados aun más lejos, en Sicilia.
“Las autoridades de la guardia costera italiana reaccionaron admirablemente y con una valentía personal excepcional a la llamada de S.O.S., dedicando muchas horas al rescate en medio de unas condiciones marítimas increíblemente peligrosas. Es imposible saber cuántas vidas se habrían podido salvar con más recursos, pero el número de víctimas seguramente habría sido inferior”, ha dicho Matteo de Bellis, responsable de campañas sobre Italia de Amnistía Internacional, recién llegado de Lampedusa.
“Si no se cubre el vacío que ha dejado la extinta operación italiana de búsqueda y rescate Mare Nostrum, multitud de refugiados y migrantes seguirán muriendo en el mar.”
Las salidas de refugiados y migrantes aumentaron vertiginosamente durante el fin de semana, y la tendencia continuará mientras Libia siga sumiéndose en la violencia. La guardia costera italiana confirmó que las autoridades italianas y barcos mercantes rescataron en total a más de 2.800 personas en al menos 18 embarcaciones entre el viernes 13 y el domingo 15 de febrero. Sólo ese domingo, 2.225 fueron rescatadas de una docena de embarcaciones.
Sólo una semana antes se habían registrado al menos 300 muertes en el mar cuando otras cuatro embarcaciones habían intentado cruzar de Libia a Italia con tiempo tormentoso. Amnistía Internacional habló con algunos sobrevivientes de aquella tragedia.
La salida de Libia
Según testimonios de sobrevivientes, el sábado, 8 de febrero, 400 migrantes en total, en su mayoría varones jóvenes de África Occidental, intentaban cruzar el Mediterráneo en cuatro embarcaciones desde Libia cuando empezaron a tener problemas.
Traficantes de personas los habían tenido esperando para viajar cerca de Trípoli después de cobrarles una cantidad equivalente a unos 650 euros. A última hora de la tarde del sábado, los traficantes armados llevaron a los migrantes hasta la localidad portuaria de Garabouli, 40 kilómetros al oeste de Trípoli, y los obligaron a subir a cuatro lanchas neumáticas.
En las primeras horas del día siguiente, cuando las embarcaciones flotaban a la deriva en el Mediterráneo al norte de Libia, se hizo evidente que corrían grave peligro.
Llamada de auxilio
Funcionarios de la guardia costera italiana contaron a Amnistía Internacional que habían recibido una llamada telefónica por satélite pidiendo auxilio a primera hora de la tarde del 8 de febrero, desde un lugar situado 120 millas náuticas (222 km) al sur de Lampedusa y 40 millas náuticas (74 km) al norte de Libia. Apenas se entendía al emisor de la llamada, pero los funcionarios pudieron distinguir las palabras “peligro, peligro” en inglés.
Los funcionarios de la guardia costera recalcaron que, en tales circunstancias, los migrantes navegaban hacia una muerte casi segura. La predicción meteorológica para esa zona del Mediterráneo era de mal tiempo durante toda la semana. Las embarcaciones funcionaban con pequeños motores fuera borda y, al parecer, los traficantes de personas no las habían cargado con combustible suficiente para todo el viaje.
Según los relatos de los sobrevivientes, murieron más de 300 personas. Los migrantes, muchos de los cuales llevaban muy poca ropa encima, estuvieron hasta dos días expuestos a unas condiciones meteorológicas extremas, incluidas temperaturas cercanas al nivel de congelación, lluvia e incluso granizo, mientras sus embarcaciones eran zarandeadas por olas de hasta ocho metros de altura.
Los guardacostas italianos que acudieron al aviso lograron rescatar a 105 personas de una lancha el domingo a las nueve de la noche, pero 29 de ellas murieron de hipotermia y por otras causas tras el rescate. Dos barcos mercantes que navegaban por la zona rescataron a nueve supervivientes de otras dos embarcaciones. Los supervivientes confirmaron que eran cuatro lanchas en total, que fueron numeradas. Una de ellas sigue en paradero desconocido.
Amnistía Internacional habló con Ibrahim, maliense de 24 años, uno de los dos únicos sobrevivientes de su lancha:
“Alrededor de las siete de la tarde del domingo, el bote empezó a perder aire y a llenarse de agua. Empezó a caer gente al mar. Cada ola se llevaba a dos o tres. La parte delantera del bote se levantaba, así que la gente que iba detrás caía al mar. Para entonces sólo quedaban unas treinta personas a bordo. Un lateral de la embarcación […] se mantenía a flote […] y [nos aferramos a una cuerda porque ya nos llegaba] el agua hasta la cintura. [Finalmente] sólo quedábamos cuatro. Aguantamos toda la noche agarrados, juntos. Estaba lloviendo. Al amanecer, dos se soltaron. Por la mañana vimos un helicóptero. Había una camisa roja en el agua y la sacudí para que me vieran. Lanzaron un pequeño bote hinchable, pero no tenía fuerzas para alcanzarlo. Así que nos quedamos esperando. Media hora después, apareció un carguero. Nos lanzó una cuerda para subir a bordo. Serían las tres de la tarde [del 9 de febrero].”
Lamin, también de Malí, estaba a bordo de otra lancha auxiliada por un barco mercante:
“Éramos 107 [a bordo]. En alta mar, las olas sacudían el barco arriba y abajo. Todos teníamos miedo. Vi caer a tres personas al agua. Nadie pudo ayudarlas. Intentaron agarrarse a la embarcación pero no lo consiguieron. Luego murieron muchos más, quizá de hambre o sed. No tengo idea de cuántos murieron. Cuando llegó un gran barco comercial a rescatarnos, sólo quedábamos siete. Nos lanzaron una cuerda y subimos a bordo. Durante el rescate, [nuestra] embarcación se plegó y se hundió, arrastrando al fondo todos los cadáveres.”
Operación de rescate
La guardia costera italiana respondió a la llamada de auxilio el 8 de febrero enviando un avión de reconocimiento y cuatro barcos patrulleros; dos fueron enviados al instante y otros dos posteriormente, cuando uno de los primeros sufrió una avería en el motor.
El director del centro de operaciones de rescate de la guardia costera italiana habló con franqueza de los limitados recursos que tenían a su disposición:
“¿Se imaginan lo que supone recorrer esa distancia con una embarcación de 18 metros, con olas de hasta ocho o nueve metros de altura? Temimos por la vida de nuestra tripulación […] Cuando aumenten las salidas después del invierno, no vamos a dar a basto para atenderlos a todos, si seguimos siendo los únicos que salimos en su rescate.”
Urge actuar
Residentes y autoridades de Lampedusa todavía no se han recuperado de esta desgracia, la última de una larga sucesión de tragedias marítimas que viene sufriendo la isla.
El alcalde Giusi Nicolini contó lo siguiente a Amnistía Internacional: “Cuando llegan los muertos, la frustración es inmensa, y uno se pregunta por qué nunca cambia nada. Europa está completamente ausente; no hay que ser experto en política para darse cuenta.”
Amnistía Internacional ha pedido a los países de la Unión Europea que establezcan operaciones colectivas y concertadas de búsqueda y rescate a lo largo de las rutas utilizadas por los migrantes que, como mínimo, tengan el nivel de la Operación Mare Nostrum. Mientras tanto, la organización ha pedido a Italia que dedique más recursos de emergencia.
Información complementaria
Muchas de las personas rescatadas la semana pasada son de Costa de Marfil (41, incluidos 2 niños); también hay de Malí (23, incluido un niño), Senegal (9), Guinea (7), Gambia (2) y Níger (2). Según la información recibida, más de la mitad de las personas cuya muerte se ha confirmado entre los rescatados (15 de 29) eran marfilenses; los demás fallecidos eran 7 hombres de Malí, 5 senegaleses y 2 de Guinea y Mauritania.
Según prevé el ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, en 2015 continuarán los intentos de los migrantes de cruzar el Mediterráneo. Unos 218.000 lo cruzaron en 2014 y, a fecha de enero de 2015, los datos ya reflejan un incremento del 60 por ciento en el número documentado de migrantes que llegan a Italia en comparación con los de enero de 2014. El año pasado se documentaron 3.500 muertes, que convirtieron las travesías por este mar en las más letales del mundo.