Irak: Duras condiciones invernales revelan terribles carencias en asistencia humanitaria a miles de personas desplazadas.

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La falta de coordinación y las graves carencias de la asistencia humanitaria están causando enorme sufrimiento a muchas de las 900.000 personas desplazadas por el conflicto de Irak que han buscado refugio en la región del Kurdistán iraquí, ha manifestado Amnistía Internacional.

Una delegación de la organización que acaba de regresar de la región de Kurdistán ha comprobado que muchas de las personas desplazadas carecen de artículos básicos que necesitan para superar el invierno, como mantas, ropa de abrigo y combustible para calentarse. Miles de ellas viven en campos de acogida mal equipados o en asentamientos informales donde las condiciones son espantosas.

“Hay terribles carencias en la respuesta humanitaria –ha explicado Khairunissa Dhala, asesora sobre refugiados de Amnistía Internacional–.

Debido a ello, gran número de personas viven en campos de acogida mal equipados o en edificios sin paredes, que no ofrecen protección contra el frío, el viento o la lluvia. Los niños corretean vestidos con delgadas prendas pese al intenso frío. En algunos campos, los retretes y el agua limpia son insuficientes, y en algunos asentamientos que no son campos ni siquiera hay. Es probable que la situación empeore todavía más a media que avance el invierno.”

“La comunidad internacional y el Gobierno Regional de Kurdistán deben realizar con urgencia esfuerzos concertados para garantizar asistencia a quienes han buscado refugio dentro y fuera de los campos, a fin de evitar un auténtico desastre humanitario.”

El Gobierno Regional de Kurdistán ha hecho esfuerzos por proporcionar alojamiento y servicios de emergencia a los desplazados. Sin embargo, la respuesta de la comunidad internacional ha sido lenta, y la asistencia humanitaria es en general insuficiente para atender las necesidades básicas de la población desplazada.

Los déficits de financiación son graves. El Plan de Respuesta Estratégica 2014-2015 para Irak de las Naciones Unidas (ONU) ha recibido sólo el 33 por ciento de los fondos necesarios. La parte del presupuesto destinada a proporcionar refugio y otros servicios básicos no se ha cubierto hasta ahora más que en un 23 por ciento. Varios proyectos de la ONU sólo tienen fondos en la actualidad hasta mayo de 2015.

“Dado que hay pocas perspectivas de que los desplazados regresen pronto a sus hogares, es necesario mejorar la financiación, planificación y coordinación para prestar apoyo adecuado a quienes más sufren”, ha añadido Khairunissa Dhala.

Refugio

Hay alrededor de 120.000 personas internamente desplazadas viviendo en la actualidad en 12 campos gestionados por agencias humanitarias o por el Gobierno Regional de Kurdistán en la gobernación de Dohuk. Sin embargo, la capacidad de los campos es insuficiente para acoger a la totalidad de la población desplazada internamente, que está en su mayoría dispersa por centenares de asentamientos informales establecidos en edificios en construcción, centros comunitarios y otros lugares. Otra parte vive en alojamientos privados.

Las condiciones del alojamiento, instalaciones y servicios varían mucho de un campo a otro. En Bersive I, campo que acoge a unas 10.000 personas, las tiendas de campaña no están totalmente aisladas contra la lluvia, no hay agua caliente y el número de retretes y duchas es insuficiente para cumplir las normas humanitarias mínimas. Las malas condiciones de varios campos han llevado a algunos desplazados a buscar refugio en otras partes.

Amnistía Internacional visitó también asentamientos informales en Dairaboun y Zawita y comprobó que la ayuda humanitaria era escasa y que la falta de saneamiento alcanzaba proporciones extremas.

Según la ONU, en la gobernación de Dohuk, alrededor del 40 por ciento de la población desplazada vive en solares en obras y edificios en construcción. La mayoría de éstos carecen de paredes, ventanas o puertas, por lo que sus ocupantes están expuestos al frio, el viento y la lluvia. No tienen calefacción, agua ni instalaciones sanitarias.

Amnistía Internacional ha confirmado también casos de niños que han muerto o han sufrido lesiones graves al caerse de edificios.

Muchas familias alojadas en tales estructuras contaron a Amnistía Internacional que no sobrevivirían sin la buena voluntad de la comunidad de acogida. Llevan meses sin recibir ninguna otra ayuda. Sin embargo, la presión que soportan las comunidades de acogida está empezando a hacerse sentir. Algunos propietarios de edificios privados dijeron a la organización que querían que los desplazados se marcharan de ellos para poder terminar de construirlos.

Algunas de estas personas a quienes les han dicho que se vayan es Khani, joven de 22 años que vive en el sótano de un edificio en obras junto con otras seis familias. No tienen agua ni gas, y se calientan con un brasero que les ha proporcionado una organización benéfica. “Necesitamos más ropa y mantas. Es lo que más falta nos hace ahora mismo”, explicaba.

Aunque el Gobierno Regional de Kurdistán ha hecho esfuerzos por trasladar a los campos a quienes viven en edificios en construcción, no parece haber considerado soluciones alternativas, como buscarles alojamiento adecuado en asentamientos que no sean campos.

“Toda persona que se encuentre sin hogar tras huir de la escalada de violencia en Irak tiene derecho a un refugio seguro, abrigado y adecuado. Es especialmente urgente ahora que empieza el invierno. No debe desalojarse a nadie del lugar donde haya buscado refugio si no tiene otro sitio donde ir. El Gobierno Regional de Kurdistán debe trabajar en colaboración con la ONU y otras organizaciones humanitarias para garantizar que las personas internamente desplazadas tienen refugio adecuado”, ha manifestado Khairunissa Dhala.

Acceso a la educación

Se calcula que hay 252.000 niños en edad escolar (de entre 6 y 17 años) desplazados en la región de Kurdistán. Muy pocos de los niños con cuyas familias habló Amnistía Internacional en campos y en asentamientos establecidos fuera de los campos iban a la escuela. Muchos campos carecen de escuelas, pero algunas familias no tienen medios para pagar el transporte a las que existen fuera o tienen que poner a los niños a trabajar para sobrevivir. Algunos padres explicaban que sus hijos, que anteriormente tenían el plan de estudios en árabe del resto de Irak, no podían estudiar porque el plan de estudios es en kurdo.

“La educación tiene que ser una de la prioridades máximas de la respuesta humanitaria a la crisis. Estos niños han perdido ya sus hogares y no se les debe negar su derecho a la educación”, ha señalado Khairunissa Dhala.

Amnistía Internacional pide también a las autoridades que, junto con la ONU y otras organizaciones humanitarias, mejoren el registro de todas las personas desplazadas internamente a fin de garantizar que se evalúan debidamente sus necesidades y vulnerabilidades.

Información complementaria

Desde el comienzo de 2014, más de dos millones de iraquíes se han visto desplazados por la violencia que asuela todo el país. La región de Kurdistán acoge al 48 por ciento del total de la población desplazada, que se calcula que es de 946.266 personas. Desde enero de 2014, la región de Kurdistán ha tenido tres oleadas de desplazamiento interno como consecuencia de los avances militares del grupo armado que se da en llamar Estado Islámico (IS). La primera oleada se produjo tras hacerse las fuerzas del IS con el control de partes de la gobernación de Anbar en diciembre de 2013 y enero de 2014, obligando a huir de la zona a muchas familias, en su mayoría árabes suníes. La segunda fue en junio y julio de 2014, tras tomar el SI diversas localidades del norte de Irak (siendo la más notable la ciudad de Mosul), lo que provocó el desplazamiento forzoso de centenares de miles de personas, muchas de ellas pertenecientes a minorías étnicas y religiosas. La tercera oleada se produjo después de que el IS tomara la zona de Sinjar, en el noroeste de Irak, el 3 de agosto, lo que desplazó a centenares de miles de personas, en su mayoría de la minoría yazidí..

La región de Kurdistán, que tiene una población de alrededor de cinco millones de personas, acoge a unos 230.000 refugiados sirios, además de a los iraquíes internamente desplazados.

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