Acababa de bajar del avión tras un viaje a Malí cuando supe la noticia del descubrimiento de la fosa común situada junto al campamento militar de Kati, al norte de la capital, Bamako. Apenas unos días antes me había entrevistado con familiares desesperados por conocer la suerte de sus seres queridos, desaparecidos tras ser secuestrados de ese mismo campamento en mayo de 2012.
Los cadáveres fueron descubiertos tras la detención del general Amadou Haya Sanogo, que encabezó el golpe de Estado militar de marzo de 2012. Él y varios de sus soldados fueron detenidos a finales de noviembre y acusados de secuestro y asesinato en relación con la desaparición de 21 soldados que presuntamente apoyaban un contragolpe.
Tuve un enorme sentimiento de pérdida por las mujeres que ahora lloraban a sus hijos, esposos y hermanos. Al menos, pensé, podían por fin aceptar su pérdida. Pero no: aunque la noticia de la fosa común se ha publicado en toda la prensa, el lunes por la mañana nadie de las autoridades de Malí se había puesto en contacto con las mujeres para notificarles formalmente el hallazgo.
No puedo olvidar las palabras de Cissé Fatimata Ouologuem, cuyo esposo Aboubaca fue uno de los 21 desaparecidos.
Habló en la presentación en Bamako del Programa para los Derechos Humanos de Amnistía Internacional, que pide que todos los perpetradores de violaciones de derechos humanos cometidas en Malí en los últimos años rindan cuentas de sus actos.
“Quiero justicia. Quiero que los culpables sean castigados. Sólo quiero saber si mi esposo está vivo o muerto. Y si está muerto, quiero que me lo digan. Estoy sufriendo. Mis hijos, mis familiares, toda la nación está sufriendo.”
El estado de ánimo de las familias es ahora muy distinto del que tenían cuando me reuní con ellas la semana pasada.
Me dijeron que por fin se sentían capaces de celebrar, tras la detención la víspera del general Sanogo.
“Quizá podamos empezar a obtener algunas respuestas sobre lo que les ha pasado a nuestros esposos e hijos”, me dijo Sagara Bintu Maiga, presidenta de las Esposas y Familiares de los Boinas Rojas Desaparecidos.
Las mujeres, que han recibido amenazas por su valiente desafío, son una formidable fuerza de campaña. Fatimata contó que había llamado a todas las puertas, incluidas las del Ministerio de Justicia y la del propio general Sanogo, hasta que consiguieron por fin una audiencia en el Ministerio de Defensa.
Amenazaron con realizar protestas para avergonzar a las autoridades si no recibían ninguna información antes de que llegara nuestra delegación la semana pasada.
Al día siguiente, el general Sanogo fue detenido. Se cree que se pudo encontrar el lugar de la fosa común gracias a la información que facilitaron los soldados detenidos al mismo tiempo que él.
La valentía de las mujeres es inspiradora, más aún si cabe porque fueron amenazadas por perseguir la verdad.
Malí ha experimentado la peor crisis de su historia. Miles de personas han perdido a sus familiares, a manos de los grupos armados en el norte o de las fuerzas de seguridad malienses. Y pocos perpetradores han respondido de sus actos ante la justicia. Las mujeres con quienes me reuní dijeron que contaban con Amnistía Internacional para ayudar a que se haga justicia.
Cada vez es más evidente que no podemos recuperar a sus seres queridos. Pero debemos hacer todo lo que podamos para garantizar que todos los perpetradores responden de sus actos y que por fin se sabe la verdad. Sólo entonces disfrutará Malí de una paz duradera y de estabilidad.
Más información:
Malí debe identificar urgentemente los cadáveres encontrados en una fosa común (comunicado de prensa, 5 de diciembre de 2013)
Las autoridades de Malí deben poner en libertad a menores encarcelados (comunicado de prensa, 29 de noviembre de 2013)
An Agenda for Human Rights in Mali (informe, 30 de noviembre de 2013)