Posted on 20 enero 2014
Por Makmid Kamara, investigador sobre Nigeria de Amnistía Internacional.
La imagen de un hombre tendido en un banco en un tribunal abarrotado del norte de Nigeria, gritando de dolor mientras le dan 20 azotes con un látigo embadurnado de aceite, es francamente espeluznante.
Pero, ¿qué otra cosa se puede esperar de un país en el que se prohíben las relaciones entre personas del mismo sexo?: hombres condenados a flagelación por tribunales islámicos por cometer “delitos homosexuales”.
Ahora, esta brutal persecución homófoba ha alcanzado un punto inimaginable.
La semana pasada, el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, firmó la Ley de Prohibición del Matrimonio Homosexual. Con tan sólo una firma y sin apenas dudarlo, puso en marcha la mayor restricción de derechos fundamentales en el país desde que concluyó la dictadura militar en 1999. La caza de brujas que se desató a continuación fue inmediata.
En cuanto se aprobó la ley, la policía nigeriana y la hisbah (policía de la sharia, la ley islámica) detuvieron en las calles o en sus casas, y pusieron bajo custodia, a decenas de personas sospechosas de mantener relaciones homosexuales. Algunas de ellas habían sido “denunciadas” por sus vecinos.
Casi todas las personas detenidas han permanecido recluidas en régimen de aislamiento, sin acceso a un abogado.
Los defensores y defensoras de los derechos humanos han dicho que la policía del estado de Bauchi, en el norte del país, ha elaborado una lista de 167 personas que pueden ser detenidas por su presunta orientación sexual o identidad de género.
Un subcomisario de policía de Bauchi confirmó a Amnistía Internacional que la lista forma parte de su “perfil de delincuentes”.
El subcomisario dijo: “Utilizamos esa lista para fines de vigilancia, pero en ella no hay 167 nombres. También la usamos para averiguar quiénes son las víctimas de esas personas”.
La nueva ley prohíbe toda forma de relación, incluidas las “asociaciones domésticas”, “asociaciones para el cuidado” o “relaciones adultas independientes” entre dos personas del mismo sexo.
También castiga, con 10 años de prisión, toda demostración pública de afecto, incluso un beso, entre dos personas del mismo sexo.
Asimismo, todo aquel que apoye a las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero o intersexuales (LGBTI), se reúna con ellas o participe en un grupo que defienda sus derechos se arriesga a una pena de 10 años de prisión.
Las personas del mismo sexo que compartan habitación porque no pueden permitirse otra cosa –un hecho que no es insólito en un país en el que la mayoría de la gente vive con menos de un dólar estadounidense al día– podrían ser acusadas de mantener una relación y encarceladas durante años.
Cualquiera puede acusar a su vecino de ser gay, o de haber defendido los derechos de las personas LGBTI.
Los hombres y mujeres que viven con el VIH/sida tendrán que pensárselo dos veces antes de buscar atención y tratamiento, por temor a tener problemas con esta nueva ley.
Las autoridades de Nigeria parecen estar obsesionadas con las relaciones entre personas del mismo sexo, cuando hay cuestiones de derechos humanos más importantes que abordar.
La Asamblea Nacional optó por dedicar el tiempo a debatir y aprobar una ley que interfiere en la vida privada de la gente, en lugar de tipificar como delito la tortura o reformar el sistema de justicia penal.
Esta escalofriante ley apenas sirve para nada más que para eliminar el concepto básico de libertades individuales. Es contraria a la propia Constitución de Nigeria, que garantiza el derecho a la libertad de expresión y asociación y el derecho a no sufrir discriminación.
Las consecuencias ya son aterradoras. Esta draconiana ley ya ha desatado una caza de brujas que ha provocado que todo un sector de la población sea perseguido con brutalidad exclusivamente por amar a quien ama. La ley debe ser derogada de inmediato.
Si desean más información, consulten:
Nigeria: Debe cesar la caza de brujas homófoba desatada por una opresiva ley recién promulgada (15 de enero de 2014)