Birtukan Mideksa pasó tres años en una cárcel etíope y fue incluida en la campaña Escribe por los derechos de 2009 como presa de conciencia. Contó a Amnistía Internacional lo que significó para ella recibir el apoyo de la comunidad internacional y cómo este año puede volver a aprovecharse el poder del envío de cartas para ayudar a su buen amigo Eskinder Nega.
Birtukan Mideksa nos habla desde su despacho de Boston (Estados Unidos), rodeada de la animada vida estudiantil. Miembro de la Universidad de Harvard, cursa actualmente un máster de administración pública en la Kennedy School y es una brillante profesora.
Nada que ver con la celda de la cárcel etíope que ocupaba hace tan sólo unos pocos años: un lugar que su amigo Eskinder Nega conoce muy bien, pues está cumpliendo una condena de 18 años de prisión por su actividad periodística.
De hecho, ambos estuvieron recluidos entre 2005 y 2007, junto con Serkalem, la esposa de Eskinder. Los tres fueron declarados presos de conciencia y han sido objeto de la campaña de Amnistía Internacional “Escribe por los derechos”: Serkalem en 2006, Birtukan en 2009 y Eskinder este año porque está de nuevo en prisión.
“Me encarcelaron en dos ocasiones. La primera vez, durante 18 meses; la segunda, durante 21 meses”, recuerda Birtukan. “Fíjense en cuántas veces ha sido encarcelado Eskinder en los últimos 10 años: ocho. Su esposa, Serkalem, también estuvo en prisión. Ésta es la historia de miles y miles de opositores al gobierno de Etiopía. Si analizan la tendencia, notarán que está empeorando.”
El peor momento pasado en prisión
En 2005, Birtukan era líder del principal partido de oposición de Etiopía, la Unidad para la Democracia y la Justicia. Su partido concurrió a las elecciones de ese año, pero perdió en circunstancias dudosas. Cuando ella y sus simpatizantes se manifestaron pacíficamente para cuestionar la legitimidad de los resultados electorales, se detuvo a miles de personas. Birtukan, Eskinder, Serkalem y más de un centenar de periodistas, líderes de la oposición y otras personas fueron sometidos a juicio.
“Todo ese periodo fue muy difícil, sobre todo para Serkalem”, afirma Birtukan, que en determinado momento compartió celda con ella. “Estaba embarazada y tenía que convivir con entre 70 y 80 reclusas en una celda muy sucia. El olor era nauseabundo”.
“Cuando Serkalem tuvo por fin a su hijo, resultó ser uno de los momentos en que de verdad me sentí deprimida. Fue al hospital y… regresó sola. Había tenido que dejar al bebé con la abuela. Mi hija, de ocho meses, estaba con mi madre, así que nos consolamos mutuamente. Nuestras principales dificultades surgían de nuestra responsabilidad como madres y del vínculo con nuestros hijos. Ése fue sin duda el peor momento que pasamos en prisión.”
Un resquicio de luz
Birtukan fue condenada a cadena perpetua, pero posteriormente recibió un indulto y quedó en libertad tras pasar casi 18 meses recluida. Sin embargo, su libertad fue de corta duración. Tras hablar públicamente en Suecia en noviembre de 2008 sobre el proceso que había dado lugar a su liberación, volvió a ser detenida en Etiopía el 28 de diciembre de 2008. Se revocó su indulto y se le volvió a imponer la cadena perpetua.
Amnistía Internacional emitió Acciones Urgentes en su favor y promovió su caso en la campaña «Escribe por los derechos” de 2009. Para Birtukan, que pasó largos periodos recluida en régimen de aislamiento, este esfuerzo colectivo fue una tabla de salvación.
“En 2009, sólo mi madre y mi hija tenían permiso para visitarme”, declara Birtukan. “Estaba realmente aislada del mundo. No tenía acceso a los medios de comunicación. No nos permitían hablar sobre las iniciativas de Amnistía Internacional, pero mi madre me comentó que la gente de la organización estaba intentando defenderme. Eso fue un resquicio de luz. Me dio esperanza. Me abrió una puerta al mundo real.”
Birtukan fue por fin excarcelada en octubre de 2010. “La presión que ustedes ejercieron sobre el gobierno etíope resultó ser fundamental para mi liberación”, afirma Birtukan.
Espera que sea posible volver a ejercer esa presión, esta vez en favor de Eskinder.
Optimismo inquebrantable
En 2012, Eskinder fue encarcelado por “terrorismo” tras pronunciar discursos y escribir artículos en los que criticaba al gobierno y promovía la libertad de expresión. Para Birtukan, su lucha es casi heroica.
“Eskinder es una de las personas más virtuosas que conozco en mi país”, declara. “Cree realmente en la bondad de todas las personas. Muestra gran vitalidad, tanto en su vida personal como en su activismo. El amor que siente por su país y su dedicación a defender la dignidad de la vida de las personas son verdaderamente enormes.
“No empezó su activismo simplemente criticando al gobierno. Siempre le concedió el beneficio de la duda. Estaba firmemente empeñado en expresar sus ideas y sus puntos de vista.”
Ese empeño provocó una campaña de acoso –con amenazas incluidas–, la prohibición del periódico que Eskinder dirigía con Serkalem y repetidos periodos de cárcel. En 2005, cuando los tres se encontraban en prisión, Eskinder pasó largos meses en régimen de aislamiento. “Pero eso no lo convirtió en una persona resentida”, observa Birtukan. “Al contrario, mantuvo su optimismo y sus sólidas convicciones”.
Apoyo indispensable
Gracias a su red de simpatizantes en todo el mundo, Amnistía Internacional tiene un gran potencial para lograr la liberación de Eskinder, señala Birtukan. “El apoyo que recibimos los presos políticos es indispensable”.
Pero añade: “No debemos olvidar a la gente del país, a la que le encantaría apoyarnos, pero la represión es enorme. Las personas no pueden manifestar ese tipo de protesta contra nuestro encarcelamiento de forma organizada”. En su opinión, por eso es tan importante el apoyo de Amnistía Internacional.
Ese apoyo también da legitimidad a la lucha. “Algunas personas piensan que luchar por los derechos y la democracia en África es inútil”, explica Birtukan. “Hay incluso quien intenta concentrarse en el desempeño económico del país. Pero no debemos renunciar a los derechos humanos a cambio de beneficios económicos.”
“El trabajo que ustedes llevan a cabo valida y confirma la inviolabilidad de esas aspiraciones y de esos derechos que tenemos como seres humanos, sin restricciones. Tiene una enorme importancia por el apoyo moral que brindan a activistas como Eskinder y yo.”