Carta abierta de David Pocock, leyenda del rugby australiano que se ha unido a nuestra campaña para poner fin a la discriminación contra la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) en Rusia antes de los Juegos Olímpicos de Invierno de este año.
David Pocock es posiblemente una de las estrellas del deporte más populares y reconocidas de Australia. Los aficionados al deporte lo conocerán como el ala abierto tanto del equipo nacional de rugby de Australia, el Wallabies, como del ACT Brumbies.
Para quienes no aprecian tanto los deportes, hay otro motivo por el que probablemente conocerán y respetarán a Dave: pese a su apretado calendario deportivo y sus numerosos compromisos con dos destacados equipos de rugby, presta su voz a personas que no siempre pueden hablar por sí mismas y disfrutar de los mismos derechos que las demás.
Dave aprovecha orgulloso su visibilidad pública para promover los derechos de las personas LGBTI y pedir que se reconozcan legalmente sus derechos fundamentales, no sólo en Australia, sino en todo el mundo.
Es famoso por haberse negado a casarse con su novia de muchos años, Emma, hasta que el matrimonio entre personas del mismo sexo se haga realidad en Australia. Y ahora ha prestado sus palabras y su nombre a la campaña de Amnistía Internacional para poner fin a la discriminación contra los gays en Rusia.
Aquí, en esta carta abierta, en nombre de Amnistía Internacional, explica por qué:
Querido/a simpatizante de Amnistía:
IMAGINA que tu país tuviera leyes que, en lugar de protegerte, promoviera la violencia parapolicial contra ti.
IMAGINA que tu gobierno, en lugar de defender tu libertad, criminalizara tu identidad misma.
IMAGINA que tu jefe de Estado, en lugar de representarte, animara a otros a odiarte, simplemente por la persona a la que amas.
Mi nombre es Dave, y juego al rugby con los Wallabies de Australia. Al igual que muchas otras personas, espero con ilusión el momento de ver a los mejores atletas del mundo competir en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi (Rusia) el mes que viene… pero también estoy profundamente preocupado.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha introducido leyes que hacen que para las parejas del mismo sexo sea peligroso simplemente expresar quiénes son. Los integrantes de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) sufren ataques y acoso, y las autoridades no sólo no investigan estos delitos de odio, sino que incitan a cometerlos.
Los valores de “igualdad de condiciones” y “trato justo” forman parte de la retórica australiana, nacidos de nuestra historia de amor al deporte. Ahora que se aproximan los Juegos, es el momento de convertir estos principios en algo más que simples lemas y defender lo que es correcto.
Desde luego, la comunidad LGBTI de Rusia no recibe un “trato justo”, ya que su identidad misma se ve criminalizada. Las leyes homófobas imponen multas a personas y organizaciones acusadas de hacer “propaganda de las relaciones sexuales no tradicionales”.
Ahora que la atención internacional se centra en Rusia para los Juegos, es el momento de destacar la represión de la comunidad LGBTI y plantear nuestras dudas sobre un mundo que permite que esta discriminación persista.
Las autoridades rusas se niegan sistemáticamente a conceder a las personas LGBTI permiso para celebrar actos públicos como los desfiles del orgullo gay. El año pasado, al menos en seis ocasiones hubo ataques violentos contra activistas que se manifestaban pacíficamente en Moscú y San Petersburgo y, pese a la existencia de numerosos testimonios fotográficos y en vídeo, no se emprendieron acciones contra los atacantes.
Pero eso no es todo. Durante los dos últimos años, Rusia ha aprobado leyes que impiden a las personas disfrutar de todo tipo de libertades.
Las integrantes del grupo punk Pussy Riot fueron condenadas a dos años de prisión por interpretar, en el interior de una iglesia, una canción en la que se criticaba al presidente Putin. Más recientemente, 30 activistas de Greenpeace fueron detenidos y acusados de “vandalismo” por protestar contra la destrucción medioambiental en el Ártico. Se ha reprimido incluso a organizaciones de derechos humanos como Amnistía, que ahora se ven obligadas a inscribirse como “agentes extranjeros” bajo amenaza de ser multadas o clausuradas.
Al igual que Amnistía, considero que ser anfitrión de los Juegos Olímpicos es un privilegio. A todos los países anfitriones debe exigírseles que respeten los derechos y las libertades de las personas.
Firma la petición de Amnistía para recordar al presidente Putin que el mundo le está observando. Rusia debe cumplir el ideal olímpico de dignidad humana.
Gracias por tu tiempo y tu ayuda,
David Pocock
@pocockdavid