Comunicados de prensa
3 julio 2014
· El año pasado se informó de al menos 16.000 detenciones y al menos 80 muertes bajo custodia
· La tortura y otros malos tratos bajo custodia continúan imparables
· Las normas sobre juicios justos se burlan sistemáticamente
La oleada de detenciones arbitrarias, reclusiones y espantosos incidentes de tortura y muertes bajo custodia policial registrada por Amnistía Internacional es una clara prueba del fuerte deterioro sufrido por los derechos humanos en Egipto en el año transcurrido desde que el presidente Mohamed Morsi fue derrocado.
Miles de personas han sido detenidas, en cifras que varían. Según estimaciones oficiales publicadas por Associated Press en marzo, al menos 16.000 personas han sido detenidas durante el último año como parte de una amplia represión contra los simpatizantes de Mohamed Morsi y otros grupos y activistas que han expresado su disidencia. Según WikiThawra, una iniciativa gestionada por el Centro Egipcio por los Derechos Económicos y Sociales, al menos 80 personas murieron bajo custodia el año pasado, y más de 40.000 fueron detenidas o encausadas entre julio de 2013 y mediados de mayo de 2014.
Los informes sobre tortura y desapariciones forzadas en centros de detención de la policía y el ejército también son generalizados.
“Las tristemente famosas fuerzas de seguridad del Estado de Egipto –conocidas actualmente como Agencia de Seguridad Nacional– han vuelto y están funcionando a plena capacidad, utilizando los mismos métodos de tortura y otros malos tratos empleados durante los momentos más sombríos de la era de Mubarak”, ha manifestado Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.
“Pese a las reiteradas promesas realizadas por presidentes y ex presidentes sobre respetar el Estado de derecho, en el último año han seguido cometiéndose abusos flagrantes a un ritmo asombroso, con unas fuerzas de seguridad que, en la práctica, gozan de luz verde para cometer violaciones de derechos humanos impunemente.”
Tortura y otros malos tratos
Amnistía Internacional ha recopilado indicios condenatorios que señalan que la tortura es práctica habitual en comisarías de policía y lugares no oficiales de detención, especialmente contra miembros de la Hermandad Musulmana y sus simpatizantes. La infligen tanto el ejército egipcio como la policía, en lugares entre los que se encuentran instalaciones pertenecientes a la Agencia de Seguridad Nacional, en muchos casos con el objetivo de obtener confesiones o de obligar a los detenidos a implicar a otras personas.
Entre los métodos de tortura utilizados hay técnicas que solían utilizar los servicios de seguridad del Estado durante el gobierno de Mubarak, como por ejemplo aplicar descargas eléctricas, violar a los detenidos o esposarlos y colgarlos de una puerta abierta. Otro método de suspensión, conocido como “la parrilla”, consiste en esposar al detenido por las manos y los pies a una barra de hierro y colgar la barra entre dos sillas enfrentadas hasta que el detenido pierde la sensibilidad en las piernas. En ese momento, las fuerzas de seguridad empiezan a aplicarle descargas eléctricas en las piernas.
Uno de los casos más atroces documentados por Amnistía Internacional fue el de M.R.S., estudiante de 23 años detenido en febrero de 2014 cerca de Ciudad Nasr, en El Cairo. Según su relato, M.R.S. permaneció recluido 47 días, y durante sus interrogatorios fue torturado y violado. Actualmente se encuentra en libertad, pero la causa judicial contra él sigue pendiente.
“Me cortaron la camisa, me vendaron los ojos con ella y me esposaron con las manos a la espalda […] me golpearon con porras por todo el cuerpo, especialmente en el pecho, la espalda y la cara […] Luego me pusieron dos cables en los meñiques izquierdo y derecho y me dieron cuatro o cinco descargas eléctricas”, ha relatado.
También ha hecho una descripción aterradora de cómo lo agredieron sexualmente y lo violaron.
“El agente de seguridad nacional me agarró los testículos y empezó a apretármelos […] Yo grité de dolor y doblé las piernas para protegerme los testículos, y entonces él me metió el dedo en el ano […] llevaba algo de plástico en los dedos […] lo repitió cinco veces.”
M.R.S. también ha contado que le golpearon en el pene con un palo. Luego lo violaron repetidamente uno o más guardias de seguridad mientras lo obligaban a cantar una canción de apoyo al ejército egipcio, “Teslam Al Ayadi”.
En otro caso, Mahmoud Mohamed Ahmed Hussein, estudiante de 18 años, fue detenido en El Mareg, El Cairo, a mediodía, cuando se dirigía a su casa en el tercer aniversario del levantamiento de 2011. Cree que lo detuvieron porque vestía una camiseta con el logo de la “Revolución del 25 de enero” y un pañuelo con un lema de la campaña “Nación sin Tortura”. Le vendaron los ojos y, tras horas de palizas, descargas eléctricas –en los testículos, entre otros lugares– e interrogatorios por parte de agentes de seguridad nacional, lo obligaron a “confesar” la posesión de explosivos y la pertenencia a la Hermandad Musulmana. Actualmente permanece en prisión.
“Día tras día emergen terribles relatos de tortura mientras las autoridades niegan de plano todo abuso, y llegan incluso a calificar las prisiones egipcias de hoteles”, ha manifestado Hassiba Hadj Sahraoui.
“Si las autoridades egipcias desean conservar cualquier tipo de credibilidad, deben cesar de inmediato esas atroces prácticas.”
Muertes bajo custodia policial
Al menos 80 detenidos han muerto bajo custodia desde el 3 de julio de 2013, según WikiThawra.
“La muerte en 2010, a manos de la policía, de Khaled Said, un joven de Alejandría, fue uno de los detonantes del levantamiento egipcio. Resulta trágico que, cuatro años después, en Egipto sigan produciéndose muertes bajo custodia en una escala alarmante”, ha manifestado Hassiba Hadj Sahraoui.
Ahmed Ibrahim es una de las cuatro personas que han muerto en la comisaría de policía de Mattereya desde abril de 2014. Iba a ser excarcelado anticipadamente tras haber cumplido la mayor parte de una pena de tres años de prisión. Después de ser trasladado a la comisaría de Mattereya como preparación de su liberación, se quejó repetidamente de las malas condiciones de reclusión y dijo que le costaba respirar a causa de la maña ventilación del calabozo policial en el que permanecía hacinado junto con muchos otros detenidos. Le negaron la atención médica.
En una llamada telefónica hecha a su padre a la una de la madrugada del 15 de junio, suplicó ayuda, diciendo: “Me muero, padre”. Su padre trató de llamar a una ambulancia, pero más tarde supo que la petición tenía que proceder de la comisaría para que el personal médico pudiera acceder al calabozo. Para cuando llegó a la comisaría para preguntar por su hijo esa mañana, le dijeron que Ahmen Ibrahim había muerto. Al examinar el cadáver de su hijo, descubrió hematomas azules en la parte superior del cuerpo y cortes en el cuello, que sugieren que pudo haber sido torturado. El informe de un examen médico post mortem al que ha tenido acceso Amnistía Internacional decía que el cuerpo presentaba hematomas azules y cortes. Los médicos forenses dijeron a Amnistía Internacional que la causa de la muerte aún no estaba clara.
Detención y reclusión arbitraria
Amnistía Internacional ha hablado con decenas de ex detenidos y con familias de detenidos que habían sido arrestados arbitrariamente y recluidos ilegalmente privándolos por completo de sus derechos. Ha habido muchos casos de personas detenidas en la calle o después de que las fuerzas de seguridad entraran en sus casas por la fuerza. A muchas las han golpeado en el momento de la detención o las han mantenido recluidas sin cargos durante periodos prolongados, sin darles la oportunidad de impugnar ante un juez o un fiscal la legalidad de su detención o sin informarlas de los motivos de dicha detención. Algunas llevan casi un año recluidas sin cargos ni juicio.
Un detenido entrevistado por Amnistía Internacional dijo que había permanecido recluido durante 96 días en el campamento militar de Al Galaaa, en la prisión de Al Azouly, después de que las fuerzas de seguridad irrumpieran en su casa para detenerlo. No le permitieron ponerse en contacto con sus abogados o familiares para informarles de su paradero. Había estado recluido arbitrariamente 11 años en detención administrativa durante el gobierno de Hosni Mubarak. Según dijo a Amnistía Internacional: “Las fuerzas de seguridad de Mubarak al menos sabían a quién tomaban como objetivo; ahora detienen a la gente al azar”.
Hatem Mohie Eldin, estudiante de 17 años, fue detenido al azar por la policía el 27 de mayo en Alejandría cuando regresaba a su casa desde su centro de enseñanza. Las fuerzas de seguridad lo golpearon y lo mantuvieron recluido durante cinco días en un lugar desconocido. No le permitieron ponerse en contacto con su familia o sus abogados, y durante su reclusión no lo remitieron a la fiscalía ni a un tribunal. Lo dejaron en libertad el 1 de junio, después de que las fuerzas de seguridad concluyeran que no había participado en actos violentos ni en disturbios, según dijo a Amnistía Internacional.
En algunos casos, las fuerzas de seguridad han detenido al azar a familiares o amigos cuando la persona que buscaban no estaba presente, y han formulado contra ellos cargos o acusaciones falsas. La familia de los hermanos Salah y Adel dijo a Amnistía Internacional que ambos habían sido golpeados y detenidos en agosto de 2013 por las fuerzas de seguridad, que buscaban a un tercer hermano.
Juicios injustos
El sistema de justicia penal de Egipto ha sufrido enormes reveses a lo largo del último año, y se han dictado varias sentencias de motivación política. Se ha dictado una serie de condenas de muerte colectivas tras juicios flagrantemente injustos contra detenidos acusados de los actos violentos del pasado mes de agosto que ha puesto de manifiesto profundos defectos en el sistema de justicia penal. En muchos casos, los acusados no comparecieron a juicio, y a los abogados se les ha impedido repetidamente presentar su defensa o interrogar a testigos.
Los tribunales condenaron a muerte a muchachos menores de 18 años, en contra de las obligaciones contraídas por Egipto en virtud del derecho nacional e internacional, especialmente la Convención sobre los Derechos del Niño.
En otros casos se ha condenado a muerte a acusados tras celebrar únicamente una vista, y sin dar a los abogados la oportunidad de presentar su defensa o interrogar a los testigos.
Según la información recopilada por Amnistía Internacional, desde enero de 2014 el sistema de justicia penal de Egipto ha recomendado la pena de muerte para 1.247 hombres, en espera de la opinión religiosa del gran muftí, y ha confirmado la condena de muerte de 247 personas. La imposición de condenas a muerte tuvo lugar tras juicios flagrantemente injustos.
Los abogados defensores han informado también a Amnistía Internacional de casos en los que los fiscales no les permitieron asistir a las investigaciones, y han declarado que en los procedimientos judiciales se han utilizado “confesiones” obtenidas mediante tortura.
“El sistema de justicia penal de Egipto ha demostrado que no puede o no quiere administrar justicia sin consecuencias desastrosas”, ha declarado Hassiba Hadj Sahraoui.
“Egipto está fallando en todos los niveles en lo que se refiere a los derechos humanos. Depende del nuevo gobierno encabezado por el presidente Abdel Fattah al Sisi revertir la tendencia iniciando investigaciones independientes e imparciales sobre todas las denuncias de violaciones de derechos humanos y transmitir un mensaje enérgico que indique que el burlar los derechos humanos no se tolerará y no quedará impune.”
Información complementaria
Amnistía Internacional ha documentado también actos de tortura y desaparición forzada en la prisión militar de Al Azouly del campamento militar de Al Galaaa, en Isamilia.