Recientemente, las autoridades salvadoreñas se negaron a indultar a Guadalupe, una joven que cumple una condena a 30 años de cárcel tras sufrir un aborto espontáneo. Una de sus principales defensoras es Morena Herrera. En este artículo, la ex luchadora por la libertad, feminista incondicional y activista de derechos sexuales y reproductivos, nos explica por qué es necesario eliminar la prohibición del aborto en El Salvador.
“Yo fui guerrillera. He sido activista a favor de los cambios sociales desde que era joven”, dice Morena Herrera. Cuando la guerra civil terminó en 1992 y se firmaron los Acuerdos de Paz, sabía que aún quedaba mucho por hacer.
“Esos acuerdos tenían enormes carencias en lo referente a los derechos de las mujeres”, afirma. “Me di cuenta de que tenía que luchar de otra manera. Los derechos de las mujeres son derechos humanos y tienen que ser una prioridad”.
Morena lleva luchando “de otra manera” desde 2009 a través de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto, un colectivo que encabeza actualmente.
Entre las mujeres que el grupo ha defendido está el tristemente famoso caso de Beatriz, que casi perdió la vida cuando le negaron la interrupción voluntaria de un embarazo inviable que amenazaba su vida; y el caso de las 17 mujeres, Guadalupe entre ellasmencionadas anteriormente, que han recurrido las condenas por “delitos” relacionados con el embarazo.
La brutal prohibición del aborto en El Salvador ha arruinado la vida de todas estas mujeres.
Ácidos y ganchos
No siempre fue así. Antes de 1997, el aborto estaba permitido en tres casos excepcionales: si la vida de una mujer corría peligro, en casos de violación y en casos de anomalía fetal.
“En aquella época”, afirma Morena, “podías abortar en secreto y no te procesaban ni te perseguían. Algunas mujeres recurrían a ácidos y a ganchos para abortar, porque el aborto seguía siendo ilegal, salvo en esos casos excepcionales. Pero cuando las cosas salían mal, podían ir al hospital y recibir tratamiento sin temor a ser detenidas”.
Sin embargo, después de 1997, el Código Penal de El Salvador fue modificado y el aborto fue prohibido totalmente, y se fue desarrollando una cultura que culpabiliza a las mujeres.
“Hoy en día, las mujeres que acuden a un hospital con una hemorragia tras un aborto espontáneo son acusadas inmediatamente”, dice Morena. “Incluso sin una investigación sobre los hechos, se les acusa y se dicta auto de procesamiento en su contra. En algunos casos, el delito de aborto se cambia a homicidio agravado. Y entonces las penas impuestas son draconianas, desde 30 hasta 50 años de cárcel”.
Decisiones imposibles
En este contexto, Morena admite que el trabajo que hace con la Agrupación Ciudadana es difícil.
“Un día recibí una llamada telefónica. Una estudiante había tenido una hemorragia en el baño de la escuela”, recuerda. “Le dije a una compañera de trabajo que la llevara a un hospital privado. La habían violado fuera de la universidad [y se había quedado embarazada], pero no se lo había contado a nadie. Consiguió pastillas hechas de sosa cáustica. Las pastillas destrozaron las paredes de sus arterias, pero seguía embarazada. Para nosotras, el dilema es, ¿preferimos ver a esta persona muerta o en la cárcel? Esta es nuestra realidad cotidiana. Es angustioso”.
Los embarazos no deseados son una realidad terrible para demasiadas mujeres jóvenes y niñas en El Salvador. Como señala Morena, el 36 por ciento de los partos en hospitales del país son de niñas de entre 9 y 18 años de edad. Sin una educación sexual adecuada, con acceso limitado a los métodos anticonceptivos y la prohibición total del aborto, se deja a las jóvenes en una situación sin salida, aparte de los abortos clandestinos (“35.000 al año”) o el suicidio (que representa el 57 por ciento de las muertes de adolescentes embarazadas).
“Soy madre de cuatro hijas, tres de las cuales son de padres diferentes”, dice Morena. “Conozco personalmente la angustia que se siente cuando tienes un embarazo no deseado. Yo sólo hice una elección plenamente consciente con mi cuarta hija. Todos los niños y niñas deberían venir al mundo de esta manera”.
Desafíos
Morena y sus compañeras no sólo se enfrentan a desafíos legales, sino también sociales.
“La gente dice que estamos cometiendo un delito por sensibilizar, por apoyar a las mujeres y por actuar en su nombre. Les respondemos diciendo que luchamos para cambiar una ley injusta y que eso no puede ser ilegal, que no lo aceptamos” dice.
“Hemos recibido amenazas y ha habido artículos en la prensa y reportajes en la televisión con el fin de estigmatizarnos”.
Aquí es donde Amnistía Internacional puede desempeñar una función positiva. “Cuando Amnistía vino a El Salvador y presentó su informe, nos dio una cierta tranquilidad. ¡No estamos locas! Tenemos apoyo. Lo más importante es que Amnistía contacte con otros gobiernos y les pida que presionen a El Salvador, ya que en ocasiones nuestras voces no son escuchadas, por lo que esto nos ayudaría mucho”.
Éxitos
Entre los numerosos reveses, siempre hay éxitos. Morena recuerda la primera mujer a la que la Agrupación Ciudadana ayudó a recuperar la libertad.
“Era una madre de tres hijos que había sido condenada a 30 años de cárcel”, recuerda Morena. “Nos enteramos del caso a través de un artículo en el New York Times y empezamos a investigar. Yo tengo el mismo apellido que ella, así que pude entrar en la cárcel como si fuese familiar suya. Me contó lo que había pasado. Examinamos los expedientes de los casos y con la ayuda de médicos forenses de Argentina, Guatemala y España conseguimos demostrar que hubo un error en el juicio, un error judicial. Hicimos campaña por su liberación durante cuatro años”.
Cuando finalmente quedó en libertad, Morena estaba emocionada. “Me pasé tres días sonriendo”, dice. “Fue muy satisfactorio. Y después de un tiempo, ella también comenzó a defender los derechos de otras mujeres”.