Una votación clave celebrada en la ONU ha enviado al gobierno norcoreano un mensaje claro en el sentido de que los responsables de crímenes de lesa humanidad deben comparecer ante la justicia, ha manifestado Amnistía Internacional.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó el viernes en Ginebra una resolución en la que condena a Corea del Norte por las violaciones graves, generalizadas y sistémicas de derechos humanos, incluidos crímenes de lesa humanidad, que continúan cometiéndose en el país.
“Es una resolución enérgica, y el mensaje a las autoridades norcoreanos no podría ser más claro: no se tolerarán los crímenes de lesa humanidad, y quienes los cometan deberán ser llevados ante la justicia”, ha señalado Roseann Rife, directora de investigación sobre el Este de Asia de Amnistía Internacional.
“La comunidad internacional debe aprovechar este impulso para aumentar la presión sobre Corea del Norte con objeto de que ponga fin a sus incomprensibles crímenes. Los derechos humanos han de ocupar el lugar central cuando el Consejo de Seguridad de la ONU examine la paz y la seguridad en la península de Corea.”
La resolución se aprobó por abrumadora mayoría. China y otros cinco países votaron en contra, y hubo 11 abstenciones.
“Lamentablemente, algunos Estados parecen dispuestos aún a hacer caso omiso de los delitos más terribles. En vez de obstaculizar estos esfuerzos internacionales, tales Estados, en particular China, deben utilizar su influencia para ayudar a poner fin al sufrimiento insoportable que causa al pueblo norcoreano su propio gobierno”, ha añadido Rife.
La votación se celebró tras la publicación, el mes pasado, de un escalofriante informe de la ONU sobre Corea del Norte. En él, la comisión de investigación de la ONU determina que se han cometido y se siguen cometiendo crímenes de lesa humanidad y afirma que la magnitud y naturaleza de las violaciones de derechos humanos no tienen parangón en el mundo contemporáneo.
Información complementaria
Hay centenares de miles de personas, incluidos menores de edad, recluidas en campos para presos políticos y otros centros de detención de toda Corea del Norte.
Muchas no han cometido ningún delito, sino que simplemente son familiares de otras consideradas culpables de delitos políticos. Su detención es una forma de castigo colectivo, pues son “culpables por relación”.
Se calcula que desde la década de 1990 han muerto de hambre más de un millón de norcoreanos. Las hambrunas y crisis de alimentos del país han pasado en gran medida desapercibidas debido al control político, incluidas la restricción de la libertad de circulación de los norcoreanos y del personal de los organismos humanitarios internacionales y la casi total supresión del derecho a la liberta de expresión, información, reunión pacífica y asociación.