Sherif Elsayed Ali, jefe del Equipo sobre Derechos de Personas Refugiadas y Migrantes de Amnistía Internacional
En gran parte de Europa, “solicitante de asilo” y “refugiado” se han convertido en palabras tabú. Cuesta encontrar políticos que expresen en público su preocupación sincera por las personas refugiadas y, cuando lo hacen, suele ser durante una visita a algún campo de refugiados alejado de las fronteras de Europa.
En el ámbito nacional, los políticos evitan el tema o lo asocian a conceptos como “delito”, “invasión” y “aprovecharse”.
La semana pasada, Amnistía Internacional pidió a los gobiernos de la Unión Europea que reasentaran a más refugiados de Siria, a fin de aligerar la inmensa carga que soportan los principales países de acogida, especialmente Líbano y Jordania. Algunas de las reacciones reflejaron el clima político.
Unos preguntaron por qué era problema de Europa que unos musulmanes estuvieran matando a otros musulmanes en Siria. Otros dijeron que no querían que vinieran “terroristas” a su país. A algunos simplemente no les agradaba la idea del reasentamiento porque decían que las aportaciones económicas de sus países a la crisis humanitaria eran suficientes.
Es fácil desechar las respuestas explícitamente islamofóbicas como opiniones de una minoría, pero la realidad es que gran parte del debate sobre el asilo está alimentado por xenofobia o racismo implícitos, o una mezcla de ambas cosas.
Hace décadas, tras la Segunda Guerra Mundial, Europa lideró al mundo en la creación del moderno régimen internacional de protección de refugiados. La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de la ONU surgió de los horrores de la guerra, del convencimiento de que es fundamental proteger a quienes sufren persecución por ser quienes son o por sus creencias.
Pero la mayoría de los gobiernos europeos lo han olvidado. Las políticas de casi todos los gobiernos europeos están orientadas a mantener a los solicitantes de asilo fuera de sus fronteras. La Fortaleza Europa es una realidad palmaria. Desde la aceptación tácita de las brutales prácticas de devolución informal por parte de Grecia, hasta la reclusión de refugiados en difíciles condiciones en Bulgaria y los regímenes de visado destinados a mantener fuera de las fronteras a posibles solicitantes de asilo, prácticamente no existe una sola vía legal de entrada en Europa para los refugiados.
Cada año, cientos de personas que han huido del conflicto y la persecución en Siria y otros lugares mueren al intentar cruzar en barco el Mediterráneo desde el Norte de África en una travesía sumamente peligrosa, buscando la seguridad de Europa. Es difícil imaginar lo desesperado que uno tiene que estar para asumir semejante riesgo.
La UE no está haciendo ni siquiera lo básico frente a una de las peores crisis de refugiados registradas en varias décadas, y que está sucediendo justo al otro lado de sus fronteras. Países como Reino Unido han hecho una importante contribución económica al esfuerzo humanitario en Siria y en torno a sus fronteras, pero no han estado dispuestos a aumentar el número de plazas de reasentamiento para refugiados de Siria.
En general, la UE ha puesto muy pocas plazas a disposición de los refugiados procedentes de Siria en forma de reasentamiento o admisión por razones humanitarias. Parece ser que la preocupación que muchos dirigentes políticos expresan por los refugiados de Siria termina en las fronteras de la Unión Europea. Europa os ayudará siempre que no intentéis venir aquí.
Hay algunas excepciones. Por ejemplo, en septiembre, Suecia concedió la residencia permanente a todos los solicitantes de asilo sirios en el país. Fue una decisión compasiva, pero también lógica: no se atisba el fin del conflicto y los refugiados no van a poder regresar a su país en un futuro cercano.
Mientras, Alemania anunció que ofrecería la residencia temporal a 10.000 sirios que estaban refugiados en los principales países de acogida.
Esta misma semana, Siria ha batido otra marca: protagonizar por segundo año consecutivo el mayor llamamiento humanitario de la ONU en toda su historia. La mitad de los 22 millones de habitantes que forman la población de Siria necesitarán ayuda humanitaria en 2014. Hasta un total de 3 millones de sirios son refugiados, 6,5 millones son desplazados internos y 600.000 niños refugiados no van a la escuela.
El reasentamiento se concibe únicamente como solución para un reducido porcentaje de refugiados de Siria, que son las personas más vulnerables. La inmensa mayoría –millones– continuará en situación de acogida en países vecinos de Siria.
Siria es la crisis de refugiados determinante de nuestra generación. Que los países de la UE se muestren tan reacios a reasentar refugiados de Siria es un elocuente indicador de la política de asilo en Europa. Los gobiernos y los partidos políticos han permitido y hasta han sido cómplices de una competición de mínimos con respecto a la protección de refugiados. Muchos políticos de todos los partidos han fomentado la xenofobia y el racismo hacia los refugiados y solicitantes de asilo, de manera expresa o tácita, por intereses políticos.
La protección de los refugiados es, por encima de todo, la protección del derecho de todas las personas a ser quienes son y a creer lo que quieran sin temer por su vida o su libertad. Trata de la defensa de quienes sufren la persecución de sus propios gobiernos.
El régimen existente de protección de los refugiados surgió en gran medida de las cenizas de una guerra terrible librada en suelo europeo. Es hora de que Europa haga memoria y deje de rechazar a los refugiados de Siria y a otras personas con una acuciante necesidad de protección.
Más información:
Fortaleza Europa: La vergonzosa situación de los refugiados sirios, al descubierto (comunicado de prensa, 13 de diciembre de 2013)
An international failure: The Syrian refugee crisis (documento, 13 de diciembre de 2013)
Bulgaria: Amnesty International briefing: Refugees in Bulgaria trapped in substandard conditions (documento, 13 de diciembre de 2013)
“Me dio más miedo la policía griega que el ejército sirio” (blog, 13 de diciembre de 2013)
‘Don’t get on the boat’ – testimonies from Syrian refugees in Italy (testimonios, 13 de diciembre de 2013)