Hace poco más de un mes, pocas personas sabían quien era Beatriz. Pero en los últimos días, la espantosa situación de esta mujer de 22 años en El Salvador ha inundado las redes sociales y ha viajado por el mundo.
Beatriz, madre de un niño, está embarazada y seriamente enferma. Actualmente está hospitalizada con lupus y problemas de riñón. Su situación de salud es tan grave que los médicos han dicho que podría morir si continúa con su embarazo. Los médicos también han diagnosticado al feto que lleva como Anencefálico (le falta gran parte del cerebro y cráneo), lo que en la mayoría de los casos resulta en la muerte del bebé a las horas o días de nacer.
Sin embargo, los médicos de Beatriz no le han brindado el aborto que puede salvarle la vida, y está solicitando, porque temen ser procesados bajo las leyes salvadoreñas que imponen sentencias de prisión a cualquiera que lleve a cabo o tenga un aborto.
Hace dos meses, los médicos escribieron a las autoridades solicitando protección explicita de ser procesados si le proveen a Beatriz el tratamiento que tanto necesita. A pesar de la obvia urgencia del caso, ninguna autoridad ha respondido.
En su desesperación, los abogados de Beatriz llevaron el caso hasta la Corte Suprema del país, solicitando que protegieran su derecho a la vida y a la salud.
Nosotros pensamos que en un caso tan claro y urgente, la corte seguramente respondería rápidamente para salvar la vida de esta joven. Sin embargo, varias semanas más tarde, los jueces han fallado en tratar este caso con la urgencia que merece. Sus demoras son irrazonables, así como lo es su falla de emitir un fallo que respete los derechos humanos más básicos de Beatriz.
Cuando la historia de Beatriz salió a la luz, yo estaba en la capital de El Salvador, San Salvador.
Amnistía Internacional inmediatamente respondió al caso con una acción urgente y luego con una campaña global.
Nuestros pensamientos en aquel momento eran iguales a aquellos de muchas personas en El Salvador: seguramente el estado utilizaría el sentido común, y la compasión, para garantizar el derecho humano a la salud de esta joven mujer.
Esperamos que los jueces sean conscientes del hecho que el mundo está mirando, y esperando que no fallen esta prueba crucial a su capacidad de proteger y defender los derechos humanos. Su aparente indiferencia hasta el momento al sufrimiento de Beatriz a aumentando nuestra preocupación al punto que su reputación esta ahora en la línea.
Este es un caso que tiene que ver con la discriminación: Beatriz requiere tratamiento médico que solo las mujeres y niñas pueden necesitar, y es pobre. No lleva mucho darse cuenta lo que hubiera pasado si tuviera recursos o contactos influyentes.
A medida que pasaron los días y semanas, me he horrorizado al ver a las autoridades y jueces en El Salvador mirar de lejos, viendo a Beatriz sufrir dolor y angustia, sin saber si va a sobrevivir su embarazo. Las Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han demandado al estado que asegure, de manera inmediata, que Beatriz tenga acceso al tratamiento que necesita para salvar su vida. Beatriz misma ha grabado un pedido al Presidente.
Es absolutamente inexcusable que las autoridades de El Salvador le nieguen a Beatriz el tratamiento que puede salvarle la vida. Cada oficial del gobierno debería recordar su responsabilidad individual – y potencial responsabilidad – por su parte en el dolor y sufrimiento que causa su omisión.
Decenas de mujeres y hombres han salido a protestar frente a la Corte Suprema, pidiendo justicia por Beatriz. La última vez que estuve allí, algunos gritaban duras advertencias a los jueces. “La indiferencia mata y el silencio es cómplice!”. Otros se paraban con carteles que simplemente preguntaban: “¿Quién va a garantizar los derechos humanos de Beatriz?”
A dos meses del primer pedido para salvar su vida, todavía no tenemos respuesta.
Instamos a las autoridades que actúen para salvar la vida de Beatriz.
Cada oficial de gobierno y juez que falle hacer lo que pueda para salvar a Beatriz, o prevenir que sufra graves daños a su salud, arriesga tener sangre en sus manos.
El mundo esta mirando a El Salvador. La presión para que las autoridades y los jueces hagan lo correcto y ayuden a una mujer que quiere vivir esta aumentando cada día.
Por Esther Major, Investigadora sobre America Central de Amnistía Internacional.