El homicidio de seis miembros del personal del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en el norte de Afganistán es un crimen atroz. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional hoy.
“Al atacar al CICR, cuyo personal dedica su vida a ayudar a personas en situación desesperada, los atacantes han demostrado un terrible desprecio por la vida humana”, ha manifestado Biraj Patnaik, director de Amnistía Internacional para Asia meridional.
Los homicidios del norte de la provincia de Jowzjan se han producido un día después de que un atacante suicida matara a más de 20 personas en la entrada del Tribunal Supremo de Afganistán, en Kabul.
Afganistán está sufriendo actualmente una serie de ataques a civiles, como por ejemplo el asesinato, cometido la semana pasada, de cuatro mujeres en las provincias de Herat y Badakhshan.
En Herat, los asesinos dejaron una nota que decía: “Este es el castigo para las prostitutas.”
Nadie ha reivindicado la autoría del ataque de hoy, del atentado con explosivos ante el Tribunal Supremo o de los homicidios del personal del CICR.
La muerte de los empleados del CICR es el más reciente escalón de una oleada creciente de violencia. Según la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán, 3.498 personas murieron y 7.920 resultaron heridas en 2016, lo que constituye la cifra más alta de bajas civiles desde que la ONU empezó a documentar estadísticas en Afganistán.
“Hemos transmitido nuestro más profundo pésame a las familias de las personas muertas en este y otros ataques contra civiles, así como a nuestros colegas del Comité Internacional de la Cruz Roja en este día increíblemente triste”, ha manifestado Biraj Patnaik.
“Las autoridades afganas deben investigar de inmediato estas muertes de civiles y poner a sus autores en manos de la justicia. Ellas tienen la responsabilidad de impartir justicia. La guerra de Afganistán no va en descenso, sino que se está intensificando trágicamente con unas consecuencias para los derechos humanos que deberían alarmarnos a todos.”