Comunicados de prensa
24 enero 2014
Pakistán debe poner inmediatamente en libertad incondicional a un hombre que ha sido condenado hoy a muerte en aplicación de las leyes sobre la blasfemia del país, ha dicho Amnistía Internacional.
Mohammad Asghar, ciudadano británico residente en Pakistán que padece una enfermedad mental, fue detenido en 2010 tras enviar presuntamente cartas a varias autoridades afirmando ser un profeta.
“Mohammad Asghar puede ser ahora ejecutado por el mero hecho de escribir una serie de cartas. No merece ser castigado. Nadie debe ser acusado judicialmente por este tipo de conducta», ha dicho Polly Truscott, directora del Programa Regional para Asia y Oceanía de Amnistía Internacional.
Las leyes sobre la blasfemia de Pakistán se utilizan indiscriminadamente contra musulmanes y no musulmanes, y violan los derechos humanos básicos de libertad de religión y pensamiento.
“Las leyes sobre la blasfemia socavan el Estado de derecho, y los acusados corren peligro de morir y sufrir otras lesiones bajo custodia. Pakistán debe poner de inmediato en libertad a Mohammed Ashgar y reformar sus leyes sobre la blasfemia para garantizar que esto no vuelve a ocurrir», ha dicho Polly Truscott.
En noviembre de 2012, otro ciudadano británico, Masud Ahmad, de la comunidad ahmadí, fue encarcelado por recitar un pasaje del Corán, algo que las leyes sobre la blasfemia paquistaníes prohíben a los ahmadíes.
A Masud se le ha negado la libertad bajo fianza y su salud se deteriora mientras se consume en la cárcel esperando el resultado de un proceso de apelación que aún no ha finalizado.
La comunidad ahmadí tiene prohibido autodenominarse musulmana y profesar, practicar y propagar su fe islámica.
“Las autoridades de Pakistán deben poner inmediatamente en libertad incondicional a Mohammad Asghar y Masud Ahmad, y garantizar su seguridad y la de sus familiares. Varias personas han sido atacadas tras ser acusadas de blasfemia, y en algunos casos han muerto por esta causa”, ha declarado Polly Truscott.
Las leyes sobre la blasfemia han fomentado un clima de violencia y persecución por motivos religiosos que provoca la persecución tanto de minorías religiosas como de musulmanes. A menudo se usan maliciosamente para hacer acusaciones infundadas a fin de resolver disputas personales sobre tierras y negocios.
“En un momento en que Pakistán aún no se ha recuperado de una oleada de abusos cuyos perpetradores