Poco después de que comenzase el levantamiento popular en Bahréin en 2011, fueron detenidos 13 líderes de la oposición. Su “delito” había consistido en expresar sus opiniones pacíficamente: pedir democracia y el fin de la corrupción y oponerse a la monarquía.
Tras un juicio sin las debidas garantías, los acusados fueron condenados a entre cinco años de prisión y cadena perpetua. Algunos afirman que fueron torturados, y todos ellos son presos de conciencia. Farida Ghulam, esposa del líder opositor encarcelado Ebrahim Sharif, contó su historia a Amnistía Internacional.
Háblenos un poco de usted, Ebrahim y la relación de éste con los otros presos
Ebrahim es una figura política destacada: desde 2007 es secretario general del partido laico Sociedad de Acción Democrática Nacional de Bahréin (partido Waad). Llevo 28 años casada con él. Yo soy activista de los derechos de las mujeres desde que tenía 17 años y he sido presidenta de la primera organización bahreiní en este ámbito. Actualmente desempeño el cargo de directora de la Sección de Mujeres de la Sociedad de Acción Democrática Nacional y trabajo como especialista en evaluación en el Ministerio de Educación de Bahréin.
Mi esposo [retratado supra en la imagen de “sello”, a la derecha, junto con Abdulhadi al Khawaja] es una persona franca que se ha convertido en una amenaza para el gobierno. Cuando se está en la oposición y se dicen verdades incómodas sobre las que la gente tiene miedo de hablar, como robo de tierras y presupuestos secretos, se convierte uno en un objetivo.
Ebrahim y los demás proceden de diversas escuelas de pensamiento, pero todos forman parte de la oposición. Después del 14 de febrero de 2011 [inicio del levantamiento popular en Bahréin], la gente se congregaba en la plaza de la Perla [en la capital, Manama], donde Ebrahim y los demás pronunciaban discursos todas las noches. El gobierno quiso ponerlos a todos en el mismo saco y los acusó de intentar derrocar el régimen.
¿Qué ocurrió cuando los detuvieron?
A Ebrahim lo detuvieron el 17 de marzo de 2011 [los 13 hombres fueron detenidos entre ese día y el 9 de abril de 2011]. Alrededor de 30 o 40 guardias llegaron a las dos de la madrugada y llamaron insistentemente al timbre. Uno de ellos apuntó a Ebrahim con una pistola a la cabeza. Ebrahim permaneció muy sereno: dijo que no tenían por qué usar la pistola y que iría con ellos voluntariamente. Se lo llevaron y, cuando pregunté dónde podía ponerme en contacto con él, se rieron de mí. Fue un momento muy duro.
Esa noche, desnudaron a Ebrahim y a los demás y los recluyeron en régimen de aislamiento. Un equipo de torturadores los golpeaba durante una hora, tres veces al día. Echaban agua fría sobre el colchón de Ebrahim y aumentaban la potencia del aire acondicionado para que no pudiese dormir. Al cabo de dos meses, la tortura paró gracias a la atención internacional. Ahora ellos sufren dolores, enfermedades y las secuelas de la tortura, y la mayoría no han recibido atención médica.
¿Qué ocurrió durante el juicio y posteriormente?
Durante 21 meses se celebraron juicios contra ellos sin que tuvieran medios para defenderse. Algunos fueron condenados a cadena perpetua [Hassan Mshaima, Abdelwahab Hussain, Abdulhadi al Khawaja, Dr. Abdel Jalil al Singace, Mohammad Habib al Miqdad, Abdel Jalil al Miqdad y Saeed Mirza al Nuri]; otros a 15 años de prisión [Mohammad Hassan Jawwad, Mohammad Ali Ridha Ismail, Abdullah al Mahroos y Abdul Hadi Abdullah Hassan al Mukhodher]. A mi marido y a otro de los acusados [Salah Abdullah Hubail al Khawaja] les impusieron cinco años de cárcel. Fue asombroso y extraño cuando en abril de 2012 un tribunal de apelación civil determinó que lo que había ocurrido en el tribunal militar era un error, y que los acusados debían ser liberados. Pero el fiscal general declaró que la situación no cambiaría en nada.
La noticia fue devastadora, sobre todo para los condenados a cadena perpetua. Pero como se trata de una situación política y el gobierno se está vengando de muchísimas personas, parece que los problemas propios no son tan grandes. Hay que ser fuertes por la familia de cada uno y por otras personas.
¿Cómo le ha afectado a usted y a las otras familias el encarcelamiento de sus seres queridos?
He empezado a hablar más abiertamente: todas las familias aprovechamos cualquier oportunidad para hablar en favor de los presos. He recibido muchas cartas y mensajes de odio en Twitter, de gente que me envía la foto de una soga y me acusa de traidora. Me suspendieron de mi empleo durante tres meses y me interrogaron. Pero ha valido la pena porque ésta es una causa justa.
El régimen está intentando controlar cualquier canal de expresión de la oposición, por ejemplo en la televisión nacional y en la mayoría de las revistas. Pero ahora todo el mundo usa Twitter con mucho éxito para transmitir sus mensajes. Si la cuenta tiene muchos seguidores, a veces los Ministerios del Interior o de Justicia responden usando un lenguaje degradante y acusándonos de mentir. Pero nosotros nos limitamos a decir la verdad.
¿Qué significa para estos 13 hombres que su caso se haya incluido en la campaña “Escribe por los derechos” de 2013?
Debo agradecer a Amnistía Internacional todos sus esfuerzos, pues realmente tienen un efecto en el ánimo de los presos, ya que les recuerdan que no han caído en el olvido. Todas estas personas que escriben para defender su causa… ¡es impresionante! El activismo internacional surte un efecto enorme en los activistas bahreiníes porque saben que alguien está contando lo que les ha sucedido. En nuestro país se ha puesto en marcha un plan integral para bloquear a la oposición, difundir mentiras y tergiversar los hechos. Ese activismo es muy importante para nosotros: nos da más confianza y fuerza para continuar. Nos alegra mucho que haya personas que aprecian los derechos básicos, respetan sus principios y dedican su tiempo y esfuerzo a ayudarnos. Es un sentimiento de solidaridad muy hermoso.
¿Cuáles son sus esperanzas para el futuro de Bahréin?
Contamos con una hoja de ruta para un futuro mejor, denominada Documento de Manama. Queremos una sociedad en la que exista igualdad para todas las personas, donde todos los bahreiníes puedan conseguir un trabajo si son competentes, en vez de sufrir la discriminación que se ejerce contra la comunidad chií y los miembros de los partidos de la oposición.
Seguimos esperando que la presión internacional obligue al gobierno de Bahréin a admitir que el levantamiento se originó debido a problemas políticos que llevan mucho tiempo sin ser resueltos y que siguen siendo ignorados y silenciados, en vez de intentar controlarlo todo. No se puede mentir todo el tiempo.