Ihar Tsikhanyuk es bielorruso, gay declarado y trabaja como artista del travestismo. Cuando trató de fundar una organización de defensa de los derechos de los gays, la policía le dio una paliza. Cuando se quejó, lo amenazaron con matarlo.
Ihar quiere que se haga justicia por lo sucedido y la libertad para ser él mismo sin preocuparse por las consecuencias. Contó su historia a Amnistía Internacional.
“Mientras se preparan, yo moriré”
“Cuando veo una injusticia, empiezo a combatirla. Me educaron así; para mí la injusticia es el horror.
“Fui a una tienda de ropa de MInsk [la capital de Bielorrusia] en agosto, de la mano de un joven. El gerente me echó y nos insultó. Volví al día siguiente y me quejé, y me pidieron disculpas y dijeron que no volvería a pasar. Conseguí convencerles de que estaban equivocados. Eso significa defender tus derechos. No robé nada ni maté a nadie, sólo iba de la mano con mi novio.
“Un chico y una chica pueden ir de la mano, ¿por qué nosotros no? No me importa lo que piensen. No puedo quedarme sentado a esperar hasta que estén preparados. Mientras se preparan, yo moriré. Sólo tenemos una vida y debemos vivirla lo mejor posible.”
Ser gay en Bielorrusia
“Los medios de comunicación representan a gays y lesbianas como gente enferma y demente, idiotas y salvajes. El presidente dice que nuestro país no está preparado para aceptar a personas como nosotros y que no se avergüenza de eso. La gente ve la actitud del presidente y piensa igual.
“Soy gay declarado. No me avergüenza y no lo oculto; trato de demostrar que es normal. Me visto como una mujer cuando actúo como artista del travestismo en los clubs. Pero es muy difícil. Tienes que estar preparado para vivir situaciones negativas todo el tiempo, ataques de jóvenes, de la familia y de las autoridades políticas.
“Es normal que en Bielorrusia los gays escondan su vida. Si les dan una paliza o los despiden, no saben cómo denunciarlo a las autoridades. Muchos de mis amigos acuden a mí para pedirme ayuda.
“La comunidad LGBTI [lesbiana, gay, bisexual, transgénero e intersexual] estaba muy unida. Pero la política del gobierno se ha vuelto muy homófoba últimamente —se han cerrado clubs gays; es imposible organizar actos, reuniones, fiestas—, así que la gente ha empezado a dejar de estar en contacto con los demás.”
Expulsado de la iglesia
“Soy cristiano ortodoxo. Me gustaba ir a un monasterio de Hrodna [en el noroeste de Bielorrusia], donde conocí a una abadesa. Luego fui al orgullo gay de Moscú en 2009 y di un montón de entrevistas. La siguiente vez que fui a Hrodna, la abadesa me expulsó de la iglesia durante el servicio, delante de toda la parroquia. Me señaló y dijo: ‘este chico, Ihar, es gay, le gustan los hombres’. Dijo a la congregación que escupieran a las personas como yo y que me expulsaran si volvía, porque dañaba la reputación de la iglesia.
“Mi madre es muy conservadora y religiosa, así que el día que me vio abrazar y besar a un chico en mi habitación se quedó horrorizada. Estuvo sin hablarme casi un mes y luego dijo que me llevaría a ver a un sacerdote para que me confesara porque tenía un demonio dentro. “Después terminé los estudios y me fui de casa, y la cosa se calmó. Actualmente me apoya, e incluso me pregunta por mi vida personal y me dice que tenga cuidado con mi salud.”
Sacado a rastras del hospital
“Intentamos crear Lambda, una organización de derechos humanos que protege a las personas LGBTI, en diciembre de 2012. El gobierno empezó a combatirnos después de que solicitásemos la inscripción en el Ministerio de Justicia con las firmas suficientes [como exige la ley]. La policía citó a los miembros fundadores para interrogarlos, preguntando por qué habíamos firmado la solicitud, y nos presionó para que escribiéramos cartas condenándolo.
“Yo estaba hospitalizado por una úlcera de estómago. La policía vino al hospital y me metió a rastras en su vehículo. Me preguntaron qué había estado haciendo en Minsk con otros gays. Me negué a hablar con ellos, así que empezaron a darme puñetazos en la cabeza y el pecho. Me dijeron que no volviera a Minsk y que no me involucrase con la organización.”
«Todas las personas son iguales en la República de Bielorrusia”
Después de la agresión, mi familia empezó a tener miedo de ser atacada. Les dije que les protegería. Algunos de mis amigos expresaron su apoyo y comprensión, pero otros dijeron que no debía denunciar o tendría más problemas y que podían matarme.
“Redacté una queja, y cuando se lo dije a la policía, me replicaron: ‘Chico, ¿no te preocupa terminar con nueve gramos [una bala] en la cabeza?’. No me podía creer que me hubieran dicho eso abiertamente.
“Me sentí humillado y vacío, porque no puedo hacer nada. No tenemos suficientes vías para luchar ni una legislación lo bastante buena para proteger a las personas LGBTI en Bielorrusia.
“Significaría mucho para nosotros recibir el apoyo de la campaña de Amnistía “Escribe por los derechos”. Las personas LGBTI se sentirán con más valor y más esperanza. Demostrará que todas las personas son iguales en la República de Bielorrusia.”