Hace algo más de un año, el abogado de derechos humanos Thulani Maseko fue condenado a dos años de prisión tras poner en entredicho la imparcialidad del sistema judicial de Suazilandia. Su esposa Tanele, en su lucha por demostrar su inocencia, cuenta cómo es estar casada con un activista encarcelado.
A veces ni siquiera puedo conciliar el sueño, pienso en mi marido durmiendo en el suelo, sin pijama, sintiendo frío, hambre y frustración. Tienes que ser fuerte para soportarlo. Y lo intentas, pero a veces puede contigo. El hecho de no poder hacerle la comida, no poder hablar con él cada vez que te apetece, es difícil y frustrante, pero es el precio que hay que pagar por la libertad.
Era un día como otro cualquiera
Cuando lo detuvieron, era un día como otro cualquiera. De pronto recibo el siguiente mensaje: «Me han detenido para interrogarme». No sabía qué pensar. Más tarde llamó y dijo: “No te preocupes, por favor, estoy en la comisaría de policía pero parece que va para largo. Dile a mi madre que estoy de viaje; espero que esto no tarde más de un mes.»
No podía dormir, evidentemente. Sólo necesitaba ver a este hombre para saber exactamente lo que estaba pasando. En la comisaría, entramos en una sala muy sucia donde había un olor nauseabundo. Entonces vino Thulani. ¡Sonreía! «¿Algo va mal?”, me preguntó. “Todo va mal –contesté–. ¿Qué estás haciendo aquí?» Él se rió y dijo: “Así es la lucha”.
Estaba tranquilo. Hablamos sobre cómo llevar adelante a la familia y su despacho jurídico. «No voy a solicitar la libertad bajo fianza –me dijo–. No pienso ceder, porque es mi derecho.» Es muy testarudo. Pensé que estaba siendo egoísta, pero luego me di cuenta de que se trataba de algo más importante que Thulani y que yo misma.
Tratado como un delincuente peligroso
Fue muy duro ver cómo trataban a mi esposo como un delincuente peligroso. La primera vez que lo vi con esas cadenas de hierro, me afectó muchísimo y perdí los nervios. Pero es que no puedes dejar así sin más que los agentes disfruten de lo que están haciendo. Me contuve, pero fue muy difícil. Ha pasado un año y seguimos vivos y estamos bien, sobrevivimos.
La primera vez que lo vi con esas cadenas de hierro, perdí los nervios.
Tanele Maseko
Mi vida está paralizada en la práctica, porque tengo que apoyar la causa de Thulani. Es lo que una hace cuando ama a la persona con quien se ha casado. Evidentemente él no se lo ha buscado. No es más que un ciudadano honesto y preocupado que intenta hacer lo correcto. Por desgracia, la sociedad actual no permite que la gente diga la verdad en voz alta.
Lo es todo para todo el mundo
Thulani lo es todo para todo el mundo. Aparte de a nosotros, ayuda a su familia, directa e indirecta, y hasta financia un pequeño club de fútbol. Va por toda la comunidad enseñando a la gente sus derechos fundamentales y la Constitución. Colabora por todo Suazilandia con diferentes comunidades de suazilíes. Es un hombre asombroso.
Llevamos ya siete años de matrimonio; siete años y se mantiene firme. Antes de que lo detuvieran teníamos planes. Su despacho jurídico estaba prosperando, y también trataba de consolidar Abogados en Defensa de los Derechos Humanos-Suazilandia, institución que había contribuido a fundar. Thulani era activista de los derechos humanos, pero no me importaba, porque sabía que lo estaba haciendo por todos los suazilíes y que sacrificaba tiempo de estar con su familia para ayudar a otros.
Ángeles de la humanidad
Aprecio enormemente el apoyo de la comunidad internacional. Saber que hay personas que trabajan día y noche sobre el caso de mi esposo realmente me impresiona. Thulani dice que todas estas personas son “ángeles de la humanidad”. No para de decirme: “Me da igual lo que haga el sistema, sé que hay ángeles que me están apoyando. Yo sé que Dios ha enviado a estos ángeles para que trabajen en mi caso.» Es un honor; realmente nos honra saber que el mundo está pendiente, que el mundo está apoyando de alguna manera.
El 25 de julio de 2014, Thulani Maseko, abogado de derechos humanos, y Bheki Makhubu, director de The Nation –revista mensual de noticias de Suazilandia–, fueron condenados a dos años de prisión por desacato al tribunal. Los cargos de desacato tenían su origen en sendos artículos publicados en la citada revista en los que los condenados expresaban su preocupación por la falta de independencia e integridad judicial en Suazilandia. Al día siguiente de concluir esta entrevista, Thulani Maseko fue recluido en régimen de aislamiento durante tres semanas como medida de castigo por escribir una carta desde la cárcel que había sido publicada.