El 15 de febrero, Saman Naseem, joven iraní cuya ejecución está prevista para el jueves, fue una vez más sometido a una brutal paliza a manos de unos hombres que se cree eran agentes de los servicios de inteligencia, en un intento de obligarlo a “confesar” de nuevo delante de una cámara, a lo que Naseem se negó, según Amnistía Internacional.
“El tiempo se acaba para Saman Naseem. El hecho de que Irán esté dispuesto a ejecutar a un hombre que fue torturado para que confesara un crimen del que se le acusa haber cometido cuando era menor de edad muestra la situación de injusticia del país”, declaró Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.
“Estos errores no pueden subsanarse nunca, pero aún no es demasiado tarde para detener inmediatamente la ejecución de Saman Naseem e iniciar una revisión judicial exhaustiva de su caso.”
Saman Naseem fue condenado a muerte en un juicio gravemente injusto en abril de 2013, por un tribunal penal de Mahabad, en la provincia de Azerbaiyán Occidental, por “enemistad con Dios” y “corrupción en la tierra”, debido a su pertenencia al grupo armado de oposición kurdo, el Partido por una Vida Libre en Kurdistán, y por participar en actividades armadas contra la Guardia Revolucionaria. Saman tenía en aquel entonces 17 años.
En una carta a la que ha tenido acceso Amnistía Internacional, Saman Naseem, que actualmente tiene 22 años, cuenta que estuvo encerrado en una celda de 2 x 0,5 metros y que lo torturaron constantemente hasta que lo obligaron a poner sus huellas digitales, con los ojos vendados, en documentos de “confesión”.