La detención, reclusión y tortura de ocho personas desde principios de mes como parte de la represión de la “homosexualidad” emprendida por las autoridades de Gambia revela la estremecedora magnitud de la homofobia promovida por el Estado. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional.
“Estas detenciones han tenido lugar en medio de un clima de temor cada vez más intenso para las personas de las que se considera que poseen una orientación sexual o identidad de género diferente”, ha manifestado Steve Cockburn, director regional adjunto de Amnistía Internacional para África Central y Occidental.
“Esta inaceptable represión revela la magnitud de la homofobia promovida por el Estado en Gambia. La intimidación, el acoso y la detención basados exclusivamente en la orientación sexual o la identidad de género violan claramente el derecho de los derechos humanos tanto internacional como regional. Las autoridades de Gambia deben detener de inmediato esta agresión homófoba.”
Amnistía Internacional considera que las personas detenidas y recluidas únicamente sobre la base de su orientación sexual o identidad de género son presas de conciencia y deben ser puestas en libertad de forma inmediata e incondicional.
Desde el 7 de noviembre, la Agencia Nacional de Inteligencia y la Guardia Presidencial han estado llevando a cabo una operación homófoba que ha dado lugar a la detención de cinco hombres, entre ellos un muchacho de 17 años, y tres mujeres.
Todos los detenidos fueron llevados a la jefatura de la Agencia Nacional de Inteligencia en Banjul, la capital, donde los recluyeron y les dijeron que estaban siendo investigados por “homosexualidad”, pero sin acusarlos formalmente. Los sometieron a tortura y malos tratos para obligarlos a confesar su supuestos “crímenes” y a revelar información sobre otras personas consideradas gays o lesbianas.
Para obtener información, la Agencia Nacional de Inteligencia ha estado utilizando métodos tales como palizas, privación sensorial y amenazas de violación. A las personas detenidas les dijeron que, si no “confesaban”, les introducirían un dispositivo por el ano o la vagina para “probar” su orientación sexual.
“El uso y la amenaza de la tortura contra las personas detenidas resulta francamente escandaloso, pero por desgracia no sorprendente. Tan sólo unas semanas después de que Gambia denegara a los observadores de derechos humanos de la ONU el acceso a sus prisiones, tenemos nuevos indicios de la crueldad infligida a las víctimas de las fuerzas de seguridad, esta vez simplemente por ser consideradas diferentes”, ha manifestado Steve Cockburn.
Aunque las tres mujeres fueron puestas en libertad el 13 de noviembre, permanecen sometidas a investigación, y la Agencia Nacional de Inteligencia les ha confiscado sus documentos de identidad y les ha ordenado que no abandonen el país.
Los cuatro hombres y el muchacho de 17 años continúan detenidos en régimen de incomunicación, sin acceso a un abogado, pese a las garantías constitucionales que establecen que los cargos deben presentarse en un plazo de 72 horas desde el arresto.
“Con esta persecución, Gambia no está burlando sólo el derecho internacional y regional de los derechos humanos, sino también su propia Constitución”, ha manifestado Steve Cockburn.
Según la información recibida, la Agencia Nacional de Inteligencia está recopilando una lista de nombres para futuras detenciones. Varios hombres y mujeres consiguieron escapar cuando sus familiares les advirtieron de que las fuerzas de seguridad los tenían en el punto de mira. Una joven que huyó recientemente de Gambia a Senegal dijo a Amnistía Internacional que varios agentes de las fuerzas de seguridad civiles se habían presentado en el domicilio de su familia el 12 de noviembre para preguntar por su paradero.
«Amenazaron con echar abajo la puerta. Como no me encontraron, amenazaron también con detener a un miembro de mi familia. Finalmente se marcharon prometiendo matarme si me atrapaban”, dijo a Amnistía Internacional.
Información complementaria
La actual represión ejercida por las autoridades de Gambia contra las personas que tienen, o de las que se considera que tienen, una determinada orientación sexual o identidad de género se ha producido tan sólo unos meses después de una resolución histórica de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos –cuya sede casualmente se encuentra en Banjul– que condenaba la persecución, por parte de agentes estatales y no estatales, de gays, lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI).
Esta oleada de detenciones homófobas se ha producido también unos meses después de que la Asamblea Nacional de Gambia aprobara un proyecto de ley homófobo que creaba el cargo de “homosexualidad con agravantes”, castigado con cadena perpetua. No está claro si este proyecto de ley ha recibido el consentimiento presidencial requerido para entrar en vigor. Las relaciones sexuales consentidas entre adultos del mismo sexo constituyen ya un delito en Gambia, en contra de lo establecido por el derecho internacional de los derechos humanos.
Las autoridades de Gambia continúan asimismo haciendo declaraciones públicas en las que atacan los derechos de las personas LGBTI. En octubre, el presidente Jammeh describió la “homosexualidad” como “conducta satánica”, mientras que en septiembre un miembro del partido gobernante, la Alianza para la Construcción y la Reorientación Patrióticas, declaró en una entrevista concedida a la prensa que “a los homosexuales hay que matarlos porque son enemigos de la humanidad”.