María Teresa Rivera cumple 40 años de cárcel por haber sufrido un aborto espontáneo. Madre soltera de 28 años, trabajaba en una fábrica de prendas de vestir. Un día sintió la urgente necesidad de ir al aseo. Allí la encontró su suegra, tendida en el suelo y sangrando. María Teresa no sabía que estaba embarazada.
Llevada urgentemente al hospital, un miembro del personal la denunció a la policía. Ésta llegó y empezó a interrogarla sin la presencia de un abogado.
María Teresa fue juzgada y hallada culpable de homicidio agravado, a pesar de existir graves deficiencias en las pruebas presentadas contra ella. El juez declaró que la afirmación de María Teresa de que no sabía que estaba embarazada —aspecto clave del caso— no era verosímil porque el tribunal tenía pruebas de que en enero de 2011 había dicho a su empleador que creía que podía estar embarazada. Si María Teresa hubiera estado embarazada desde enero de 2011 hasta noviembre del mismo año, habría tenido un embarazo de 11 meses.
María Teresa dijo a Amnistía Internacional: “El día de la audiencia, sólo sentía dolor. Cuando me pasaron la sentencia, yo pedí fuerza de Dios. ‘Señor –le decía– mi hijo tendrá 45 años cuando yo salga de este lugar’.”
“¿Cuáles son mis esperanzas para el futuro? Libertad. Muchas veces yo me pongo triste las noches, porque quiero estar con mi hijo; dormir con él […] Quiero que ellas [las mujeres que están fuera de la cárcel] valoren lo que se tienen afuera, porque ellas no se dan cuenta. El agua, un centavo… a valorar todo, a valorar todo”.
María Teresa forma parte de un grupo de 17 mujeres encarceladas –algunas por motivos relacionados con el embarazo, como abortos provocados y abortos espontáneos– para las que se solicitará un indulto presidencial. Todas ellas han agotado el resto de las vías legales para quedar en libertad.
Cristina contó que había tenido un aborto espontáneo a los 18 años. Un día fue corriendo al baño presa de un intenso dolor y allí se desmayó. Sus familiares la encontraron sangrando y cubierta de sangre. La llevaron urgentemente al hospital, pero allí, en lugar de ser tratada como una paciente que necesitaba ayuda, la acusaron de delincuente y le preguntaron: «¿Y por qué mataste a tu hijo?»
El personal del hospital denunció a Cristina a la policía como sospechosa de haberse provocado un aborto. Cristina fue acusada de homicidio agravado. La acusación fue retirada en octubre de 2004 por falta de pruebas. Sin embargo, la Fiscalía General de la República apeló, y en agosto de 2005 Cristina fue declarada culpable y condenada a 30 años de prisión.
Dijo a Amnistía Internacional: “[…] la causa de muerte es indeterminada, no sabían por qué había muerto el bebé; entonces ¿cómo es posible que se me acusara de homicidio agravado por la muerte de mi hijo cuando ni siquiera tenían pruebas fundamentales? Es una negligencia por parte de los señores jueces. Y eso está a flor de piel. Y esta gente tan profesionales, ¿cómo cometen ese tipo de error?”.
El fiscal argumentó que Cristina tenía la obligación de haber hecho más por salvar a su hijo. Sin embargo un médico del Instituto de Medicina Legal que prestó testimonio en el juicio afirmó que Cristina había sufrido un shock en el momento del parto y había perdido el conocimiento.
“Y ¿cómo yo ahí desmayada en el piso iba a salir corriendo al hospital con mi bebé?”, se preguntaba Cristina.
El Ministerio de Justicia y de Seguridad Pública conmutó finalmente la pena por considerarla excesiva, severa y desproporcionada.
Cristina fue excarcelada en agosto de 2009, después de permanecer cuatro años en prisión.