«Las paredes de la celda estaban manchadas de sangre». El tercer aniversario del levantamiento en Egipto, empañado por la brutalidad policial

Durante las celebraciones del tercer aniversario del levantamiento contra el régimen de Hosni Mubarak en Egipto, en todo el país las fuerzas de seguridad intentaron evitar las concentraciones contra el gobierno, disolviendo marchas y deteniendo a cientos de manifestantes y transeúntes.

La cantidad de detenciones fue asombrosa. Se detuvo a más de 1.000 personas en un solo día, según el Ministerio del Interior. Los estallidos de violencia que se produjeron durante la disolución de las protestas por las fuerzas de seguridad dejaron cientos de heridos y 64 muertos.

Testigos presenciales y personas que fueron detenidas han descrito a Amnistía Internacional las palizas y los malos tratos que sufrieron a manos de las fuerzas de seguridad el 25 de enero.

Palizas bajo custodia

Una persona que participó en las protestas de El Cairo contó que los agentes de las fuerzas de seguridad, después de disparar al aire con fuego real, habían detenido a golpes a los manifestantes –incluidas mujeres y niñas– y los habían metido a empujones en un microbús para conducirlos a una comisaría cercana, donde habían continuado las palizas.

“Me di cuenta de que las paredes de la celda estaban manchadas de sangre […]. Me pegaban tan fuerte que me lanzaban de un lado a otro de la habitación. Me daban bofetones, me golpeaban en la cabeza y me insultaban por criticar a la policía y al ejército […]. Una de las chicas me contó después que un agente se había quitado los zapatos y los había utilizado para golpearla por todo el cuerpo y en la cara”, declaró esa persona, ya en libertad.

En la comisaría –según su relato– a los hombres detenidos les vendaban los ojos y los golpeaban en la cara y en todo el cuerpo. A varios, algunos de ellos menores, les habían pegado tan brutalmente que no podían ni andar. A un hombre le sangraba la cabeza. Otro tenía la ropa hecha jirones.

A pesar de que llevaba pancartas y octavillas con lemas contra la Hermandad Musulmana y el ejército, esa persona fue acusada de pertenencia a un grupo prohibido, un cargo que se presenta contra muchos presuntos partidarios de la Hermandad Musulmana.

Otras personas dijeron a Amnistía Internacional que habían visto aplicar descargas eléctricas a los detenidos.

El día del tercer aniversario del levantamiento, las fuerzas de seguridad no actuaron sólo contra personas mayores de edad. Para Samar, de 15 años, ese día se convirtió rápidamente en una pesadilla. Samar (nombre ficticio) fue capturada en el centro de El Cairo por un grupo partidario del gobierno, cuyos integrantes –hombres y mujeres– la golpearon y la arrastraron por el suelo destrozándole la ropa antes de entregarla a la policía, que la acusó de pertenecer a la Hermandad Musulmana o al Movimiento Juvenil 6 de Abril, y después la dejó marchar.

Pero su pesadilla aún no había terminado. Poco después, dos soldados volvieron a darle el alto y la detuvieron porque encontraron una máscara antigás y un equipo de primeros auxilios al registrar su bolso.

Samar contó que la llevaron a un edificio del ejército y la tuvieron retenida con hombres en un lugar al aire libre.

“A los hombres los obligaban a quedarse en ropa interior, les vendaban los ojos, los obligaban a arrodillarse y luego les aplicaban descargas eléctricas en los hombros y la espalda con una especie de pistola Taser negra”, afirmó.

La muchacha pasó recluida allí dos días y luego fue puesta en libertad.

Los abogados denunciaron a Amnistía Internacional que los fiscales se habían negado a remitir a los detenidos al departamento de medicina forense para que los examinaran, aduciendo que presentaban lesiones “menores”.

Acceso a abogados

Varios abogados contaron también a Amnistía Internacional que se les había negado el acceso a diversos lugares de detención, como un campamento de las Fuerzas de Seguridad Central que se encuentra en la carretera del desierto que va de El Cairo a Alejandría.

Otros afirmaron que las fuerzas de seguridad los intimidaron e incluso llegaron a amenazarlos a punta de pistola. Quienes consiguieron acceder a los lugares de detención, como el campamento Tora de las Fuerzas de Seguridad Central, donde había al menos 228 detenidos, confirmaron que habían visto a varios de ellos con hematomas en la cara y en otras partes del cuerpo. Los abogados dijeron también que, para cuando les habían permitido acceder al campamento, la mayoría de las investigaciones ya se habían llevado a cabo en su ausencia.

Amr Imam, abogado del Frente de Defensa de los Manifestantes de Egipto y del Centro Jurídico Hisham Mubarak, dijo a Amnistía Internacional que un hombre con uniforme negro lo había amenazado a punta de pistola cuando pidió ver a un grupo de detenidos en la comisaría de Maadi. Lo golpearon en el pecho con la culata de un rifle y, cuando protestó, el hombre lo apuntó con su ametralladora. Otros agentes de las fuerzas de seguridad siguieron su ejemplo y amenazaron con disparar si no se iba antes de que contaran hasta 10.

Muchos detenidos también fueron interrogados en comisarías y campamentos de la policía antidisturbios (las Fuerzas de Seguridad Central) sin acceso a abogados, en flagrante violación de las leyes egipcias y el derecho internacional.

Amnistía Internacional teme que muchos de los hombres, mujeres, niños y niñas detenidos sólo estaban ejerciendo su derecho a la libertad de expresión y reunión o simplemente pasaban por ahí en aquel momento.

Entre los detenidos hay simpatizantes de la Hermandad Musulmana y miembros del Movimiento Juvenil 6 de Abril, así como activistas independientes. Como en casos anteriores tras la destitución de Mohamed Morsi, se enfrentan a la misma larga lista de cargos, que van desde el asesinato a la interrupción del tráfico. La fiscalía no ha presentado pruebas materiales que vinculen a ninguno de los sospechosos a delitos concretos, y se ha hecho muy poco para determinar la responsabilidad penal de cada uno de ellos.

Uno de los participantes en las protestas contó a Amnistía Internacional que para que lo dejaran en libertad había tenido que expresar su apoyo al ministro de Defensa, Abdel Fattah al-Sisi.

Hace tres años, muchas de las personas que se echaron a la calle durante el levantamiento egipcio lo hicieron para expresar su ira ante los abusos y la brutalidad de la policía, que se habían convertido en algo habitual en el Egipto de Mubarak.

Actualmente, el margen para la disidencia y las protestas legítimas está desapareciendo a marchas forzadas.

Aunque unas cuantas de las personas detenidas el 25 de enero este año han quedado en libertad bajo fianza, la inmensa mayoría siguen detenidas a la espera de que concluyan las investigaciones.

Con la imparable expansión del alcance de la represión en todo el país, van desvaneciéndose las esperanzas de libertad y justicia. Además, sigue habiendo dudas respecto a cómo van a desarrollarse las próximas elecciones presidenciales y legislativas en un clima en el que no se toleran las diferencias de opinión.

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