En Turquía, los periodistas están bajo asedio – Puedes ayudarles como nos ayudaste

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Peter Greste, Mohamed Fahmy y Baher Mohamed

En la cárcel, uno de los mayores retos es psicológico. Por terribles que sean las condiciones, mientras tengas una nutrición básica, agua potable y cobijo, podrás sobrevivir físicamente. Sin embargo, es la sensación de desesperanza y aislamiento lo que puede resultar mentalmente paralizante, e incluso mortal.

Por eso, cuando, varios meses después de nuestra detención, supimos que se había lanzado una campaña global para liberarnos, la situación cambió por completo.

Habíamos sido detenidos en 2013 en Egipto mientras trabajábamos como periodistas para Al Yazira, y habíamos sido acusados de una serie de delitos de motivación política relacionados con nuestro trabajo. En aquellas celdas frías y sucias, sin tener idea de lo que nos deparaba el futuro, no había muchos pensamientos positivos a los que aferrarse, y por eso significó tanto para nosotros cuando se filtraron las primeras noticias de que la campaña #FreeAJStaff estaba cobrando un impulso mundial.

Además de recordarnos que no habíamos sido olvidados, nos hizo darnos cuenta de que formábamos parte de una causa mucho mayor que nosotros mismos. Nos ayudó a dar sentido a aquellos largos días y nos levantó el ánimo cuando nos veníamos abajo. Y, los más importante: en última instancia, ayudó a poner fin a nuestro encarcelamiento.

Una cantidad extraordinaria de personas de todo el mundo se habían unido para pedir nuestra libertad porque reconocían la injusticia de lo que nos estaba sucediendo. Veían que éramos víctimas de una campaña para silenciar a la prensa, y se alzaron para apoyarnos. ¡Y funcionó!

Ahora necesitamos urgentemente utilizar esa energía una vez más.

En Turquía se está desarrollando lentamente una tragedia. El periodismo independiente está siendo pisoteado sistemáticamente. Las puertas de las prisiones se cierran, los medios de comunicación se clausuran, y un inquietante silencio cae sobre lo que en tiempos fue un panorama informativo dinámico y diverso.

Desde el intento fallido de golpe de Estado de julio de 2016, el presidente Recep Tayyip Erdoğan ha emprendido una represión de la libertad de expresión tan severa que el periodismo independiente está muriendo. Al menos 156 medios de comunicación han sido cerrados, y se calcula que 2.500 periodistas y otros trabajadores de medios de comunicación han perdido su empleo. Yonca Şık, cuyo esposo, el periodista de investigación Ahmet, permanece bajo custodia desde diciembre, ha declarado: “El encarcelamiento de Ahmet es un mensaje a otros: hablad si os atrevéis”.

Resulta doloroso ver todas estas medidas contra el periodismo independiente. Pero lo que más duele son las historias de los más de 120 trabajadores de medios de comunicación detenidos tras el intento de golpe de Estado y recluidos en prisión preventiva.

En la conmoción inicial que siguió a nuestras propias detenciones en Egipto, pensamos que se había cometido un error terrible que rápidamente se corregiría. Jamás habríamos imaginado que pasaríamos cientos de días en prisión en espera de juicio, en condiciones terribles.

Las prisiones egipcias en las que nos consumíamos estaban desbordadas de personas que se oponían o se enfrentaban al gobierno. Comprendemos perfectamente lo que es estar en una cárcel turca, y cómo deben sentirse nuestros colegas.

Cuando no estábamos hacinados en celdas con tantos hombres más que no podíamos ni sentarnos, estábamos en régimen de aislamiento, donde temíamos perder la cabeza. Es muy difícil describir la soledad y el aburrimiento.

Aunque la situación a la que se enfrentan los periodistas encarcelados en Turquía quizá no sea idéntica a la nuestra, comprendemos su desesperación y su frustración. Lo que hace especialmente siniestra la situación de Turquía es el hecho de que el gobierno turco sigue negando que se esté encarcelando a periodistas por su trabajo. Las historias y las identidades de estas personas se están borrando. Por eso es tan fundamental que los que estamos fuera nos alcemos en su defensa.

#FreeAJStaff empezó como una pequeña campaña en Twitter pero, en unas semanas, se había convertido en un movimiento global. Sacó lo mejor de las redes sociales: la urgencia, el impulso creciente, la defensa de una causa que, de lo contrario, podría haber sido aplastada. Al final, consiguió más de tres mil millones de reacciones.

En los momentos más sombríos de nuestro encarcelamiento –cuando nos sentíamos encerrados en una batalla sin esperanzas con la maquinaria de la justicia, cuando habíamos olvidado la imagen de una puesta de sol–, a veces parecía que habíamos dejado de existir. Habría sido fácil desvanecerse y desaparecer. Lo que nos mantuvo en marcha fue el saber que estábamos en la mente de la gente.

El ser plenamente conscientes de lo que aquella campaña significó para nosotros en nuestros momentos de necesidad es lo que nos hace respaldar la campaña #FreeTurkeyMedia. Queremos que todos los periodistas que se consumen entre rejas en Turquía sepan que estamos con ellos. Queremos que sepan que los días pasados allí, por espantosos que sean, por aterradores que resulten, no son en vano.

Están en la primera línea de la libertad de expresión: el derecho del público a saber y la importancia de una prensa libre en una sociedad que funcione, no sólo en Turquía, sino en todo el mundo.

A veces no es fácil apreciar algo hasta que te lo arrebatan. Pero no hay que olvidarlo: una sociedad en la que la gente no tiene derecho a informar libremente es una sociedad en peligro. Sin un periodismo independiente, no habría un debate público libre, no se haría rendir cuentas a los poderosos, no se vigilarían ni se investigarían los abusos contra los derechos humanos.

La detención de periodistas tiene un efecto disuasorio para todas las personas, hace que tengan miedo de hablar. Por eso, aunque #FreeTurkeyMedia trata sobre la excarcelación de periodistas, también trata sobre la creación de un futuro mejor para los derechos humanos en Turquía y sobre la transmisión de un mensaje claro a todos los que, en el mundo, tratan de silenciar la libertad de expresión.

Durante más de 400 días entre rejas en Egipto, nos dio fuerza saber que había gente en todo el mundo haciendo campaña por nuestra liberación. Si estuvo bien hablar en nuestro favor y pedir nuestra libertad con #FreeAJStaff, está bien hablar en favor de todos los periodistas encarcelados simplemente por hacer su trabajo. Es por eso por lo que nos hemos unido al llamamiento de #FreeTurkeyMedia.

Peter Greste es periodista freelance.
Mohamed Fahmy es columnista del Toronto Star y catedrático de periodismo en la Universidad de Columbia Británica.
Baher Mohamed es periodista y productor de Al Yazira.

Encontrarás más información sobre la campaña aquí

Puedes ver las caricaturas y más información sobre la campaña aquí

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