El Sexto, artista de protesta cubano: “Debes continuar hasta que cambies sus mentes”

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De Louise Tillotson, Researcher on the Caribbean at Amnesty International,

Danilo Maldonado Machado, conocido como El Sexto, es un artista cubano ex preso de conciencia que ha pasado 10 meses encarcelado por programar un espectáculo artístico el día de Navidad del año pasado con dos cerdos y pintura. Liberado en octubre de 2015, ha visitado recientemente Estados Unidos, donde le ha sido concedido el Premio Václav Havel a la disidencia creativa que otorga la Fundación de Derechos Humanos; también participó en Art for Amnesty, un evento artístico “pop-up” que pretende llamar a la atención sobre los abusos de los derechos humanos en todo el mundo.

El Sexto es una prueba patente de que en Cuba las protestas políticas aún se pagan a un precio muy alto. En diciembre del año pasado, solo unos días después de que el presidente Obama anunciase la intención de Estados Unidos de restablecer las relaciones con Cuba, el artista de 22 años fue encarcelado por pintar “Raúl” y “Fidel”, los nombres de los hermanos Castro que llevan en el poder desde 1959, sobre dos cerdos vivos.

El artista iba a soltar los animales en un parque público en el contexto de un espectáculo artístico el día de Navidad. No se trataba solo de algo divertido con el ánimo de polemizar: el espectáculo que había preparado conjugaba una tradición navideña cubana en la que se liberan cerdos y el público los tiene que atrapar, con ideas de la novela distópica Rebelión en la granja de George Orwell.

Pero nunca lo consiguió: fue detenido cuando estaba de camino. “Me encarcelaron antes de que pudiese realizar el espectáculo […] y, también encarcelaron a “Fidel” y a “Raúl” [los cerdos]”, explicó El Sexto con una amplia sonrisa.

Su pequeña figura y un uso entusiasta del azúcar en una bebida caliente son los únicos indicios de la huelga de hambre que llevó a cabo durante más de tres semanas en una prisión cubana a principios de este año. Y su energía excéntrica solo tiene paralelo con su capacidad para sumergirse repentinamente en un mundo conceptual creado en su mente.

Tras su detención el año pasado, El Sexto fue acusado de “desacato”, una disposición en la obsoleta legislación penal cubana que conlleva una pena de hasta tres años. Al igual que otros delitos penales que se usan en Cuba para silenciar a los disidentes, incluida la “propaganda enemiga” y la “resistencia”, parece como si hubiese sido extraída de una antigua novela de ciencia ficción, y se asemeja a un tipo de represión que la mayoría de los países latinoamericanos abandonaron hace mucho tiempo.

El Sexto comenzó a dibujar cuando tenía cinco años. Sabía que quería ser artista, pero no sabía cómo lograrlo. Más tarde encontró una forma de expresión artística, inspirada en colegas artistas disidentes como Ai Weiwei, así como en la escena grafitera de Nueva York. “No puedo separar el arte del activismo”, comenta.

“No podría hacer arte a partir de los sueños, pintando flores, y cosas bonitas mientras que justo al lado de mi casa hay mujeres que están siendo golpeadas”. Es un guiño a las Damas de Blanco, familiares de presos políticos que son regularmente golpeadas y detenidas por protestar pacíficamente en La Habana y en otros lugares de Cuba.

Para El Sexto, un grafitero es “un publicista de la cultura alternativa, de la gente, de la realidad”.

“En Cuba, el gobierno tiene el control de la publicidad. Nosotros obtenemos información sobre Fidel y Raúl y “La Revolución” de la televisión […] la radio, la prensa, de todas las direcciones, en la calle. Ese es el único tipo de publicidad permitido. Por eso comencé a realizar el tipo de grafiti que hago, para burlarme de la publicidad de masa que producen ellos. Es un enfrentamiento”, explica.

Su caso pone de manifiesto una tendencia sistemática. Las autoridades cubanas acosan y detienen habitualmente a personas por expresarse libremente o por protestar pacíficamente.

De acuerdo con la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), en noviembre de 2015 se produjeron aproximadamente 1.500 detenciones arbitrarias en Cuba. Es la mayor cifra en un solo mes desde hace muchos años, y duplica la media mensual de 2014. El 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, la policía política detuvo a activistas, muchos de ellos en sus casas, para evitar que protestaran pacíficamente. También impidió a periodistas que abandonaran sus lugares de trabajo para que no pudiesen informar sobre la noticia.

Aunque actualmente en la isla hay menos presos de conciencia que en la década de 1970 y 1990, los opositores políticos que hacen burla de las autoridades continúan siendo encarcelados y acosados a un ritmo vertiginoso.

En los primeros meses encarcelado, El Sexto compartió espacio con más de 140 presos. Lo vio como una oportunidad para conocer mejor la condición humana: “La gente comparte información, su historia, incluso sin darse cuenta. Me gusta aprender de la gente […] y es lo que hice”.

Cuando se puso en huelga de hambre, fue aislado en una celda sin luz solar. Para sobrellevarlo, comenzó a decirse a sí mismo que las huelgas de hambre son parte de otro espectáculo artístico, con personas en el mundo exterior que participan enviando sus mensajes de solidaridad y realizando acciones para lograr su liberación. Tras su liberación y habiendo pasado días sin ningún contacto humano, estaba tan débil que tenía dificultad para mantenerse de pie durante mucho rato y también tenía problemas en las articulaciones. Encontró las calles y a la gente que lo esperaba en su casa, extrañas, e incluso abrumadoras.

“El arte lo veo como veo el mundo real. Es algo que no existe, pero que si imagino con determinación, la gente puede influenciar con su energía y lo puede hacer realidad. […]. Es así como estaba yo en la celda. Me dije a mí mismo, ‘Voy a salir de esta prisión’, y la gente comenzó a trabajar a favor de esa idea […]. Gente de todo el mundo puso su empatía en ese pequeño espacio, en esa celda, y después de eso, salí.”

El caso de El Sexto ha llamado la atención de compañeros artistas y organizaciones de derechos humanos en todo el mundo. Y, desde su liberación, él ha continuado su activismo.

Recientemente obtuvo un premio de 25.000 dólares estadounidenses por su obra, que donó públicamente para ayudar a los migrantes cubanos que quedan atrapados en Centroamérica cuando intentan llegar a Estados Unidos. También aprovechó la ocasión para hacer un llamamiento a sus colegas cubanos instándoles a que no abandonen la isla y a que, en su lugar, trabajen para encontrar soluciones a los problemas que enfrentan en su país.

También ha participado en protestas cada domingo con las Damas de Blancoen el contexto de la campaña “Todos Marchamos”. A pesar del riesgo de exponerse a futuras detenciones y encarcelamiento, cree que es fundamental mostrar solidaridad: “Tú eres tan importante para los demás como ellos lo son para ti. No lograría realizarme como persona, sería una persona terrible si pegasen a las mujeres y yo no estuviese a su lado [para protestar]”.

Durante el encarcelamiento de El Sexto, su madre y su abuela llevaron a cabo campañas por su liberación activamente, y él sabe que su familia ha sufrido debido a su arte y a su activismo. Pero se siente obligado a trabajar por una mejor sociedad para su hija de dos años, Renata María. Su rostro se ilumina cuando habla de ella: “No quiero que crezca en un entorno en el que tiene que hablar en voz baja […]. Es difícil, pero espero que entienda que su papá sale ahí afuera y crea arte, para ella, para todos, y para mí”.

Este compromiso ha fomentado el deseo de El Sexto de intentar escenificar de nuevo su espectáculo artístico con los dos cerdos pintados las navidades de 2016, cuando regrese a Cuba. El anuncio parece una locura, casi una ingenuidad, y casi seguro que lo detendrán de nuevo. Pero es un hombre que pasó casi un año en prisión debido a su arte, sin ningún cargo formal y sin ver a un juez.

“El arte se tiene que hacer con valentía”, comenta. “Los artistas tienen una responsabilidad ante las personas, porque ellas les dan energía a los artistas. Y es importante mostrar tu responsabilidad ante esa energía.”

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