Cinco mitos falsos sobre la tortura

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26 junio 2014

La tortura se usa sobre todo contra presuntos terroristas y en la guerra

Las investigaciones de Amnistía Internacional muestran que la tortura y otros malos tratos siguen siendo un problema en muchos países que sufren amenazas para la seguridad nacional, reales o percibidas, incluido el terrorismo.

Sin embargo, el enfoque sobre la tortura y otros malos tratos en lo que las autoridades estadounidenses denominaron la “guerra contra el terrorismo” a principios de siglo podría haber distorsionado la perspectiva general. Lo que nuestras investigaciones también muestran claramente es que la mayoría de las víctimas de la tortura y otros malos tratos en todo el mundo no son terroristas peligrosos, sino presuntos delincuentes pobres, marginados y desposeídos que lamentablemente apenas atraen la atención de los medios y de la opinión pública, ni en el ámbito nacional ni en el internacional.

Los “enemigos” políticos, reales o supuestos, del gobierno que nunca han llevado una bomba ni ninguna otra arma, incluidos defensores y defensoras de derechos humanos, políticos de la oposición y periodistas, son también víctimas frecuentes de la tortura.

Esto significa que sí, que sigue habiendo torturas en contextos antiterroristas, pero que incluso en estos casos esta práctica se emplea sobre todo como medio para deshumanizar al enemigo; la vida real no es como la serie «24 horas» o la película «Zero Dark Thirty» («La noche más oscura»).

Y globalmente, a la mayoría de las víctimas se las tortura no porque sean terroristas, sino porque son pobres o diferentes o se atreven a discrepar con el gobierno. Sea cual sea el motivo, la tortura y los malos tratos están totalmente prohibidos y nunca están justificados, no importa quién sea o qué haya hecho la víctima.

La tortura es la única forma de obtener información con rapidez

La tortura es un instrumento primitivo y contundente para obtener información. Los Estados cuentan con una enorme diversidad de formas de recabar información sobre delitos —tanto cometidos como planeados— sin perder su humanidad. En concreto, las técnicas humanas de interrogatorio han demostrado ser eficaces para obtener información sobre delitos sin las devastadoras consecuencias personales, sociales y legales de la tortura.

Algunas formas de tortura no son tan malas

No hay niveles de tortura.

Su definición legal es un acto por el que se inflige intencionadamente dolor o sufrimiento severos, sean físicos o mentales, a una persona para castigarla o para obtener información. Ninguna tortura es “baja en calorías”.

Todas las formas de tortura son abyectas e ilegales, desde las descargas eléctricas, las palizas, las violaciones, las humillaciones y los simulacros de ejecución hasta las quemaduras, la privación de sueño, los simulacros de ahogamiento y el uso de posturas forzadas, pasando por el empleo de tenazas, drogas y perros. Lamentablemente, todos estos métodos se usan ampliamente en países de todo el mundo.

En ciertas circunstancias sirve a un bien superior

No. La tortura nunca es legal ni aceptable. Los países que actualmente no la penalizan en la ley están violando unas normas acordadas internacionalmente.

Desde el punto de vista legal, la prohibición absoluta de la tortura y otros malos tratos no admite excepciones; es decir, no se puede suavizar ni siquiera en situaciones de emergencia. La prohibición ha alcanzado tal consenso global que es vinculante incluso para los Estados que no se han adherido a los tratados de derechos humanos pertinentes.

No obstante, muchos gobiernos continúan hoy torturando por multitud de razones, principalmente porque los gobiernos se benefician de la tortura —o así lo creen— y porque los responsables rara vez se enfrentan a la justicia. Hace falta hacer mucho más para poner fin a esta práctica abyecta.

Sólo un reducido grupo de los peores gobiernos usan la tortura

En los últimos cinco años Amnistía Internacional ha denunciado torturas y otros malos tratos en 141 países de todas y cada una de las regiones del mundo.

Aunque puede que en algunos de estos países la tortura sea la excepción, en otros es sistémica, e incluso un solo caso de tortura u otros malos tratos es inaceptable.

Los datos con los que cuenta y las investigaciones que hace Amnistía Internacional, junto con más de cinco decenios de documentación y campañas contra este abuso, revelan que la tortura sigue floreciendo.

 

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